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Kandahar y aquellos que la abandonan

Punto de control en la provincia de Kandahar. Reuters

La periodista Anne Nivat visitó la ex capital talibana en víspera de las elecciones generales en Afganistán. (Reportaje, segunda de tres partes).

Desde el inicio de mis reportajes en Afganistán me ordenaron evitar desplazarme por mis propios medios a Kandahar, la ex capital talibana, la segunda ciudad del país donde el mullah Omar había hecho edificar su kitschissima (de muy mal gusto) quinta, convertida hoy en cuartel general ultra secreto y altamente vigilado por la CIA.

Cuando, a pesar de todo, acudí a ese lugar en junio de 2008, no lo hice por la carretera, ya que el afgano que me acompañaba me había disuadido de hacerlo (el autobús que debíamos abordar esa mañana había sido detenido en el camino por los talibanes que se divertían eligiendo al azahar a los “buenos” y los “malos” con base en los documentos de los pasajeros que revelaban si eran o no funcionarios del Estado. Es decir, enemigos o no.

Algunas horas antes de la llegada de mi avión, la ciudad había vivido momentos intensos: más de 1500 presos talibanes se habían escapado de la prisión principal de la ciudad cuya tapia de tierra arcillosa –como lo constaté bajo mi burqa azul-, no había resistido a la dinamita de los kamikazes.

La mayoría de los pasajeros, mercenarios extranjeros

Aterrizo en el horno acostumbrado e inmediatamente me coloco el velo íntegro – cuidadosamente conservado entre las dos visitas – para penetrar en una ciudad fantasma, donde las fuerzas mismas de seguridad han sido superadas: la víspera, el 29 de junio, una descarga de fusilería estalló a la luz del día, en la oficina del juez principal de la ciudad.

¿De qué se trató? Nada especial, responden los lugareños, acostumbrados a un nivel de violencia que no es el nuestro.

Era sólo que el jefe de la Policía de Kandahar había sido ultimado por miembros afganos de las fuerzas especiales (encargados, justamente, de resguardar el edificio de la CIA), descontentos porque uno de los suyos había sido arrestado bajo la sospecha de dirigir una jugosa red de pasaportes falsos.

Sobrepasando sus derechos, ávidos de hacerse justicia por propia mano y conscientes de la posibilidad de hacerlo, estos mismos mercenarios no vacilaron en dejar su puesto de trabajo para ir a la ciudad a cumplir el sucio trabajo. Más de un mes más tarde, en plena campaña electoral, el asunto ha sido totalmente asfixiado por Ahmed Wali Karzaï, el hermano menor del presidente Hamid Karzaï, presidente del consejo provincial.

En cinco años, tres gobernadores

Desde su nombramiento en 2005, el hermano del presidente está cada vez más desprestigiado por su violenta administración (numerosos pobladores se quejan de extorsión), pero sobre todo por sus presuntos lazos (no probados) con la mafia de la droga, y su consecuente riqueza.

En cinco años, la región cambió tres veces de gobernador, el más reciente se llama Touryalaï Weesa, fue elegido por su lealtad hacia el hermano del presidente, lo que genera la ira de los pocos contestatarios entre los comerciantes y los grandes empresarios de la ciudad.

De todo esto yo había sido advertida antes de mi llegada a Afganistán por un kandahari obligado a atrincherarse en Dubái porque considera demasiado peligroso, para él y su familia, residir en el mismo lugar. Pero yo no pensaba que sus palabras estuvieran tan apegadas a la realidad.

Integrante del grupo de los 10 empresarios principales de Kandahar, este hombre -que prefiere guardar el anonimato por la seguridad de sus 150 empleados en esta ciudad-, no se muerde la lengua:

“Hoy, mi buena ciudad de Kandahar ya no tiene alma porque numerosos intelectuales, hombres de negocios y líderes influyentes fueron secuestrados o asesinados en los dos últimos años. Eliminaron a los hombres capaces.

“Les exigen convertirse en miembro de la mafia talibana, lo que es el caso de la inmensa mayoría de los funcionarios del gobierno local, para escapar de su propia muerte.

“O tienen que irse. Fue mi elección, porque no quiero darles dinero ni plegarme a sus exigencias”.

Rodearse de 15 guardaespaldas… no es la vida que quiero

El hombre había vuelto a establecerse en Afganistán en 2002 después de haber vivido en Karachi (Pakistán) y luego de casi una década de estancia en Estados Unidos. Forzado a la extrema discreción cuando está en la ciudad, se desplaza sólo en un coche poco llamativo, conducido por un chófer de edad y hadji (que efectuó la peregrinación a la Meca), lo que garantiza un cierto respeto.

Desconfiando, duerme en casa de sus amigos, nunca los mismos, y limita lo menos posible sus desplazamientos:

“Otros hombres de negocios que se quedaron han sido obligados a contratar de manera permanente a unos diez o quince guardaespaldas, fuertemente armados, y se desplazan en coche blindados. Esa no es la vida que quiero…”

Apasionado del deporte, kandahari de corazón, el empresario patrocinó durante un tiempo al equipo de fútbol de la ciudad y lamenta que en 2009 sus jugadores estén obligados a quedarse en su casa por falta de seguridad en los terrenos (¿quién se desplazaría hoy para una manifestación en un lugar público?). ¿Votará? Ciertamente, pero no por Karzaï.

Sin embargo, hace cinco años, todos los miembros de su familia sin excepción habían sostenido al patún Hamid Karzaï. Decepcionado, su opinión sobre la comunidad internacional es inapelable: “los extranjeros están equivocados, tienen contactos sólo con aquellos que les mienten y quieren despojarlos. Los rusos se equivocaron actuando de ese modo, y perdieron… Las elecciones no serán transparentes, todo el mundo lo sabe”.

“En los pueblos, nadie se desplazará a las casillas electorales, pero las urnas serán rellenadas. ¡Cuando pienso que en Dubái, funcionarios del Estado pueden tranquilamente ir a pasearse en los centros comerciales con su familia, mientras que aquí, cuanta más policía se ve en las calles, más fuerte es la inseguridad!

Anne Nivat, Rue89/swissinfo.ch, à Kandahar
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

Dos votos. Los afganos eligen el jueves (20.08) presidente, por segunda vez en su historia, así como a representantes en los 34 consejos provinciales (un par por provincia) del país.

Alrededor de 17 millones de personas se registraron en los padrones electorales.

Preferido. El Presidente Hamid Karzaï es favorito ante sus adversarios: Abdullah Abdullah, ex Ministro de Asuntos Exteriores; Ashraf Ghani, economista internacionalmente respetado; el antiguo Ministro Ramazan Bashardost.

Las casillas de voto estarán abiertas entre las de 07:00 (02H30 GMT) y las 16:00 (11H30 GMT).

Los resultados preliminares debería conocerse entre el 3 y el 16 de septiembre. Salvo algún contratiempo, el resultado final debería anunciarse el 17 de septiembre de 2009.

Una segunda vuelta podría organizarse el 1 de octubre para desempatar a los dos candidatos presidenciales que obtuvieran más sufragios.

Un observador. Suiza apoya el proceso electoral en Afganistán. La semana pasada desbloqué dos millones de francos y enviará a un observador in situ.

Cooperación. Desde 2002, Suiza ha consagrado un promedio de 20 millones por año al desarrollo de este país, que cuenta con un programa especial de la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo. Las prioridades de esta ayuda suiza son la mejora de las condiciones de vida de los afganos, la buena gobernanza y la protección de la población.

Expatriados. En 2007,183 Suizos vivían en Afganistán.

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