
Los «Gilles de Binche» cierran bajo sus sombreros de pluma su épico carnaval
Paula García-Ajofrin
Binche (Bélgica), 21 feb (EFE).- Los llamados «Gilles de Binche» desfilaron este inusual soleado martes de febrero, ataviados con sus tradicionales trajes y enormes sombreros de plumas, por las calles del centro histórico de Binche, una ciudad del sur de Bélgica, para cerrar sus emblemáticas celebraciones de carnaval.
Durante tres días, Binche festeja su carnaval, reconocido como patrimonio de la humanidad por la UNESCO, y cuyos orígenes se remontan a la Edad Media, lo que convierte esta celebración en una de las más antiguas de Europa.
Miles de visitantes del resto del país y de otros lugares del mundo llegan a Binche para disfrutar de esta festividad, que comienza el domingo, cuando sus calles y locales se llenan de familias, grupos de amigos y niños que recorren la ciudad disfrazados.
Esta localidad belga, con cerca de 30.000 habitantes, recibe en carnaval a cerca de 100.000 visitantes cada año, afirmó a EFE la directora del Museo Internacional de Carnaval y Máscaras de Binche, Clémence Mathieu.
Cada edición, el apogeo de las fiestas llega el martes, conocido como «Mardi Gras» o «martes de carnaval», momento en el que hacen su espectacular aparición los emblemáticos «Gilles de Binche».
LOS ENMASCARADOS «GILLES DE BINCHE»
Acompañados por sus tamborileros, los Gilles recorren enmascarados el centro de la ciudad con su llamativo y tradicional traje, lleno de estrellas, leones y coronas en fieltro con los colores de la bandera belga: negro, amarillo y rojo.
Además, cuando la meteorología lo permite, hacen gala de sus enormes sombreros de metro y medio de plumas de avestruz, que contiene entre 8 y 12 grandes plumas y alrededor de 240 y 290 pequeñas.
Este Mardi Gras, los Gilles comenzaron sus festejos a primera hora de la madrugada, momento en el que recorrieron y bailaron por las calles del centro histórico de la ciudad, retumbando el suelo con el sonido de sus zuecos de madera al son del tambor.
Los visitantes que llegaron a lo largo de la mañana se concentraron en la Grand-Place para disfrutar del ambiente festivo que caracteriza los carnavales de esta pequeña ciudad belga, donde los bares se convierten en discotecas improvisadas que reúnen tanto a familias como amigos con música, bebida y comida.
Ana, española que vive en Bruselas desde hace 50 años, ha venido este martes a Binche acompañada de sus amigas a disfrutar del carnaval por primera vez y, reconoce a EFE que es una celebración «única».
«Es una cosa que es muy bonita, es único en el mundo. Merece la pena venir a verlo», asegura.
Este año, el cielo de Binche, que amaneció grisaceo, se despejó y permitió que los rayos de sol iluminaran la ciudad poco antes de que los Gilles comenzaran su icónico desfile.
LOS GILLES MARCAN LA LLEGADA DE LA PRIMAVERA
En la cabalgata, mientras bailaban al ritmo de los tambores y los instrumentos de viento, los Gilles lanzaron naranjas a los miles de espectadores que se aglutinaron a lo largo del centro histórico para disfrutar de tan esperado momento.
La entrega de naranjas, que recuerda a los caramelos que lanzan los Reyes Magos en España, es un símbolo de buena suerte, explicó a EFE Clémence Mathieu.
«Los Gilles están aquí para celebrar el final del invierno y el comienzo de la primavera. Golpean el suelo con los zapatos de madera. También está el sonido de los tambores, que es el despertar la tierra y la primavera», relata.
Maria Teresa, también española, ha venido por segunda vez este año a Binche, y define el carnaval como «encantador», pues asegura que lo más típico es el baile que hacen los Gilles con sus zuecos, su sombrero de plumas y el sonido del tambor.
No obstante, solo los hombres nacidos o residentes en el pueblo desde hace más de cinco años pueden llevar el traje y la máscara del «Gilles», que están patentados y no se pueden llevar fuera de la localidad.
Las mujeres están excluidas de las 10 agrupaciones de Gilles, así como de las otras tres protagonistas (arlequines, «paysans» y «pierrots»), pero todos los ciudadanos se involucran en las celebraciones.
De hecho, Mathieu explica que los habitantes de Binche están muy volcados con esta festividad y asegura que son «el corazón que late alrededor del carnaval».
«Es una gran fiesta y está muy conectada con la identidad de la gente», dijo Mathieu.
Por la noche, una ceremonia final en la Grand-Place con fuegos artificiales pone fin a este «Mardi Gras» y a una edición más del carnaval emblemático carnaval de Binche. EFE
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