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Esperanza de estabilización sin más víctimas en Túnez

Suiza ya en 2005 reiteró la defensa de la libertad de expresión en Túnez, cuando este país fue sede de la segunda parte de la Cumbre de la Información, tras la primera edición en Ginebra. En la imagen, el otrora presidente suizo Samuel Schmid con Zine Ben Alí. Keystone

La salida apresurada el viernes pasado del presidente Zine al Abidín Ben Alí inquieta en el mundo árabe, donde otros líderes autocráticos encabezan gobiernos igualmente represivos.

Desde Suiza, la prensa señaló la situación inestable en Túnez y el hecho de que el coraje civil tunecino resulte inspiración para los pueblos vecinos.














La caída de Ben Ali, la primera vez en generaciones que un líder árabe es derrocado por protestas públicas, ha enviado una severa advertencia a una región dominada por Gobiernos autocráticos.

Las protestas en Túnez fueron desatadas por la muerte del comerciante Mohamed Bouazizi de 26 años, quien se convirtió en un mártir para los manifestantes cuando pereció semanas después de quemarse a lo bonzo porque la policía le había confiscado su puesto de verduras.

Manifestantes en otros países han dejado claro que ven al país como un modelo.

Por otra parte, al menos cuatro argelinos se han quemado a lo bonzo en los últimos cinco días, según reportaron el lunes varios diarios, en casos que recuerdan al suicidio que inició las protestas de Túnez que llevaron al derrocamiento del presidente.

Mientras la prensa helvética y mundial sigue de cerca las reacciones ante la revuelta popular tunecina por desempleo, corrupción, pobreza y represión -pan de cada día en otros confines-, la defensa de los derechos humanos resulta asunto básico ante los sucesos en esa región del mundo.

Amnistía Internacional hizo un llamado para que las autoridades tunecinas liberen a los activistas detenidos.

Por su parte, ya en días pasados, Suiza expresó su preocupación por los eventos en Túnez, apelando una vez más al respeto al diálogo y a los derechos humanos, un llamado que no resulta el primero en ese sentido. Recorrido por los bemoles de la relación de ese país y Suiza, que ha recibido a refugiados políticos tunecinos desde hace más de una década:

  

Tras el golpe de Estado de Zine Ben Alí en 1987, Suiza mantuvo relaciones más bien frías con Túnez, ante los señalamientos helvéticos de respeto a la libertad de expresión allí, como lo indicó en su momento el ex presidente de Suiza Samuel Schmid, en un discurso de 2005.

Hoy, el ex consejero federal, censurado en 2005 en Túnez, espera que la situación de ese país se normalice sin violencia.

”Ha sucedido lo que es previsible en ese tipo de regímenes. La libertad no deja ser dominada”, indicó a swissinfo.ch. “La población y especialmente los medios de comunicación modernos han terminado con ese sistema. Ahora esperemos que Túnez en lo posible se estabilice sin mayor derramamiento de sangre”.

Desde 1995 al año 2000, Túnez, irritado por la posición helvética, no tuvo un embajador permanente en Berna. Fue en 1995, justamente, que Suiza decidió no recibir de modo oficial al hoy derrocado dictador cuando resultó ser invitado especial en un encuentro en la sede de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Ginebra.

Otra mirada a “la Suiza del norte de África”

En cuanto a los derechos humanos se refiere, Berna estuvo atenta a los sucesos en Túnez: en 1991 recibió a los primeros refugiados de ese país. Actualmente se calcula que alrededor de mil refugiados de Túnez se encuentran en la Confederación Helvética.

En 1992 llegó Alí Belhadj en Suiza. “Entonces la situación en Túnez parecía empañada ante la guerra civil en Argelia. Tras un año de espera, recibí una respuesta negativa a mi solicitud de asilo. Suiza conocía poco a Túnez. En visita de los sucesos en Argelia, Túnez se veía como la Suiza del norte de África”.

Ante esa negativa presentó recurso y en 1995 fue reconocido como refugiado político. Actualmente Belhadj es miembro de la organización Ez-Zeitouna, que representa a las familias de los refugiados tunecinos en Suiza. “Desde entonces los opositores tunecinos reciben sin problema el estatus de refugiado, a veces, incluso, sólo dos o tres meses de haber solicitado asilo en Suiza”.

Caso de tortura, ahora en Estrasburgo

Uno de estos refugiados, Abdennacer Naït-Limat, en Suiza desde 1995, acusó al otrora ministro del Interior y presidente del Senado Abdallah Kallel por tortura.

Naït-Limat, responsable de una asociación que reúne a víctimas de la tortura en Túnez, presentó una denuncia ante las autoridades ginebrinas en 2001: en aquella época, Kallel apenas había dejado sus funciones de ministro del Interior y se encontraba en Suiza, en Ginebra, para realizarse un tratamiento médico.

La policía decidió de realizar averiguaciones previas, considerando que el Convenio de Naciones Unidas contra la Tortura –rarificado tanto por Suiza como por Túnez, constituía una base legal suficiente para dar seguimiento a la denuncia. Pero Kallel se escabulló de inmediato y recibió estatus especial de inmunidad diplomática, una garantía que le otorgó Ben Alí, dictador hoy en fuga.

Tres años después de este incidente, Naît-Liman exigió ante el Tribunal Federal que Kallel y el Estado de Túnez le indemnizaran con 200.000 francos por los 40 días en los que el presumiblemente habría sido torturado. El Tribunal Federal rechazó la demanda y el caso se encuentra aún ante la Corte Europea de Derechos Humanos.

 

Cumbre de la Comunicación ¿en Túnez?

Esa fue justamente la interrogante que se hizo Berna cuando se decidió en 2005 la realización de la segunda parte de la Cumbre de la Información, cuya primera edición se llevó a cabo en Ginebra. Así las relaciones Túnez-Berna llegaron a su punto más álgido.

Unos días antes del encuentro, Túnez se quejó en contra del gobierno helvético debido al discurso del entonces ministro de Comunicación Moritz Leuenberger, quien criticó la situación de derechos humanos en ese país.

Al respecto, recuerda el compañero del Ejecutivo de Leuenberger, el ex ministro Samuel Schmid: “No había libertad de expresión. Era bien sabido. Había una censura más o menos estricta, lo que a mí también me llevó a decir las cosas por su nombre cuando hubo la oportunidad de participar en una cumbre de la ONU como esa, una forma de que ese encuentro no fuese instrumentalizado para consolidar el propio sistema”.

Escándalo y censura

Y con ello, el otrora presidente suizo provocó un escándalo: Al inicio de su discurso abordó el tema de derechos humanos y así de pronto la transmisión de su mensaje fue interrumpida tras las primeras frases, aunque logró transmitir estas palabras:

“Espero por ello que la libertad de expresión y la libertad de información resulten temas centrales en esta Cumbre. Considero como evidente que aquí, en Túnez, entre estos muros y también fuera de ellos, cada quien pueda discutir en total libertad. Para nosotros se trata de una condición indispensable”.

En opinión de Manon Schick, portavoz y próxima directora de Amnistía Internacional Sección Suiza, estaba claro que Schmid debía hablar palabras claras en Túnez:

“Con el discurso de Samuel Schmid, Suiza se reforzó puesto que el encuentro previo se había realizado en Suiza, por lo que era de esperarse que estaba en ella el sacar a la luz ese problema”.

Manon Schick comenta, por otra parte, que el comportamiento de Suiza ante regímenes como el recién terminado en Túnez resulta típico, si se le compara con el de otros Estados: los opositores son escuchados, pero sin comprometer excesivamente las relaciones oficiales.

swissinfo.ch

Varias voces se expresaron este lunes en Suiza para reclamar a las autoridades que congelen los eventuales haberes del ex presidente tunecino en fuga, Zine El Abidine Ben Alí.

Un abogado suizo de origen tunecino, Ridha Ajmi, que representa a unas treinta personas, indicó a la agencia AFP haber presentado un queja ante el Ministerio Público de la Confederación para el bloqueo de eventuales haberes del ex dirigente.

El primer ministro de Túnez Mohamed Ganuchi nombró a varias figuras de la oposición en un nuevo gobierno de unidad, tratando de lograr una estabilidad política.

En las calles de la capital, los tunecinos de a pie eran escépticos.

“No confiamos en este Gobierno porque son las mismas caras, como Ganuchi, Morjane y particularmente Friaa. No ha cambiado nada. Aún está ahí el sistema de Ben Alí. Por esa razón las manifestaciones continúan en Túnez. Queremos un nuevo estado con nuevas personas”.

Además del discurso del otrora presidente helvético, Samuel Schmid en 2005 en la segunda etapa de la Cumbre de la Información realizada en Túnez, otros medios también resultaron censurados, como swissinfo.ch, plataforma de información bloqueada en Túnez durante años.

swissinfo.ch obtuvo finalmente el acceso a Túnez el pasado 13 de enero de 2011.

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