
Michael, con Oded, ayudaba a gazatíes antes del 7 de octubre: «Ahora no sé qué pensar»
María Traspaderne
Nir Oz (Israel).- Michael Plaschkes tiene 81 años, vive en un kibutz cerca de Gaza y solía llevar al hospital a palestinos de la franja junto con Oded Lifshitz, el rehén israelí cuyo cuerpo fue entregado por Hamás y enterrado este martes en el kibutz vecino. El 7 de octubre lo cambió y ahora, confiesa, ya no sabe qué pensar de los palestinos.
Plaschkes esperaba este martes junto a la carretera con una bandera amarilla el paso de la furgoneta con el féretro, a apenas un kilómetro de Nir Oz, donde se celebraría el entierro de Lifshitz, un activista israelí de que luchaba por los derechos de los palestinos y murió en Gaza tras ser secuestrado por Hamás durante los ataques contra Israel del 7 de octubre de 2023, en los que perdieron la vida 1.200 personas y otras 251 fueron capturadas y trasladadas a la Franja.
«Solíamos ir a la frontera de Gaza cada dos o tres semanas y normalmente les llevábamos en coche a los hospitales de Jerusalén», explica a EFE en la cuneta de la carretera, poco después del paso del coche fúnebre camino al entierro del primer cuerpo entregado por Hamás a Israel como parte de una tregua cuya primera fase está a punto de acabar.
Plaschkes vive en el kibutz Magen, adonde llegó en 1967 proveniente de Suiza. «Era muy amigo de todos los muertos», explica. El 7 de octubre, de su kibutz solo murieron dos personas porque estaban, dice, «muy bien organizados» para repeler ataques.
Tras ese día, todos se fueron y él estuvo unos meses en un hotel y de ahí a Inglaterra y Alemania con sus hijos, pero ahora Plaschkes está de vuelta en su pueblo, ubicado a tres kilómetros de la frontera con Gaza.
Oded, de 83 años «era muy decidido en su forma de pensar y en su manera de ver las soluciones para Israel», dice Plaschkes. Era, resume, un » activista por la paz».
A la pregunta de si él mismo se considera aún un luchador por la paz, responde con un dubitativo «creo que sí». Recuerda cómo defendía la coexistencia con los palestinos y, preguntado sobre qué piensa ahora, contesta con un «no lo sé».
«No creo que podamos hacer la paz con Hamás», añade. «Deberíamos hacer la paz con el pueblo palestino, pero Hamás es un grupo extremista y creo que no hay solución con Hamás. Necesitamos vecinos que estén dispuestos a vivir en paz y no a echar a los judíos del país», opina.
Este octogenario afirma que Israel ha cometido «muchos errores», pero añade que esa es la frontera de su tierra. «Así que no lo sé. Realmente no lo sé», repite para añadir que el 7 de octubre cambió su forma de pensar y ahora no tiene claro que puedan cooperar con los palestinos de Gaza mientras Hamás siga allí.
«Tienen que reeducar a la gente, como nosotros también tenemos que reeducar a nuestros jóvenes para demostrar que es posible vivir juntos», aunque Israel, dice, no está yendo «en la dirección correcta». «No creo que podamos resolver el problema por la fuerza».
En su kibutz también vive Amos Ariel, que este martes también acudió a dar su último adiós a Lifshitz. En su pueblo, horas antes del sepelio, explica a EFE que la hermana de su mujer estuvo cautiva en Gaza 52 días con su familia. «Todavía tengo amigos allí», dice.
Él decidió volver al kibutz, adonde muchos no han regresado, porque cree que es el mejor lugar para sus cuatro hijos. Sobre el futuro de la tregua dice que solo espera que «todos (los rehenes) salgan, vivos o muertos, lo antes posible».
«Así podremos empezar a pensar en el futuro. Mientras ellos estén dentro, nosotros estaremos atrapados allí», afirma.
A la pregunta de qué cree que pensaría Lifshitz si hoy estuviera vivo, responde con una reflexión: «No creo que haya nadie aquí que haya sobrevivido y que sea exactamente la misma persona». EFE
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