
Los BRICS y el legado de los países no alineados
¿Son los BRICS los nuevos no alineados? La historiadora Nataša Mišković señala coincidencias y diferencias, y reclama a Europa un diálogo en condiciones de igualdad.
La idea de un mundo pacífico, donde los países conviven bajo reglas comunes y comercian libremente, se ha desvanecido en los últimos años. No es que desde la caída del Muro de Berlín en 1989 haya habido paz total, pero desde el segundo mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha quedado claro que la política de las grandes potencias, basada en la ley del más fuerte, ha vuelto al escenario global. Esta situación obliga a Europa, incluida Suiza, a replantear su posición y sus alianzas.
¿Qué puede hacer Europa cuando, al Este el Kremlin amenaza con la fuerza militar, y al Oeste su aliado cuestiona la alianza militar y de repente impone aranceles abusivos?
En este contexto, empieza a tomar relevancia una organización que muchos daban por desaparecida tras la Guerra Fría: el Movimiento de Países No Alineados. Durante la cumbre de los BRICS celebrada este verano en Brasil, el presidente Lula da Silva calificó a este bloque como “herederos de los no alineados”. La afirmación sorprende, sobre todo porque Brasil nunca fue miembro del movimiento original: de los países fundadores de los BRICS, solo India formó parte. ¿Qué motivó entonces a Lula a hacer este llamado, y por qué sigue siendo relevante hoy?
Mostrar más
Una alianza guiada por intereses
El Movimiento de Países No Alineados surgió de los países del sur global que, durante la Guerra Fría, no querían alinearse ni con la OTAN ni con el Pacto de Varsovia. Fue fundado en septiembre de 1961 en Belgrado, entonces la capital de Yugoslavia.
A invitación del presidente yugoslavo Josip Broz Tito, jefes de Estado y de gobierno de 25 países firmaron una declaración a favor del desarme y la desescalada. Este texto se basaba en los Panchsheel, los cinco principios de la coexistencia pacífica, inspirados en la Carta de la ONU y en las luchas anticoloniales por la independencia.
Los Panchsheel habían sido formulados por Jawaharlal Nehru, primer ministro de la India desde su independencia en 1947, y Zhou Enlai, jefe de gobierno de la recién creada República Popular China en 1949, como base del acuerdo sobre el Tíbet firmado en 1954.
Los cinco principios establecían:
- Respeto mutuo de la soberanía y la integridad territorial de los Estados.
- No agresión.
- No injerencia en los asuntos internos de otros países.
- Cooperación política y económica en pie de igualdad.
- Fomento de la coexistencia pacífica a nivel bilateral e internacional.
En otras palabras: los Estados miembros, como naciones soberanas, reconocían mutuamente sus fronteras, se comprometían a no intervenir en los asuntos internos de los demás ni a agredirse entre sí. A la vez, cooperaban y buscaban en los foros internacionales —ante todo en Naciones Unidas— cómo contribuir a la paz mundial.

Entre ideales y realismo
Los Países No Alineados surgieron como un movimiento basado en valores, nacido de las luchas anticoloniales durante la descolonización. Sus “padres fundadores” fueron Tito, Nehru y el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser. Su objetivo era unir a los países postcoloniales para hacer frente a las superpotencias durante la Guerra Fría.
Nehru apostó desde el principio por una política exterior activa. En la Conferencia Afroasiática de Bandung, en Indonesia, en 1955, logró que se invitara a la entonces aislada República Popular China. La reunión tuvo un gran valor simbólico, al celebrar la solidaridad de los Estados soberanos de Asia y África. Sin embargo, los intereses de los participantes eran muy distintos. La política de Nehru hacia China fracasó de manera notable: los conflictos por las fronteras en el Himalaya y la huida del Dalai Lama a la India en 1959 generaron disputas que todavía perduran.
En busca de alternativas para su visión de una alianza no alineada y solidaria, Nehru encontró en Tito y Nasser unos posibles socios. Tito, héroe de la Segunda Guerra Mundial, representaba a un país europeo y había vivido largo tiempo en la Unión Soviética. Priorizó la independencia de Yugoslavia sobre la lealtad a Moscú y se atrevió a romper con Stalin en 1948.
Nasser llegó al poder en 1952 mediante un golpe militar en Egipto. En 1956 nacionalizó el canal de Suez, entonces controlado por Gran Bretaña, provocando la crisis de Suez. Fue la cara del panarabismo secular y una fuerza que impulsó la Organización de la Unidad Africana (OUA).
Gracias a los Países No Alineados, este trío carismático logró formar una alianza que organizaba a los países del sur global en el panorama mundial y que, por su gran número, podía influir en las votaciones de la Asamblea General de la ONU. Las superpotencias, claro, no estaban nada contentas.
El declive de los Países No Alineados
Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética trataron de atraer a los miembros del movimiento mediante intimidación, créditos y suministros de armas. Tito destacó como mediador en la política mundial, recibiendo a los líderes más poderosos en su residencia de verano en Brioni y facilitando acuerdos. Logró impedir hasta el final que la Unión Soviética infiltrara su obra: en 1979, poco antes de su muerte, viajó a la cumbre de los No Alineados en La Habana y puso en su lugar a Fidel Castro, que promovía a la URSS como “aliado natural” del movimiento. Una alianza así habría destruido la idea misma de la no alineación.
Con la muerte de Tito en 1980 desapareció el último de los padres fundadores. Los Países No Alineados perdieron influencia, aunque su número siguiera creciendo. Los Panchsheel se volvieron meramente simbólicos, y sus cinco principios se aplican solo cuando conviene. Más allá de las cumbres regulares, lo que sigue siendo relevante es sobre todo el bloque no alineado en la ONU, una plataforma diplomática donde representantes de Estados enfrentados pueden reunirse de manera discreta.
BRICS: una alianza llena de tensiones
¿Qué quiso decir el presidente brasileño al llamar a los BRICS “herederos de los Países No Alineados”? Los BRICS son un grupo formado en 2006 por Brasil, Rusia, India y China, que reúne a países influyentes fuera del bloque occidental. Sus orígenes se remontan a una iniciativa del exministro de Exteriores ruso Evgueni Primakov, quien, tras el colapso de la Unión Soviética, buscaba una alianza con China e India para equilibrar la influencia de Estados Unidos.
A diferencia de los actuales Países No Alineados, la importancia geopolítica de los BRICS es innegable. La visión de Primakov de crear un contrapeso frente a Occidente se está concretando hoy, especialmente a raíz de los ataques poco diplomáticos de Trump contra el orden mundial basado en normas.
¿Qué importancia tienen los BRICS para Suiza? Más información al respecto aquí:

Mostrar más
Suiza evalúa riesgos y oportunidades frente a los BRICS
Las agendas políticas de los países BRICS difieren considerablemente: China, Rusia e India, como ya se sabe, persiguen intereses de poder propios. En el marco del proceso de ampliación, este año se incorporó a los BRICS, entre otros, Indonesia, país anfitrión de la Conferencia de Bandung de 1955.
Además, los BRICS han invitado a 13 países —mayoritariamente del sur global— a sumarse como socios. Con ello, el presidente brasileño ha rendido homenaje a los Países No Alineados y ha apelado de manera eficaz a la antigua solidaridad entre los Estados postcoloniales. Lula da Silva no escatima críticas: denuncia los conflictos que se intensifican en todo el mundo, el desprecio por el derecho internacional y las violaciones de la soberanía de Ucrania e Irán. Al mismo tiempo, responsabiliza a la OTAN del aumento acelerado del gasto militar.
A diferencia de los Países No Alineados, Rusia sí forma parte de los BRICS. Si el bloque quiere considerarse heredero del movimiento original, debería respetar los principios del Panchsheel, especialmente el de no agresión, incluso frente a Ucrania. Este parece ser, en parte, el sentido detrás del llamado de Lula da Silva.
Por otro lado, muchos países no europeos mantienen una postura neutral frente a la guerra en Ucrania y, de manera implícita, aceptan las aspiraciones de poder de Moscú. En cambio, los Estados europeos, como parte del bloque occidental, y los antiguos países del Este no se perciben como “Estados postcoloniales”. Por ello, existe poca conciencia sobre sus traumas históricos y sus problemas de seguridad. La expansión de la OTAN hacia el Este se interpreta automáticamente como una amenaza a los intereses de seguridad de Rusia.
Los países europeos harían bien en mostrar mayor independencia y tratar a los nuevos Estados BRICS en igualdad de condiciones, explicándoles los intereses y preocupaciones de los antiguos países del Este a través de los principios del Panchsheel y tomando como ejemplo la experiencia de los Países No Alineados.
Editado por Benjamin von Wyl. Adaptado del alemán por Carla Wolff.
Las opiniones de la autora no reflejan necesariamente las opiniones de SWI swissinfo.ch.

Mostrar más
Nuestro boletín sobre política exterior

En cumplimiento de los estándares JTI
Mostrar más: SWI swissinfo.ch, certificado por la JTI
Puede encontrar todos nuestros debates aquí y participar en las discusiones.
Si quiere iniciar una conversación sobre un tema planteado en este artículo o quiere informar de errores factuales, envíenos un correo electrónico a spanish@swissinfo.ch.