La operación turca en Siria entra en su segundo mes sin final a la vista

La ofensiva turca para expulsar a una milicia kurda del enclave de Afrin, en el noroeste de Siria, entra este martes en su segundo mes sin que se vislumbre su final, en un contexto de fuertes tensiones con Estados Unidos.
La operación «Rama de Olivo», lanzada por el ejército turco con la ayuda de rebeldes sirios, se dirige contra las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas, aliadas claves de Washington en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico en Siria, a las que Turquía califica de «terroristas».
Aunque reconoció haber perdido a 32 soldados, el gobierno de Ankara insiste en que la ofensiva avanza «según lo previsto». El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, afirmó el sábado que el ejército turco y los rebeldes sirios habían conquistado una zona de 300 km2 en la región de Afrin.
Según la organización Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), las fuerzas turcas controlan 35 pueblos de Afrin, situados en su mayoría en el norte de la región.
Unos 240 combatientes proturcos y cerca de 200 miembros de las YPG murieron desde el inicio de la operación, afirma el OSDH, que añade que los combates se cobraron la vida de 94 civiles, una información desmentida por Ankara.
«Hay que distinguir entre la retórica política, incluso la propaganda política, y la realidad en el terreno», afirma Jana Jabbour, experta en Turquía asociada al instituto de Estudios Políticos de París.
«Turquía tiene dificultades para avanzar» en Afrin, a causa de la «muy buena organización de las fuerzas kurdas [de las] YPG y de su gran combatividad», explica.
«Ignoramos cuánto tiempo durará la resistencia», admite Abdulá Agar, un analista militar turco, que asegura que el ejército de su país aún no entró en la ciudad de Afrin debido al riesgo para los civiles.
Pero, aunque Turquía sólo conquistó «aproximadamente el 15% del territorio» del enclave de Afrin, la operación ha tenido un fuerte impacto sobre la moral de los combatientes kurdos, considera.
– ‘Orgullo nacional’ –
«A pesar de las dificultades de Turquía para lograr avances reales en el terreno, el Gobierno y el presidente Erdogan alzan la voz y recurren a una retórica con la que pretenden avivar el orgullo nacional de los turcos y reunir a la población en torno al poder», dice Jabbour.
Cualquier crítica pública contra la operación militar se castiga con dureza. Según el ministerio turco del Interior, 786 personas fueron detenidas por haberse manifestado contra la ofensiva o «hacer propaganda en las redes sociales».
En el ámbito diplomático, la intervención ha tensado las relaciones entre Ankara y Washington, y Turquía amenazó incluso con avanzar hasta Minbej, a un centenar de kilómetros al este de Afrin, donde militares estadounidenses se encuentran desplegados junto con las YPG.
Para intentar reconducir la relación con un país aliado en la OTAN, el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, estuvo el jueves y el viernes en Ankara, donde mantuvo reuniones maratonianas con Erdogan y su ministro de Relaciones Exteriores, Mevlüt Cavusoglu.
Tras esa visita, ambos países acordaron trabajar «juntos» en Siria para superar su crisis y encontrar cuanto antes una solución para la ciudad estratégica de Minbej.
Además de sus desacuerdos con Washington, Turquía debe tener en cuenta los intereses de Rusia, aliada clave del régimen de Damasco, que controla el espacio aéreo del norte de Siria.
Aunque Moscú dio su acuerdo tácito a la ofensiva de Afrin, no dudó en mostrar su descontento con Turquía, cerrando el espacio aéreo en el norte de Siria durante días, después de que uno de sus aviones fuera abatido en una de las llamadas «zonas de distensión» vigilada por observadores militares turcos.
El régimen sirio podría complicar aún más la situación, ya que anunció el lunes el envío inminente de fuerzas progubernamentales a Afrin para contrarrestar la ofensiva turca.
Según los medios turcos, Erdogan avisó a su homólogo ruso, Vladimir Putin, de que todo apoyo del régimen sirio a las YPG «tendrá consecuencias».