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Las dos Coreas abren una rendija al diálogo 25 años después de su primera cumbre

Ruy A. Valdés

Seúl, 13 jun (EFE).- Las relaciones entre las dos Coreas atraviesan su momento más frío desde el fin de la Guerra, pero una reciente serie de gestos conciliadores por parte del nuevo Gobierno del Sur y EE.UU. abren una pequeña rendija a la esperanza, justo cuando este viernes se cumplen 25 años del inicio de la primera cumbre intercoreana.

El aniversario de aquel primer encuentro, en el año 2000, entre Kim Jong-il y Kim Dae-jung, promotor de la «política del sol», llega en el punto más bajo de las relaciones intercoreanas. Los intentos de acercamiento de 2018, con las cumbres entre Moon Jae-in y Kim Jong-un, o las citas entre Kim y Donald Trump en Singapur, Hanói y la Zona Desmilitarizada, generaron titulares y redujeron tensiones, pero no dejaron avances concretos.

La desnuclearización, centro de los diálogos de 2018, ha desaparecido del discurso norcoreano. Pionyang se autodefine como Estado nuclear «irreversible», lo que plantea el dilema a la comunidad internacional de cómo reconocer esa realidad sin legitimar al régimen.

El enfriamiento ante las posturas Yoon-Biden

Desde diciembre de 2023, el régimen de Kim Jong-un declaró oficialmente a Corea del Sur como «enemigo hostil». Las oficinas de enlace están cerradas, los canales militares no responden y la cooperación militar Moscú-Pionyang ha elevado aún más las tensiones.

La anterior Administración surcoreana de Yoon Suk-yeol dio un giro radical a las políticas de acercamiento, apostando por la disuasión militar y la cooperación trilateral con EE.UU. y Japón. Esta estrategia, junto al enfoque de contención adoptado por Washington desde la llegada de Joe Biden, terminó alejando a Pionyang de cualquier intento de negociación.

«Dado que ni Biden ni Yoon mostraron interés en entablar conversaciones con Kim, era natural que Pionyang redirigiera su atención hacia socios de los que pudiera obtener beneficios, como Rusia», explica Gabriela Bernal, experta asociada del European Centre for North Korean Studies.

Pionyang prefiere a Moscú, por ahora

El fortalecimiento de los lazos entre Rusia y Corea del Norte, consolidado en un tratado de asociación estratégica firmado en 2024, ha complicado el tablero regional. El acuerdo incluye cláusulas de defensa mutua y se ha traducido en el envío de armamento y de miles de soldados norcoreanos a luchar contra Ucrania.

El conflicto en Ucrania es clave para entender la falta de voluntad de Pionyang para retomar el diálogo con Seúl o Washington, ya que Corea del Norte recibe actualmente apoyo militar, alimentario y energético de Rusia, lo que reduce sus incentivos para buscar cooperación con el Sur.

«El régimen de sanciones está prácticamente muerto, después de que Rusia vetara la extensión del panel de expertos de la ONU que supervisaba las violaciones», dice Bernal.

«Trump está actualmente distraído con Ucrania, Oriente Medio y sus guerras comerciales, por lo que no ha prestado mucha atención a Corea del Norte. En cierto modo, eso es una buena noticia para Pionyang, que puede seguir fortaleciendo sus lazos con Rusia sin interferencias».

Algunos analistas creen que esta cooperación podría ser transitoria. Según explica el experto en Corea del Norte Andrei Lankov en un artículo para el Sejong Institute, los vínculos responden a intereses tácticos vinculados a la guerra en Ucrania y al aislamiento internacional de Rusia.

La conciliación de Lee y el regreso del «amigo» Trump

En los últimos días, se han producido señales moderadas de distensión. El nuevo presidente surcoreano, Lee Jae-myung, ordenó el miércoles la suspensión de los altavoces propagandísticos a lo largo de la frontera, y su Gobierno ha expresado oposición al envío de panfletos anti-Pionyang hacia el Norte.

Corea del Norte, en una aparente medida recíproca, apagó sus propios altavoces el jueves. Seúl consideró el gesto como un paso significativo para reducir tensiones y reconstruir la confianza.

«El espíritu de la cumbre (del año 2000) puso fin a medio siglo de enfrentamientos y hostilidad, y dio paso a una transformación radical en las relaciones intercoreanas mediante la reconciliación y la cooperación», afirmó este jueves el presidente surcoreano, Lee Jae-myung, en un mensaje con motivo del aniversario de la cumbre.

Lee reconoció que en los últimos años la tensión «ha escalado hasta niveles propios de la Guerra Fría», aunque reiteró que su Administración «hará todo lo posible por lograr una península de paz, coexistencia y prosperidad».

En paralelo, desde Washington, la Casa Blanca declaró esta semana que Trump está «abierto» a retomar la correspondencia con Kim Jong-un y desea recuperar el impulso diplomático de 2018.

Durante su primer mandato, Trump se reunió tres veces con el líder norcoreano y ambos intercambiaron cartas. Sin embargo, según NK News, durante este segundo mandato de Trump, diplomáticos norcoreanos en Nueva York han rechazado múltiples intentos de recibir una nueva misiva del presidente estadounidense.

Según Bernal, solo si Corea del Sur empuja con decisión a EE.UU. a reanudar la diplomacia con Pionyang habrá una posibilidad real de diálogo y estabilidad a largo plazo en la península.

La perspectiva de una Corea unificada se vislumbra hoy más remota que nunca. En este escenario, el «espíritu del 15 de junio» resuena más como un legado simbólico que como una hoja de ruta viable, aunque la reciente distensión sugiere que todavía quedan espacios, por mínimos que sean, para reconstruir el diálogo. EFE

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