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Negociaciones sobre armas atómicas y no proliferación

Pakistán muestra en un desfile militar uno de sus cohetes, capaces de transportar cabezas nucleares. Keystone

Esta semana concluye la octava Conferencia para la Revisión del Tratado sobre la No Proliferación de Armas Nucleares en la sede de la ONU, en Nueva York. Suiza espera que se concrete un documento final, aunque aún hay muchas cuestiones por resolver.

El contrato de 1970 es el principal instrumento del sistema internacional para limitar las armas atómicas. El acuerdo se fundamenta en tres pilares: Prohíbe la propagación de las armas atómicas, obliga a los Estados poseedores a desarmarse y garantiza a los otros Estados signatarios el acceso “indispensable” al uso civil y pacífico de la energía nuclear.

Peligro de que continúe la expansión

Los Estados que ya tienen este tipo de armas quieren intensificar el control de aquellos que no las tienen, mientras que éstos últimos consideran que finalmente esas potencias nucleares deben cumplir sus obligaciones sobre desarme.

En los años recientes se intensificó el temor de una mayor propagación de armas nucleares, con los ejemplos de Corea del Norte y de Irán, países que, se sospecha, enriquecen uranio para armamento.

A esto se suma la situación de la India y Pakistán, poseedores de armas. Tampoco Israel parece respetar el acuerdo.

En este contexto, las negociaciones son especialmente controvertidas, indican los círculos concernidos en la conferencia en Nueva York.

Las facultades del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), encargado de vigilar que se obedezca el acuerdo, deben reforzarse. Una sugerencia es la de hacer que esta agencia pueda realizar controles de bases atómicas sin necesidad de previo aviso. Una posibilidad como esta no ha sido aceptada por todos los países signatarios, en especial Irán se muestra contrario a un protocolo adicional al respecto.

Fiasco, la conferencia precedente

Según la delegación helvética; en la fase final de la Conferencia se ha intensificado el debate. Entre los puntos discutidos se encuentra la cuestión de qué tan dispuestos están los países con armas atómicas a disminuir su arsenal nuclear. Hay gran resistencia a establecer metas y cifras claras al respecto.

Un avance, en opinión de muchos países –incluido Suiza- sería la acogida de negociaciones en la Conferencia de Desarme de la ONU en Ginebra para la prohibición de la preparación de uranio enriquecido para armamento.

La última Conferencia para la Revisión del Acuerdo de No Proliferación, de 2005, terminó en fiasco pues las partes no llegaron a acordar un documento final.

Suiza espera que esta vez se alcance el consenso en un texto con el que el desarme nuclear pueda ser impulsado de modo “concreto, positivo y pragmático”. Esta conclusión sería una declaración política, ningún documento de obligaciones.

Visión de un mundo libre de armas nucleares

Tal como el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, Suiza respalda la idea de un Convenio para el Control y Desarme de Armas Atómicas.

Fue así que la ministra de Asuntos Exteriores de Suiza, Micheline Calmy-Rey calificó este tipo de armamento como “de exterminación”; además de advertir que es “amoral e ilegítimo” lastimar así el derecho internacional humanitario.

Dimensión humanitaria

Suiza participa, al margen de la Conferencia en Nueva York, en la presentación de un estudio, solicitado por el gobierno helvético, con el tema de la ilegitimidad de las armas nucleares.

Uno de los objetivos del estudio es llevar el argumento humanitario al centro del debate para la tarea de destruir este tipo de artefactos.

Rita Emch, swissinfo.ch, Nueva York
(Traducción: Patricia Îslas)

El 95% de las 27.000 cabezas nucleares en el mundo están en manos de los EE.UU. y Rusia.

Washington cuenta con 5113 armas utilizables, según declaró la ministra de Exteriores de los Estados Unidos, Hillary Clinton, al inicio de la Conferencia de Nueva York.

El Tratado sobre la No Proliferación de Armas Nucleares tiene por objetivo evitar la proliferación de las armas nucleares y la tecnología armamentista, fomentar la cooperación en el uso pacífico de la energía nuclear y promover la meta de conseguir el desarme nuclear, así como el desarme general y completo.

Abierto a la firma en 1968, el Tratado entró en vigor en 1970. Para enero de 2000, un total de 187 partes se habían sumado al Tratado, incluidos los cinco Estados que poseen armas nucleares. El NPT ha sido ratificado por más países que ningún otro acuerdo de limitación de armas.

A fin de promover la meta de la no proliferación y como medida para fomentar la confianza entre los Estados partes, este Tratado establece un sistema de salvaguardias bajo la responsabilidad del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

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