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Ayuda suiza a mujeres guatemaltecas

Segunda entrega de lechones a madres cabezas de familia.

Con el fin de ayudar a mujeres de un barrio marginal de la ciudad guatemalteca de Chimaltenango, la Embajada de Suiza financia un pequeño proyecto de crianza de cerdos.

La estrategia beneficia a 28 mujeres en estado de pobreza y en condiciones de vulnerabilidad. Debe permitirles obtener los ingresos necesarios al sustento de su familia.

“La Embajada de Suiza dispone de un crédito que maneja ella sola y le permite apoyar pequeños proyectos. Son pequeños por el tamaño financiero, pero muchas veces son muy útiles porque son proyectos que nosotros podemos pactar con ONG locales. O sea, son muy eficientes”.

En este marco, el embajador de Suiza en Guatemala, Jean-Pierre Villard, decidió apoyar a mujeres de muy escasos recursos que trabajan para sostener su hogar, con problemas serios de desintegración familiar, alcoholismo, algunas madres solteras, otras mujeres viudas o madres agredidas.

Viven en un barrio humilde de Chimaltenango, una ciudad ubicada a unos 54 kilómetros de la capital, muy transitada por los camioneros. Lo que incentiva la prostitución a la cual se dedican mujeres que viven en condiciones de pobreza y en un ambiente de violencia intrafamiliar, social y callejera.

En uno de los barrios de Chimaltenango trabaja desde hace muchos años la congregación católica del Buen Pastor. Para ayudar a las mujeres que tratan de sobrevivir ahí sin muchas oportunidades de trabajo, las hermanas mantienen abierto un comedor infantil donde pueden almorzar los niños. Para la mayoría de ellos, es la única comida del día.

Crianza de cerdos

Al tomar contacto con las hermanas, la Embajada de Suiza les pidió preparar un proyecto en función de las necesidades de las mujeres de esta zona. Son ellas también que determinaron a quienes iba a beneficiar.

Como lo explica el embajador, “la idea era muy sencilla: ofrecer la oportunidad a un grupo de mujeres seleccionadas por las hermanas de criar lechones para así aumentar sus ingresos”. Con un financiamiento menor a 10.000 francos suizos, fue posible integrar al proyecto a 28 mujeres.

Pero uno no se improvisa criador de cerdos. Por lo tanto, la primera tarea fue sensibilizar a esas mujeres sobre la manera de criar esos animales, cómo cuidarlos en condiciones de higiene adecuadas y cómo alimentarlos. También se les dio apoyo para construir un espacio en su casa donde pudieran criar a los animalitos. De tal manera que ahora, cada familia dispone de un criadero.

Después de eso, empezó la entrega de los animales. Una entrega paulatina, como lo subraya Jean-Pierre Villard: “Primero las señoras recibieron un lechón, para que ellas y sus hijos pudieran familiarizarse con él; y en una segunda etapa, recibieron otro animal. Por supuesto, se trata de dar un macho y una hembra, porque la idea es que se reproduzcan”.

En lugar de cerdos criollos, las hermanas decidieron optar por cerdos de crianza, alimentados con comida concentrada y equilibrada elaborada en Guatemala. Con una carne de mejor calidad y más gustosa para el consumidor, se les puede vender más caro que los criollos.

Mejorar los ingresos

Hoy por hoy, la mayoría de las mujeres integrantes del proyecto ya tienen dos lechones que están criando, con la meta de venderlos en los próximos meses, la Navidad, que se avecina, es una buena época para su comercialización. Estas ventas deben procurarles ingresos importantes que no lograban obtener sólo con la venta de tortillas o los trabajos de limpieza, lavado y planchado que muchas de ellas hacen para sobrevivir, ganando apenas 8 francos suizos diarios.

Es el caso de Marta Lidia Morales, una mujer casada de 41 años que tiene 10 hijos. Su marido trabaja a veces, pero “nos apoya poco porque toma mucho”. Confía en que este proyecto le va a ayudar a ella y a su familia. “Es una gran bendición”.

Ahora habrá que ver como prospera el proyecto. Pero el embajador Villard se muestra optimista: “Son personas que son campesinas y tienen conocimientos de los animales; lo que estamos apoyando es un plus y la idea es que tengan sus lechones, que sepan hacerlos crecer y los puedan vender”.

Pequeños proyectos suizos

Este no es el único pequeño proyecto que financia la embajada de Suiza en Guatemala. Apoyó anteriormente a comunidades mayas de la región ixil para su reinserción después de la guerra civil, una vez firmados los acuerdos de paz en 1996; también sostuvo un proyecto que permitió la traducción de la ley forestal en lengua mam, un idioma hablado por indígenas mayas que viven en zonas boscosas.

Actualmente se desarrolla en la ciudad turística de Antigua un proyecto con jóvenes biólogos, cuya meta es recuperar el aceite que tiran los restaurantes, con la propósito de producir biodiesel destinado al funcionamiento de los vehículos de la municipalidad.

swissinfo, Patrick John Buffe, Ciudad de Guatemala

En Guatemala, más de la mitad de los 13 millones de habitantes vive en la pobreza.
Cincuenta por ciento de los niños sufren de desnutrición.
Chimaltenango, cabecera departamental que cuenta con más de 60.000 habitantes, es una de las ciudades más violentas del país.

La Embajada de Suiza financia con menos de 10.000 francos suizos el pequeño proyecto de criaderos y entrega de cerdos en un barrio de la ciudad guatemalteca de Chimaltenango.

Su interlocutor es la Congregación del Buen Pastor que trabaja en la Aldea Buena Vista y sus alrededores, donde las Hermanas han desarrollando desde hace algunos años un proyecto de recuperación nutricional para todos aquellos niños que se encuentran con cierto grado de desnutrición, y que les afecta grandemente en su desarrollo físico y psicológico.

Las Hermanas definieron el proyecto que financia la Embajada de Suiza y eligieron a los beneficiarios, o sea a 28 mujeres, de muy escasos recursos, con problemas serios de desintegración familiar, alcoholismo, madres solteras, viudas, madres agredidas, y madres que trabajan para sostener el hogar.

En la casa de cada familia ha sido construido un criadero de bloques con techo de láminas; cada mujer ha recibido 2 lechones de crianza.

Cada lechón, que vale unos 50 francos suizos, podrá ser vendido a más de 170 francos suizos, lo que debe permitir a estas mujeres recibir un ingreso sustancial para la economía familiar.

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