
La caza tradicional de aves en Egipto, entre la tradición y la amenaza de la extinción
Ali Mustafa
Bir al Abd (Egipto), 2 oct (EFE).- Cerca de la costa del lago de Al Bardawil en la ciudad de Bir Al Abd, en la provincia nororiental egipcia Norte del Sinaí, Salem, de 26 años, se levanta al amanecer para recoger las aves que atrapa con redes instaladas en la ribera, una técnica centenaria que ahora se enfrenta a la amenaza de extinción de los pájaros que captura.
La temporada de caza de aves migratorias es la época más importante en la provincia egipcia de Norte de Sinaí; es cuando sus habitantes colocan sus redes a lo largo de la costa, tal y como han hecho desde tiempo inmemorial -y que incluso puede verse en los relieves de tiempos faraónicos- para cazar las aves migratorias provenientes de Europa entre los meses de agosto y noviembre.
Nuevas tecnologías, la sobrecaza, la escasa regulación y vigilancia y el incumplimiento de tradiciones como nunca cazar a los pájaros migratorios en su camino de regreso a Europa han causado que esta práctica, que muchos pobladores necesitan para obtener alimento y algún ingreso extra durante la temporada, esté causando la desaparición de las especies de las que depende.
Costumbre
Nasar, de 23 años, se sienta con su amigo Salem en los lugares donde han puesto las trampas, charlando y trasnochando como de costumbre antes de que cada uno empiece a recoger las aves de las redes para luego ir a su trabajo.
Desde que tenía diez años, Nasar se dedica a esta práctica, que como contó a EFE comienza «antes del inicio de la temporada con la preparación de los materiales».
«Preparamos vigas de madera y redes para montar las trampas, ya que cada red cambia según el tipo de aves; algunas son para los pequeños pájaros, otras para codornices y otras para palomas o la llamada tórtola europea», dijo.
La tórtola, una de las aves más escasas, es también de las especies más difíciles de atrapar por la agudeza de su vista. El cazador normalmente depende de que las aves no vean las redes, sin embargo para la tórtola «tienes que disimular para tirarle la red sin que te vea, por eso la tórtola se vende a precio caro que puede llegar a 600 libras por cada una».
La migración estacional de aves se efectúa desde el norte hacia el sur en otoño, y de sur a norte en primavera. Ahí las aves buscan alimentos y esquivan el frío del invierno europeo y asiático, después evitan el calor del verano de África y el sur de Asia.
En ese tránsito es cuando se topan con las redes de los cazadores en la costa del mediterráneo.
Técnicas dañinas
El fotógrafo de la vida silvestre y miembro de la Asociación Egipcia Para Proteger la Naturaleza, Ahmed Wahid, explicó a EFE que «antes la gente que cazaba aves ponía las redes, y lo que caía ya era su sustento. Bastaba con eso. El resto de aves proseguía su viaje y regresaba para reproducirse en primavera».
«Imagínate ahora que atraes estos números que escapaban de las redes mediante las altavoces. Los que siguen su camino migratorio son menos, y como consecuencia, se reproducen menos parejas, y producen menos polluelos», indicó Wahid.
Según él, este es el motivo por el que el número de aves migratorias ha disminuido, ya que se están empleando altavoces para atraer más aves a las redes, que luego son vendidas.
Nasar no lo ve así, e indica que la caza es una fuente de ingresos que se tiene que aprovechar. Para él, el problema está en que algunos cazan las aves mientras están en su viaje de regreso hacia Europa, que llaman «Al Ragei» (el que retorna), lo que tradicionalmente está mal visto.
Según Wahid, la tórtola es el ave que más está en riesgo, que según la Unión Internacional de Protección de Naturaleza (IUCN), ya se encuentra en peligro de extinción. Los propios cazadores afirman que su número ha bajado de forma notablemente los últimos años.
Cada año, las autoridades locales emiten comunicados con los reglamentos de caza y las aves bajo protección.
Entre esas instrucciones está que los cazadores no pueden usar altavoces para llamar las aves, o que el cupo autorizado por persona es de 50 pájaros. No hay fiscalización.
Eso no se ajusta a las cifras que se venden a diario por los comerciantes de caza, como afirmó a EFE Rasmi Eid, que compra piezas a los cazadores para limpiarlas y revender su carne por toda la región.
Rasmi no sabe de un número exacto de las aves que procesa, pero dice que «probablemente 10 cajas de aves a diario, según el tamaño del ave», sin incluir lo que se vende o consume dentro del Sinaí. EFE
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