Héctor Llaitul, una vida en lucha: de combatir a Pinochet a la causa mapuche
Santiago de Chile, 24 ago (EFE).- Rostro más visible de la lucha armada mapuche, que defendió meses atrás, y carismático líder que sufrió torturas en tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), Héctor Javier Llaitul Carrillanca es uno de los personajes más controvertidos del sur de Chile.
Capaz de moverse de forma libre, en los últimos meses la oposición de derecha presionó para que se practicara una detención que el anterior Gobierno, liderado por Sebastián Piñera, no realizó pese a que los delitos que se le imputan -robo de madera y violación de la seguridad del estado- se cometieron presuntamente en 2020.
Un arresto que se produjo este miércoles, en medio de una escalada del conflicto ancestral que mantiene colonos, el Estado chileno, comunidades mapuches y empresas forestales multinacionales que explotan bosques milenarios, y a menos de 15 días del plebiscito en el que los chilenos decidirán su aprueban o rechazan la nueva Constitución.
Asimismo se le responsabiliza de sabotajes y ataques incendiarios ocurridos en las regiones de La Araucanía y el Biobío.
Nacido el 19 de noviembre de 1967 en la ciudad de Osorno, en la región meridional de Los Lagos, Llaitul estudió Trabajo Social en la Universidad de Católica de Valparaíso, donde se unió al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), uno de los grupos que sufrió la mayor y más violenta represión tras el golpe de Estado que en 1973 derrocó al Gobierno democrático de Salvador Allende.
En la década de 1980 se sumó al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), una organización armada a la que se vinculó con el Partido Comunista en tiempos de la dictadura.
FUNDADOR DE LA CAM
En 1998, ya casado con Pamela Pezoa Matus -es padre de cuatro hijos- y con la democracia de regreso a Chile, Llaitul abrazó la lucha mapuche y con líderes de diversas comunidades de este pueblo originario fundó en la localidad de Tranaquepé la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), uno de los grupos violentos más beligerantes.
En la cúpula de la organización lo acompañaron líderes como Ramón Llanquileo, arrestado en enero de 2007 y sentenciado a 5 años por un ataque incendiario en la localidad de Ercilla, y José Huenchunao, capturado dos meses después.
Seis años antes, el propio Llaitul había sido detenido tras un supuesto enfrentamiento con unidades del cuerpo de Carabineros (Policía militarizada) en el que resultó levemente herido y fue condenado a 541 días de cárcel por una infracción a la Ley de Seguridad del Estado.
Volvió a ser detenido en mayo de 2002 en Traiguen bajo la acusación de pertenencia a banda armada e incendiar instalaciones del aeródromo de Tirua, entre otros delitos, pero fue dejado en libertad condicional, lo que aprovechó para regresar a la clandestinidad.
El 21 de febrero de 2007 volvió a ser detenido, esta vez en Concepción por efectivos de la Policía de Investigaciones (PDI), encarcelado y enviado a juicio.
Tras más de un año de proceso, fue absuelto de todos los cargos por los tres jueces del Tribunal Oral de la ciudad central de Temuco.
OPERACIÓN HURACÁN
En septiembre de 2017, salió a la luz la controvertida «Operación Huracán», realizada por los Carabineros de Chile y que pretendía demostrar que Llaitul era el cerebro gris de los sabotajes y ataques incendiarios en La Araucanía, Biobío y Los Rios.
El líder mapuche fue detenido de nuevo y puesto una vez más en prisión preventiva, pero fue liberado después de que se detectaran irregularidades en el proceso.
Según se informó entonces, la Fiscalía de Chile encontró anomalías en la información y las pruebas aportadas por la Dipolcar (Inteligencia de Carabineros), lo que condujo a una denuncia por falsificación de instrumento público y/o implantación de pruebas falsas y la renuncia del general Gonzalo Blu, responsable de Carabineros.
En octubre de 2021, en una entrevista exclusiva con Efe en La Araucanía, Llaitul declaró que «la guerra no interesa a nadie» y negó la participación de la CAM en algunos de los actos violentos que se le imputaban.
«Nosotros hacemos sabotaje, no violencia irracional. No atacamos agricultores ni a la sociedad chilena en general. De hecho, en el último tiempo nos han endosado responsabilidad respecto de crímenes en los que no hemos tenido nada que ver y hemos sido muy claros a la hora de negar nuestra participación», afirmó.
LUCHA ARMADA
En la misma entrevista, también hizo una apología de la violencia y la lucha armada, declaraciones que repitió en abril de este año y que desataron una ola de críticas de la oposición.
«La asumimos como absolutamente necesaria a la hora de confrontar un sistema de opresión que nos arremete también en un plano de violencia política, no solo a la hora de las persecuciones o la criminalización sino a nivel estructural a la hora de la negación de derechos», dijo entonces a Efe.
En junio, en una reunión en Peñalolen, en Santiago de Chile, Llaitul aseguró en público que el robo de madera servía para la financiación de la lucha, uno de los delitos que ahora se le imputan y que se suman a una querella puesta por le Gobierno actual semanas antes. EFE
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