La fragilidad estatal y el tráfico de drogas nutren el yihadismo en el Sahel
Lydia Hernández Téllez
Madrid, 12 jul (EFE).- África Occidental se ha convertido en el principal foco mundial de terrorismo, donde la fragilidad estatal y el tráfico de drogas nutren al yihadismo en el Sahel, según las investigadoras Ana Aguilera y Marta Summers.
El Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET) ha publicado, junto al Ministerio de Asuntos Exteriores español, sus últimos informes sobre el terrorismo en el África Occidental, de los que Aguilera y Summers son las autoras.
“El terrorismo en la zona comenzó hace poco más de diez años, en el marco de la que sería la cuarta insurrección tuareg en Mali”, explica a Efe Summers, autora del informe «La fragilidad estatal como facilitador del terrorismo en África Occidental».
PAÍSES SIN ESTADO
“Procedían de Argelia y aprovecharon esta revuelta local para implantarse en territorio maliense; esa fue su puerta de entrada a la franja del Sahel”, agrega.
“Estos países muestran los índices de fragilidad más altos del mundo. Encontramos zonas muy frágiles, muy problemáticas en las que se acaba generando un caldo de cultivo perfecto para la llegada de estos grupos terroristas”, denuncia.
Las organizaciones yihadistas llegan a unos territorios en los que, según Summers, “los gobiernos tienen verdaderas dificultades para cumplir con sus deberes de desarrollo y de proveerle a la población unas condiciones básicas de vida”.
Necesidades que los terroristas se encargan de cubrir, postulándose como “un actor alternativo al Gobierno legítimo para proveer esos servicios que la población no tiene”, apunta.
“Se gana así su apoyo o, al menos, la aceptación de la población, que cede a que ellos se encuentren allí”, agrega.
La investigadora afirma que el terrorismo yihadista es la principal corriente de la región, “pero también vemos cómo otros tipos de violencia de carácter más local interactúan con el terrorismo”.
Su estudio demuestra que “la violencia ha crecido según crecía el terrorismo”, puesto que “el estado de nerviosismo y de emergencia que surge ante la amenaza terrorista” causa una respuesta de los ejércitos y fuerzas de seguridad, “mal formados y mal capacitados”.
«En ocasiones se ceban contra la población civil, perpetran masacres sin dar opción a juicio, sin un correcto intercambio de inteligencia, sin interrogar, sin investigación”, lamenta.
Los yihadistas también se aprovechan de los conflictos interétnicos para ganar adeptos, influyendo principalmente en enfrentamientos entre comunidades ganaderas (nómadas) y agricultoras (sedentarias).
“Los grupos terroristas apoyan a uno de ellos y les ayudan a dominar ese territorio fértil», observa. A cambio, les piden unirse a sus filas: «los jóvenes de estas comunidades ven cómo sus problemas los están resolviendo los yihadistas, no el ejército, no el gobierno, no la policía. Ceden para mejorar la situación y a cambio los yihadistas ganan compañeros”.
EL PAPEL DEL CRIMEN ORGANIZADO
Aguilera, encargada por su parte del estudio «Tráfico de drogas y yihadismo en África» ̧ expone a Efe que el foco terrorista “se ha desplazado desde los enclaves de Irak y Siria hacia países del Sahel especialmente”.
Los terrorista se aprovechan también del tráfico de drogas de la región, en una relación “de conveniencia” con organizaciones criminales.
“Cooperan porque los beneficios son mayores. El crimen organizado paga impuestos para transportar su mercancía y a cambio los flujos de tránsito y los beneficios son mayores. El yihadismo también recibe más dinero a sus arcas”, señala.
La situación preocupa, según Aguilera, porque “estamos viendo una tendencia de consumo doméstico muy fuerte en África. Eso significa que el tráfico de drogas está para quedarse”.
Aguilera afirma que si bien hay muchos mecanismos encargados de perseguir la delincuencia organizada, “no existe ninguno a día de hoy que se encargue de perseguir ambos”, debido a “la falta de intercambio de información entre estados, que impide conocer el grado de amenaza real”.
LA LUCHA ANTITERRORISTA
Enfrentarse a la amenaza terrorista desde estos países, según Summers, es complicado, porque “estamos pidiéndole a un sistema mucho más de lo que puede dar: no tienen sistemas de seguridad bien nutridos”.
En ese punto entran los programas de cooperación internacional, que comenzaron a principios de 2013 para “capacitar a los ejércitos y fuerzas de seguridad africanas”, pero “son proyectos muy a largo plazo y la amenaza está avanzando mucho más rápido que los resultados de la respuesta”.
Aun con ello, Aguilera defiende que países de Occidente como España “no pueden permitirse no intervenir en un caldo de cultivo que se está gestando y que va a tener consecuencias muy severas para la paz internacional”.
“El flanco sur es muy importante para nuestra seguridad y es importante dar todavía una respuesta y no dejarlo a la voluntad de otras partes”, concluye. EFE
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