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Ferrer i Guàrdia se recuerda de nuevo en Bruselas 110 años después

Bruselas, 18 nov (EFE).- Aprovechando el 120 aniversario de la inauguración de la Escuela Moderna en Barcelona y que hace 110 años se erigió en Bruselas una escultura en homenaje a su fundador, Francesc Ferrer i Guàrdia, en la capital belga se puede visitar desde hoy una exposición sobre su defensa de una enseñanza que promovió la libertad de conciencia.

A través de fotografías y documentos, se muestran los principios pedagógicos de la Escuela Moderna, «la coeducación de sexos, la coeducación de clases, la laicidad», explica a EFE Joan-Francesc Pont, presidente de la Fundación Ferrer i Guàrdia que hoy participó en la inauguración de la exposición, impulsada también por la Embajada de España en Bruselas.

La muestra recoge la «capacidad de innovación» que tuvo Ferrer i Guàrdia hace 120 años abriendo la Escuela Moderna, pero también pone de manifiesto su «actualidad del combate por la libertad de conciencia en el siglo XXI, una cuestión no resuelta por las diferentes ideologías que pretenden ser pensamiento único», señala Pont.

Ferrer i Guàrdia llegó a Bruselas tras haber pasado más de un año en la cárcel Modelo de Madrid, después de que el bibliotecario de la Escuela Moderna, Mateu Morral, intentase asesinar en 1906 al rey Alfonso XIII y a la princesa Vitoria-Eugenia de Battenberg, que salieron ilesos.

«Cuando sale de la cárcel -recuerda Pont- visita Bruselas y se le recibe como un héroe de la libertad de conciencia por los sectores librepensadores de la sociedad belga y bruselense en particular», que compartían las ideas de este defensor del anarquismo.

Que la figura de Ferrer i Guàrdia está presente en Bélgica no solo lo demuestra la escultura en Bruselas sino que en la inauguración estuviese hoy también presente, entre otros, la rectora de la Universidad Libre de Bruselas (ULB), Annemie Schaus.

Bruselas erigió el monumento en 1911, en protesta por el fusilamiento de Ferrer i Guàrdia el 13 de octubre de 1909, a quien un tribunal militar le acusó de haber instigado la Semana Trágica de Barcelona, a pesar «de que no estaba» en la capital catalana», porque se necesitaba «un cabeza de turco», explica Pont.

Las autoridades españolas intentaron convencer al que entonces era alcalde de Bruselas, Adolphe Max, de retirar la estatua, sin éxito.

Fue el ejército alemán, que invadió Bélgica en la Primer Guerra Mundial, quien retiró el monumento en 1915, pero acabó reinstaurándose en 1919, ya con la Gran Guerra terminada.

Aun así, la escultura se ha ido cambiando de ubicación a lo largo de más de un siglo, hasta descansar hoy en la Avenida Franklin Roosevelt de Bruselas, donde Pont y un pequeño grupo de personas rendirán homenaje a Ferrer i Guàrdia, más allá de la inauguración de la exposición que durante un mes se podrá ver en el Instituto Cervantes, después de que se estrenase por primera vez en Barcelona en 2018. EFE

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