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Modi, el líder nacionalista que tiñe India de azafrán

El primer ministro indio Narendra Modi en el escenario durante su discurso tras la victoria electoral en la sede del su Bharatiya Janta Party (BJP) en Nueva Delhi el 23 de mayo de 2019 afp_tickers

El hindú Narendra Modi se dirige a un segundo mandato como primer ministro, con un discurso polarizador y nacionalista que está calando en la sociedad del gigante asiático.

El recuento de votos de las elecciones legislativas indias anunciaba este jueves una aplastante victoria azafrán, el color de su Bharatiya Janata Party (BJP), que dominará el Parlamento en los próximos cinco años.

A los 68 años, este hijo de un vendedor de té se impuso en cinco años como el hombre fuerte de este país de 1.300 millones de habitantes, gracias a una concentración del poder en su persona y un temible olfato político.

Descrito como un «monje en misión», el jefe de gobierno promete el advenimiento de una «Nueva India», nacionalista, con una economía moderna y digital, que se ubicará entre las grandes potencias mundiales.

Bajo su gobierno, la sociedad india conoció una propagación y banalización de un discurso étnico-religioso basado en una ideología de la supremacía hindú, en el cual sus detractores ven un peligro para la diversidad india.

Más que concentrarse en el desarrollo de la economía, como durante su elección en 2014, esta vez optó por hacer campaña sobre una retórica centrada en el tema de la seguridad, presentándose como protector de India frente al enemigo paquistaní.

– Comunicación controlada –

En la televisión, en internet, en carteles en la calle, el rostro embellecido con una barca canosa y delgadas gafas de Narendra Modi está por todas partes.

India no había conocido semejante omnipresencia de un dirigente político desde la primera ministro Indira Gandhi, cuyo nieto Rahul Gandhi es hoy en día uno de los principales adversarios de este nacionalista hindú.

Modi, que se jacta de un perímetro toráxico de 142 centímetros, ejerce el poder sin ambigüedades. Su palabra no encuentra obstáculos, y de hecho no ha dado ninguna verdadera conferencia de prensa durante su mandato y apenas ha concedido alguna entrevista, siempre muy controlada.

En los medios tradicionales, prefiere los mensajes en las redes sociales y los estrados de los actos políticos, donde hace prueba de una energía inagotable.

El jefe de gobierno tuvo 142 mitines por toda India durante la campaña electoral, a veces a un ritmo de cinco por día.

Esta estrategia de comunicación le garantiza un control total de su mensaje, en el que las declaraciones son tan importantes como las omisiones.

Excelente orador, Modi habla un hindi con modismos populares y evita el inglés, asociado con las élites de Delhi.

– Golpes de efecto-

Su mandato estuvo marcado por golpes de efecto. En noviembre de 2016, cuando el mundo tenía los ojos en la elección presidencial estadounidense, decretó la anulación por sorpresa de los billetes de 500 y 1.000 rupias, en nombre, entre otras cosas, de la lucha contra la corrupción.

Como el Estado no había previsto suficientes nuevos billetes para reemplazar a esos que representaban cerca del 90% del efectivo en circulación, el caos fue total.

Los indios hacían la fila durante semanas delante de los cajeros automáticos vacíos. La economía se frenó brutalmente y el crecimiento también.

Pero este fiasco económico, Modi lo convirtió en una formidable oportunidad política.

Con lágrimas en los ojos, la voz ronca y los labios temblorosos, defendió su decisión presentándose como el último bastión contra la corrupción. «¡Hay fuerzas contra mí que quizás no me dejarán vivir!», afirmó.

La apuesta fue ganadora, ya que unas semanas más tarde su partido obtuvo una aplastante victoria electoral en Utar Pradesh, el Estado más poblado de India con 220 millones de habitantes, y colocó a su cabeza a un monje hindú radical.

Nacido en 1950, aficionado al yoga y vegetariano estricto, fue impregnado de ideología nacionalista hindú durante su juventud cuando militaba en el Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), una organización con métodos paramilitares.

El RSS, que defiende una concepción intransigente de la cultura hindú, estuvo prohibido en varias ocasiones después de la independencia y sus dirigentes se muestran a menudo hostiles contra los musulmanes, la mayor minoría religiosa de la India.

Fue subiendo en los escalafones políticos hasta convertirse el jefe del ejecutivo de su Estado natal Gujarat en 2001.

Los incidente intercomunitarios que ensangrentaron esta región el año siguiente, con más de 1.000 muertos en su mayoría musulmanes, dejaron una mancha indeleble sobre su mandato.

Tanto Estados Unidos como Europa le boicotearon durante una década antes de reanudar los contactos con él, cuando los sondeos le daban altas probabilidades de convertirse en primer ministro.

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