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Las lecciones del derrumbe de Swissair

Aviones en tierra: el día más triste en la historia de Swissair. Keystone Archive

2 de octubre del 2001: los aviones de Swissair en tierra. La compañía, los bancos, el público y el mundo político quedaron completamente atónitos.

Un año después, la historia demostró que este gigantesco derrumbe anunciaba otros. Felizmente menos graves.

Ese martes negro marcó con un doble traumatismo los anales de la historia económica suiza.

Por un lado, la quietud de los aviones en tierra, el 2 de octubre, es el signo visible de la quiebra más estrepitosa de la historia reciente del país. Por otro, este descalabro constituye un duro golpe para la política de liberalización practicada desde la década de los años 80.

El Gobierno se ve entonces obligado a inyectar la extraordinaria suma de dos millones de francos de los fondos públicos para conservar una compañía aérea en Suiza. Difícil de aceptar políticamente esta medida, que además contradice los principios del Gobierno.

El Consejo Federal hizo lo que pudo

Casi un año después, la comisión de gestión del Consejo de los Estados (Senado), entregó las conclusiones de su investigación acerca de las causas del derrumbe.

Para la Comisión, el Gobierno no tiene ninguna responsabilidad en la muerte de Swissair. Estima que el Consejo Federal controló bien la crisis del hundimiento y durante el lanzamiento de la nueva compañía Swiss.

Sin embargo, puede reprocharle el no haber elaborado con celeridad los planes para paliar el eventual fracaso del plan de salvación preparado en su momento por SAir Group. No cabe duda que el Consejo Federal ya conocía, desde la primavera del 2001, la desesperada situación de la compañía.

Los dirigentes de SAir Group, por el contrario, no están exentos de toda crítica. La Comisión les recrimina los errores de gestión y el hecho de haber presentado un cuadro optimista de la situación. En cuanto a la Oficina Federal de la Aviación Civil, ésta tampoco analizó como debió ser, las informaciones entregadas por el grupo.

Por otra parte la Comisión de Gestión afirmó que una situación semejante no volverá a repetirse en el futuro, gracias a la entrada en vigor, el pasado mes de junio, de los acuerdos bilaterales entre Suiza y la Unión Europea sobre tráfico aéreo.

Primer impacto de una larga serie

Según la Comisión, Suiza debería aprender en consecuencia las lecciones de la catástrofe del mes de octubre del año pasado.

Klaus Stöckler, consejero en gestión empresarial, no está muy convencido de ello. “El ‘grounding’ de Swissair no sirvió verdaderamente de lección. Desde entonces han ocurrido otras quiebras; ciertamente más pequeñas, pero reveladoras de otros problemas de administración”.

Dicho de otro modo, la quiebra de Swissair fue la primera de una larga serie. Desde entonces las pérdidas de valor se han acumulado en las empresas suizas. ABB, Zúrich Financial Services, Rentenanstalt, Credit Suisse, o Swiss Dairy Food, son algunas que en su momento hicieron perder dinero a sus accionistas, al menos provisoriamente.

A menudo se atribuye estas pérdidas a la caída bursátil o a problemas coyunturales. Pero esto no lo explica todo. Las estrategias peligrosas practicadas por ciertos ejecutivos de empresas y las excesivas compensaciones acordadas al momento de despedirlos, pesan también en la balanza.

La historia se repite

En cuanto al Gobierno, parece que tampoco aprendió la lección de ese pasado reciente. Así lo sostiene el profesor de economía Franz Jäger, citando el caso de Swiss Dairy Food.

“Es también incorrecto entregar hoy 80 millones del dinero público a Swiss Dairy Food, así como lo fue ayer otorgar 2 mil millones a SAirGroup”, estima el profesor Jäger.

Para Bernard Lehmann, especialista de economía rural en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH en su sigla germanófona), ambos casos son similares. Swiss nació de la fusión de Swissair y de Crossair, así como Swiss Dairy Food, surgió de la fusión de Toni y de Säntis.

“En estos dos casos se creó una sociedad sin conocer verdaderamente las necesidades del mercado”, explica Bernard Lehmann en las columnas del periódico zuriqués ‘Tages Anzeiger’.

Incierto porvenir

Un año después del derrumbe de Swissair, sigue siendo imposible juzgar el alcance real del acontecimiento. El pequeño juego turbio al que se dedicaron la compañía y los bancos forzó al Gobierno a intervenir para salvar lo que podía aún salvarse.

Por su parte Franz Jäger espera ver cómo la nueva compañía aérea saldrá de la situación, antes de pronunciarse. Si Swiss logra imponerse en el mercado, a pesar del lastre dejado por el asunto Swissair, será posible decir que lo peor fue evitado.

En cambio, si Swiss se pone a vegetar y debe reducir sustancialmente los planos de sustento de sus aviones, habrá que rectificar los errores de conducción de la política aérea cometidos en la década de los años 80.

swissinfo/Alexander P. Künzle

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