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El nuevo presidente ruso se llamará Medvédev

Entre Vladimir Poutin y Dmitri Medvédev, une indudable complicidad política. Keystone

Los rusos eligen el domingo a su nuevo presidente. Dmitri Medvédev, el sucesor designado por el presidente saliente, Vladimir Putin -quien no puede aspirar a un tercer mandato consecutivo-, cuenta con por lo menos el 60 % de las intenciones de voto.

El caso es saber si tendrá la voluntad y la capacidad de librarse de la tutela de los duros… para cumplir sus promesas electorales. Análisis de Teresa Obrecht, periodista especializada en el acontecer ruso.

Esta elección es sintomática del estado de Rusia: el decorado y los accesorios democráticos han sido colocados pero la democracia es un mero artificio.

Los principales candidatos de la oposición democrática (Mijail Kassianov, ex
primer ministro y Gary Kaspárov, ex campeón del mundo de ajedrez) fueron eliminados de la carrera por la presidencia bajo pretextos falaces. Los otros tres candidatos en liza, el comunista Guennadi Ziugánov, el bufón nacionalista Jirninovski y el desconocido Andrei Bogdánov cosecharán sólo un número insignificante de votos.

Una pseudoelección, tan superflua que, según los sondeos, dos terceras partes de los rusos habrían preferido que Vladimir Putin se quedara en el poder, lo que implicaría cambiar o violar la constitución…

La solución elegida por este último, designado “líder nacional” durante las elecciones legislativas de diciembre de 2007, ganadas por el partido proputinista ‘Rusia Unida’, es un compromiso tendiente a garantizar la continuación de su política, ya que Putin pretende convertirse ahora en primer ministro.

La vertical del poder

“Juntos venceremos”, proclaman por otra parte los afiches electorales que lo muestra con Medvédev. Si esto permitirá en un primer tiempo mantener el frágil equilibrio entre los clanes rivales del Kremlin -que se disputan la influencia y las riquezas-, no corresponde a la tradición ni a la psicología de Rusia dónde el “buen zar” forma parte del paisaje. ¡Es difícil imaginar a Vladimir Putin en espera de las instrucciones o recibiendo órdenes del presidente Medvédev al que considera como su “hijo adoptivo”!

Si Vladimir Putin es tan renuente a dejar la escena al término de sus dos mandatos, es también porque sistemáticamente desmanteló las instituciones democráticas y, por ende, los mecanismos de contención, en provecho de la “vertical del poder”. La persona colocada en el estrato superior máximo decide todo: el presidente.

En su discurso-balance del 8 de febrero, Vladimir Putin expuso un plan que va hasta el 2020 y que permite suponer que considera cubrir otros dos mandatos presidenciales, partiendo del año 2012…

Ninguna palabra sobre el naufragio

En esa ocasión, se dijo plenamente satisfecho de los resultados obtenidos: el nivel de vida de los rusos mejoró, particularmente gracias a los precios energéticos que se quintuplicaron entre 2002 y 2008, las cajas del Estado rebosan 150.000 millones de petrodólares, la deuda exterior es reembolsada y Rusia encontró de nueva cuenta su orgullo y su estatuto de gran potencia.

En este largo discurso, ni una sola palabra a propósito del naufragio del submarino Kursk (2000), de la toma de rehenes en Moscú (2002) o de la de Beslán (2004), y todavía menos de la segunda guerra chechena.

Como él, la mayoría de la población barre estos acontecimientos trágicos, lo mismo que la puesta en cintura de los medios de comunicación o la erradicación de la oposición política.

Foso enorme entra ricos y pobres

Empero no sólo la abundancia petrolera podría acabarse sino que hizo olvidar también la dependencia enorme del sector energético que ocupa un millón (de los 142 millones de rusos), pero que produce la mitad del PIB. También retrasó las reformas indispensables y estructurales para aumentar la producción industrial y modernizar los deplorables sistemas de salud y educación públicas.

Explica también el foso enorme entre ricos y pobres: los diez rusos más afortunados poseen juntos 220 mil millones de dólares, mientras que un tercio de la población vive con 4 dólares por día, cifras que recuerdan a los países en vías de desarrollo y podrían encender la chispa de problemas sociales.

Como en 2005, cuando los jubilados se manifestaron contra la supresión de los beneficios en especie, herencia soviética, que permitían a las masas mantener la cabeza fuera del agua.

Un dadá de los ideólogos de Putin

¿Qué se puede esperar del presidente Dmitri Medvédev? Estos últimos días, multiplicó los discursos de apertura que permiten ciertas esperanzas. Fustigó el “nihilismo legal”, es decir el desprecio generalizado de las leyes, la corrupción endémica, una burocracia ineficaz así como la existencia de un bozal para la información.

Rechaza también el término “democracia soberana”, un dadá de los ideólogos alrededor de Putin para designar la vía rusa por oposición a la verdadera democracia. El tono y el contenido de sus discursos muestra un cambio, pero no olvidemos que Medvédev es el primer beneficiario de estas desigualdades, que no dijo palabra cuando los opositores fueron aporreados en las calles o cuando sus competidores democráticos fueron eliminados mediante juegos de manos…

Queda por saber si el nuevo presidente ruso es un tecnócrata leal y débil o si tiene la energía necesaria para amaestrar los duros de su entorno y realizar algunas de las bellas ideas enunciadas en sus discursos.

swissinfo, Teresa Obrecht
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

Las exportaciones suizas hacia Rusia (medicinas, máquinas, relojes y joyas) aumentaron 30% en 2007 para alcanzar 2.000.920 francos. Desde el 2000, el número de empleados de las sociedades suizas activas en Rusia decuplicó.

En Rusia se encuentran empresas de raíces helvéticas como ABB, Holcim y Nestlé, que acaba de abrir una fábrica a Krasnodar.

El comercio de gran parte de las materias primas rusas pasa por Suiza.

La sociedad con sede en el cantón de Zug, Glencore, participó en la fusión de UC Rusal, la mayor compañía de aluminio del mundo.

El comercio se desarrolla en ambos sentidos desde que oligarcas rusos, como Victor Vekselberg, se establecieron en Suiza. Renova, la sociedad de este último (propietaria de 32% del capital de Sulzer) se dispone a invertir unos 250.000.000 de francos al año en el territorio helvético a fin de adquirir destreza y alta tecnología a cambio del vasto mercado ruso que se abre de este modo a ciertos sectores la economía suiza.

Los Juegos Olímpicos de Sochi de 2014, con un presupuesto de 20.000.000 de dólares, abren otras perspectivas de inversión para las empresas helvéticas de sectores de servicios, que van de la hostelería hasta la producción de sensores para detectar avalanchas.

Dmitri Medvédev, de 42 años, creció en San Petersburgo. Su padre es profesor, su madre, filóloga.

Concluyó la facultad de Derecho con un doctorado en 1990. En aquella época conoció a Putin, entonces adjunto del alcalde de San Petesburgo, Anatoli Sobtchak, convirtiéndose en su asesor jurídico.

En 1999, el Primer Ministro Putin lo llamÓ a Moscú para darle el puesto de vicedirector de la poderosa administración presidencial y luego el de presidente del consejo de Gazprom.

En 2005, Medvédev entró al gobierno. Avanzó rápidamente y obtuvo el puesto de viceprimer ministro, al lado de Serguéi Ivanov, ministro de la Defensa y antiguo miembro de la KGB que también pasaba por un delfín eventual de Putin.

Medvédev está casado y tiene un hijo de 11 años.

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