'Hielo en movimiento', obra esculpida por un artista local sobre el lago de Taillères. Tomas Wüthrich
Estación de MétéoSuisse que registró la temperatura más baja de Suiza en 1987. Tomas Wüthrich
El calentamiento del planeta todavía no tiene impacto sobre el Lago de Taillères. Tomas Wüthrich
La Brévine poco antes del amanecer. La población tiene ahora cerca de 650 habitantes. Mucho tiempo deshabitada, la region comenzó a ser colonozada a finales del Siglo XV. Tomas Wüthrich
Tienda de antigüedades Alaska. Tomas Wüthrich
Próxima parada: 'Jornada de frío'. Cada año se celebra en La Brévine el aniversario del récord de las temperaturas más bajas. Tomas Wüthrich
Un equipo de televisión frente al legendario termómetro que puede medir hasta 50 grados bajo cero. Tomas Wüthrich
Amanecer a 20 grados bajo cero. Tomas Wüthrich
Casas tradicionales de La Brévine. Tomas Wüthrich
Como por ejemplo las tripas o la fondue, la cocina local es rica en calorías. Tomas Wüthrich
Para los amantes de los grandes espacios, la Brévine es un pequeño paraíso. Tomas Wüthrich
La troika rusa avanza sin importar las temperaturas, a diferencia de los automóbiles. Tomas Wüthrich
Una esfera de discoteca que recuerda la Fiesta del Frío. A la derecha, Claude Chadel, propietario de la toika, un apasionado de Rusia. Tomas Wüthrich
Cuando sopla el viento conocido como 'la bise', la sensación de frío se hace todavía más intensa. Para calentar las almas... la belleza del paisaje. Tomas Wüthrich
La Brévine, en el cantón de Neuchâtel, mantiene el récord de las temperaturas más bajas registradas en Suiza. El 12 de enero de 1987, el termómetro descendió a -41,8 grados. Pero el frío también es un recurso particular para atraer a turistas.
Este contenido fue publicado el 05 enero 2013 minutos
Situado a un poco más de 1000 metros de altitud en la cadena del Jura, el pequeño valle conocido como 'la Siberia de Suiza' está sometido en invierno a una fuerte inversión térmica, que puede hacer bajar rápidamente las temperaturas a niveles extremos.
El frío se ha convertido en la imagen de marca de esta región conocida como el paraíso de los aficionados al esquí de fondo y de los patinadores sobre hielo.
El año pasado, los habitantes del lugar fundaron la Asociación del Valle de la Brévine con el objetivo de impulsar el turismo en una región que ha conocido un fuerte descenso poblacional desde mediados del Siglo XX.
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