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Julio Le Parc, entre la luz y el movimiento

Afiche de la muestra de Le Parc. www.daros-latinamerica.net

Móviles, proyecciones, esculturas que vibran y juegos lumínicos, son las creaciones de este artista argentino, uno de los grandes experimentadores del arte cinético de los años sesenta.

Más de cuarenta obras reunidas en la Galería Daros de Zúrich, invitan al espectador a entrar en un mundo mágico animado por juegos de luces y formas.

Una verdadera sinfonía de movimiento acompañada con una lluvia luminosa surge en las amplias salas de esta galería. Su fin es el de reflejar una realidad inestable, aleatoria, llena de vida, que se opone a la existencia fija de los hombres, estática, reglamentada toda a través de reglas sociales y mentales.

Nacido en Argentina en 1928, Julio Le Parc emigró en busca de luz nada menos que a la “Ciudad Luz”, París, en 1958, donde continúa viviendo y desarrollándose como artista hasta hoy día.

Una constelación luminosa

Las obras de Julio Le Parc sorprenden por su extraordinaria inventiva y la riqueza de posibilidades formales que propone en cada una de sus instalaciones. Pero también hay en ellas un innegable sentido estético y un humor muy presentes.

Los materiales que emplea en sus creaciones varían de una a otra. Por ejemplo, se encuentran frecuentemente en su composición finas láminas de metal, de plexiglás, de cristal, de plástico, cintas de papel o espejos, para reflejar al infinito un universo en perpetuo movimiento.

Sus aparatos mecánicos y máquinas eléctricas ponen en marcha una constelación de luz y color en la cual se pierden los límites y las fronteras de las cosas. El espacio se dobla y se desdobla para invitar al visitante a habitarlo bajo una nueva forma.

El mundo que presenta este artista escapa de cualquier interpretación específica, puesto que todo cambia con la luz y fluye con el movimiento.

Las obras cinéticas de Julio Le Parc no dejan de proponer nuevas experiencias al público, ya que los efectos que crea son del todo casuales. Esta es una manera de reflexionar sobre lo inestable de la realidad y sobre el fluir de la vida con sus múltiples refracciones y reflejos.

Un mago de la dinámica

Carismático y seductor pero también con un espíritu lo suficientemente abierto, este creador argentino trata de romper con la existencia reglamentada del hombre, sujeta a leyes, reglas, patrones de vida y convenciones sociales que el mundo le impone desde afuera. Por este motivo desea que el público participe sin temor en el seno mismo de la obra de arte.

Julio Le Parc persigue con sus obras cinéticas incluir totalmente al espectador en el centro de la creación. Como ejemplo está en la Galería Daros su “Laberinto”, construido con espejos. El público se introduce en él curioso por encontrar la salida y no quedarse atrapado en ese circuito de sombras y reflejos temblorosos.

Hay que decir que el visitante se siente desde el primer momento estimulado a participar activamente con sus ojos, oídos y el cuerpo entero, en esas presentaciones de luz y movilidad que encierran una atmósfera mágica y resplandeciente.

El dinamismo de Le Parc está muy lejos de querer imponerse con un determinado punto de vista, ya que sus esculturas, instalaciones o proyecciones, vibran, brincan y saltan constantemente. Por eso este argentino afirma: “lo importante es lo que la gente ve y no lo que alguien diga al respecto”

En esto radica el aspecto profundamente humano de su arte, y también político, puesto que se trata de una obra concebida de un modo liberal, democrático, respetuoso del punto de vista de los otros y antiautoritario, enemigo de hacer un culto a la personalidad del artista.

Un arte visual

Hacia finales de los años cincuenta varios creadores se lanzaron a hacer composiciones móviles ejecutadas con motores eléctricos, que de alguna manera anunciaban un cambio en la percepción visual del arte. Entre ellos se encontraban Yaacov Agam, Pol Bury, Rafael Soto y Jean Tingely.

Poco después, en 1960, se fundó el “Groupe de Recherche d’Art Visuel” (GRAV) del cual formaban parte Julio Le Parc y otros artistas suramericanos llegados a París.

El grupo se transformó con el tiempo en el llamado “Arte Lumino-Cinético”, que se servía principalmente de la luz y del movimiento en sus creaciones. Esto provocaba la modificación constante de la obra de arte y, por consecuencia, ésta perdía su carácter fundamental de estabilidad y permanencia.

Por otro lado, con este nuevo modo de percibir la obra artística, en vez de recibir la luz desde un punto del exterior, podía convertirse también en un cuerpo que emitía luces.

En 1966 Julio Le Parc recibió el Gran Premio de la Bienal de Venecia por sus polifacéticas creaciones, aunque esa misma fecha marca el fin de esta tendencia artística que desaparecerá definitivamente en 1970.

La exhibición “Le Parc Lumière” en la Galería Daros permanecerá abierta para iluminar al público hasta el 9 de octubre de 2005.


swissinfo, Araceli Rico.

Nacido en 1928, Le Parc dejó Argentina en 1958 para instalarse en París, ciudad donde se formó y consagró.

Sus obras se exponen en Zúrich hasta el 9 de octubre.

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