
La Plaza de los Rehenes vibra de euforia con israelíes que celebran el alto el fuego
Yael Ben Horin
Tel Aviv, 9 oct (EFE).- Cientos de israelíes permanecen congregados este jueves en la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv para celebrar entre bailes, cánticos y un ambiente de euforia el anuncio del alto el fuego en Gaza y el regreso de los 48 rehenes.
«¡Hoy es el último día aquí! ¡Pronto no se podrán comprar más rosquillas en la plaza!», grita un vendedor ambulante mientras se abre paso entre la multitud. A su reclamo estallan ululaciones y risas mientras le entregan monedas para comprar botellas de agua.
La conocida como la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv, donde las familias de secuestrados y asesinados han situado su cuartel operativo desde el 7 de octubre de 2023, vibra con una alegría diametralmente opuesta a las lágrimas que empañaban la atmósfera hace apenas dos días, durante el segundo aniversario de los ataques de Hamás que causaron 1.200 muertos.
Jubilados y reservistas
Cientos de israelíes van y vienen a lo largo de este jueves laborable para celebrar la noticia del inminente regreso de los 48 secuestrados, de los que se estima que solo 20 siguen con vida.
«Nos levantamos con alegría porque lo primero que queremos es que los secuestrados regresen a casa. Después, si se para la guerra, mejor. Y si se tira el Gobierno, aún más», comparte Emma, española casada con un israelí que reside en el país desde hace 30 años.
Tras ella, un coro de mujeres corea las canciones que Ester, jubilada de unos 70 años, canta acompañándose del ritmo que marca en una silla de plástico.
«He venido de muy lejos, del norte, para celebrar este día. Han sido dos años que he sentido como diez», afirma, aferrándome la mano que sujeta el micrófono.
«Hoy es nuestro deber ser felices, hoy se cierra el círculo. No he parado de rezar por este momento, los comercios de velas se han enriquecido gracias mí», dice, y añade interrumpiendo la entrevista: «¡Que Dios te bendiga!», palabras que dirige a un reservista que observa el corro con una sonrisa mientras se ajusta el arma.
«¡Mis dos nietos están ahora destinados en Gaza!», dice la anciana. «De ahí vengo, aún tengo las botas manchadas de polvo», responde el militar. El verde de su uniforme apenas se aprecia bajo la suciedad. Ester se inclina y le besa las manos.
No es el único soldado israelí que se prevé abandonará la Franja de Gaza en las próximas semanas. La propuesta de Donald Trump estipula un primer repliegue de las tropas hasta la denominada ‘línea amarilla’, y más adelante hasta la zona de amortiguación (la periferia de la divisoria, pero dentro del enclave).
Gaza, ciudad de vacaciones
Poco se habla en la Plaza de lo que deparará el futuro de Gaza tras el fin de la ofensiva: un enclave arrasado, con el 90 % de sus edificios destruidos (hospitales, colegios, viviendas) y más de 67.000 muertos, la mayoría civiles según el Ministerio de Sanidad del enclave.
En el ámbito internacional, existe un consenso de que Israel ha cometido un genocidio en Gaza, mientras que su ofensiva bélica le ha aislado cada vez más en un mundo que, sobre todo este año, se ha movilizado contra el asesinato de niños -las autoridades gazatíes calculan más de 20.000 menores muertos- y el uso del hambre como arma de guerra.
Mientras algunos grupos de personas ondean pancartas blancas adornadas con el símbolo de la paz, otros gritan que Gaza «será una ciudad de vacaciones»; siguiendo la idea de Trump de convertir el enclave mediterráneo en un centro turístico de lujo.
Geraldine, originaria de Tel Aviv, insiste en que esa no es la pregunta del día. «Lo único que importa hoy», continúa, es celebrar «el primer motivo para la esperanza en mucho tiempo».
«Mañana es mi cumpleaños y este es el mayor regalo que podría haber deseado», sonríe. «Viene a iluminar y cerrar un ciclo muy doloroso para todos. Estoy feliz», dice esta israelí. EFE
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