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Moratinos entiende su nuevo cargo en la ONU para luchar contra la «demonización del islam»

Javier Otazu

Naciones Unidas, 18 jun (EFE).- El nuevo enviado especial de la ONU contra la islamofobia, Miguel Ángel Moratinos, que el próximo sábado hará su puesta de largo en Estambul en una cumbre ministerial de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), entiende su cargo como una herramienta contra lo que llama «la demonización del islam», una religión que sufre «una oleada de discriminación, de hostilidad y de persecución».

Moratinos, diplomático español que desde 2019 es el alto representante de la ONU al frente de la Alianza de las Civilizaciones y que a ese cargo suma ahora el de enviado para la islamofobia, considera en una entrevista con EFE que existe «una gran confusión y una gran ignorancia», principalmente en el mundo occidental, sobre la religión musulmana.

Esta confusión ha llevado, en lo inmediato, a que cada vez tenga más predicamento la hostilidad abierta hacia el islam y los musulmanes en los movimientos políticos populistas y de extrema derecha en Europa. Moratinos cita concretamente partidos políticos de Holanda y Austria, a los que se añaden dos recientes asesinatos de odio en Francia a sendas personas por la única razón aparente de que eran musulmanes.

Pero en el fondo, y esto le parece más preocupante, subyace bajo esa hostilidad una ideología llamada «la teoría del reemplazo», definida por el francés Renaud Camus -con admiradores en EEUU como Elon Musk-, y según la cual el islam es la gran amenaza porque está llamado en el futuro a ocupar, con la migración, los países llamados occidentales para transformarlos en territorio musulmán.

Una de las obsesiones típicas de la islamofobia es el discurso sobre sumisión de la mujer al marido y su estatus de inferioridad, que según Moratinos no es privativo del islam sino una manifestación del «patriarcado sociocultural» que se aprecia en las tres religiones monoteístas -donde se presenta a Eva como salida de una costilla de Adán-, pero también en el hinduismo y el budismo, o en la antigua Grecia.

«O esa obsesión del velo o el no velo -subraya-, o la prohibición (en alusión a Francia) de bañarse con burkini (el traje de baño holgado que cubre el cuerpo entero); ¿pues no es libre cada una de vestirse cómo quiera? ¿no sucede eso en un país donde hay playas nudistas?», replica.

El mundo musulmán no está estancado, sino en constante cambio

«Veamos qué dicen los textos concretos del Corán -insiste el diplomático- y las distintas interpretaciones que unos y otros hacen de ellos, también algunos islamistas radicales -concede- para poner las cosas en el contexto del siglo XXI», y es aquí donde alaba el esfuerzo que un país como Indonesia está haciendo por una lectura moderna del islam desde dentro (no por nada es el mayor país islámico, con 245 millones).

Moratinos va más lejos y cita a un país frecuentemente denigrado por el estatus de la mujer, como es Arabia Saudí: «Si uno visita ahora mismo Arabia Saudí, se encuentra con una sociedad entusiasmada, con un enorme dinamismo, en donde las mujeres, cuando les preguntas a ellas, se sienten supersatisfechas del papel que están desempeñando», asegura.

Según el diplomático, Arabia Saudí ha sufrido «un cambio total» si se la compara con siete años atrás, y este ejemplo le sirve para resaltar que el mundo musulmán «no se ha quedado estático, según el estereotipo occidental, sino que está en constante proceso de cambio».

Aunque reconoce que existen «fanáticos» musulmanes que hacen una lectura reduccionista de la religión, éstos no impiden que se esté desarrollando «un proceso de estudio, de cambio y de renovación» dentro de los países islámicos que es muy desconocido en Occidente.

Es aquí donde Moratinos incide en la importancia de actuar en la educación en los países occidentales: que se reconozca «el respeto que se debe a las distintas religiones, dentro del marco educativo de una sociedad laica», para ayudar a los niños a tener argumentos con los que contrarrestar los prejuicios que circulan por las redes sociales, y en especial los que rodean al papel de la mujer.

¿Y no deben poner de su parte también los propios países musulmanes? El diplomático responde que «desde el enorme respeto», su mensaje para con ellos es que «deben adaptar al mundo actual del siglo XXI sus prácticas religiosas, tomando en cuenta los cambios sociales y culturales que se han ido produciendo desde el año 610», fecha del nacimiento del islam. EFE

fjo/nqs/vh

(foto)(vídeo)

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