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La Organización Mundial de la Salud intenta aprender de la Covid-19

Mujer china haciéndose el test del Covid
Más de tres años después, la OMS ha rebajado recientemente la categoría de emergencia sanitaria mundial respecto al Covid-19. Sin embargo, continúan las dudas sobre su origen. Copyright 2023 The Associated Press. All Rights Reserved

La Organización Mundial de la Salud (OMS), que celebra su Asamblea anual en Ginebra del 21 al 30 de mayo, afirma que sigue investigando los orígenes de la Covid-19. También ha puesto en marcha negociaciones intergubernamentales sobre un nuevo tratado que ayude a prevenir y prepararse para una próxima pandemia. Pero, ¿cuáles son las posibilidades reales de éxito?

Más de tres años después del comienzo de la Covid-19, la peor pandemia mundial de la historia moderna, aún no se conoce con certeza su origen. Se acusa a China, donde todo parece indicar que surgió en un mercado de animales de Wuhan, de falta de transparencia. Un equipo de investigación de la OMS no pudo visitar el país hasta un año después de su aparición. Y aunque la mayoría de los científicos creen que el virus pasó de los murciélagos a los humanos a través de un animal intermediario en el mercado de Wuhan, algunas fuentes en Estados Unidos han vuelto a afirmar que la causa fue una filtración de un laboratorio de Wuhan.

“Creo que ha habido mucho escrutinio sobre el gobierno chino y por qué no ha compartido los datos de forma más rápida, abierta y amplia”, afirma Suerie Moon, codirectora del Global Health CenterEnlace externo (Centro de Salud Global) de Ginebra. “No veo que eso deje en mal lugar a la OMS, sino más bien nos preguntamos ¿por qué este gobierno en concreto no ha facilitado la información mucho antes o de forma abierta?”.

Suerie Moon se refiere en particular al último giro extraño de esta saga. En marzo de este año, un grupo de investigadores de varios países afirmó haber encontrado y descargadoEnlace externo datos chinos recién publicados que aparecían brevemente en una base de datos genética llamada GISAID. Según ellos, esos datos identificaban perros mapache salvajes vivos que se vendían para carne en el mercado de Wuhan como huésped intermediario más probable del virus. Los datos fueron retirados del GISAIDEnlace externo poco después para permitir a los chinos actualizar su propio informeEnlace externo, que ha sido publicado posteriormente por la revista científica Nature.

El profesor Edward Holmes, de la Universidad de Sídney (Australia), experto en enfermedades infecciosas y coautor de un informe sobre los nuevos datos chinos, asegura sentir una mezcla de “rabia y frustración” por su publicación tardía. “Esos datos se generaron a principios de 2020 y, sin embargo, han tardado tres años en hacerse públicos”, compartía a SWI. “Esto es absolutamente inaceptable”.

¿Es demasiado tarde?

Los datos del llamado perro mapache, según Holmes, “son probablemente la mejor prueba de un origen zoonótico que jamás obtendremos”. “La clave de la observación es que muestra que había múltiples especies de fauna silvestre en el mercado de Huanan en 2019, completamente al contrario de lo que se nos dijeron en un principio”, afirma el experto. “Además, sabemos que algunas de las especies de fauna silvestre encontradas en el mercado son susceptibles al SARS-CoV-2. Aunque estos datos no prueban que ninguno de los animales del mercado estuviera infectado con el virus, son exactamente los esperados si hubiera un origen zoonótico en el mercado.”

No obstante, ¿sabremos algún día con certeza el origen de la Covid-19, o es demasiado tarde? “Creo que es muy probable que ahora sea demasiado tarde para encontrar el origen zoonótico exacto”, añade Holmes a SWI. “Es probable que el virus se hubiera propagado rápidamente a través de una población de animales huéspedes intermedios y que ahora no estuviera presente en esa población. Desaparecido. La única forma de rastrearlo sería buscar anticuerpos contra el virus en estos animales, lo que demostraría una infección pasada, en lugar del propio virus. Pero no sabemos exactamente de qué especie eran estos animales, de dónde venían, o si alguno de ellos que estuviera vivo a finales de 2019 sigue vivo hoy.”

Moon señala que hay otras enfermedades, incluido el VIH, de las que aún no sabemos con certeza su origen. En el caso de la Covid, cree que hay desafíos científicos de buena fe, pero tampoco tiene claro si se han compartido todos los datos que existen. “Incluso si se hubieran compartido todos y cada uno de los hisopos, hasta el último fragmento de datos, ¿sabríamos y tendríamos pruebas sólidas de que así es como se originó? La respuesta podría ser negativa”, afirma. “Creo que eso lo convierte en todo un reto. Y, por supuesto, es un tema muy político”.

En marzo, el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, denunció la “continua politización” de la cuestión del origen de la Covid y exigió una vez más que se dejara en manos de la comunidad científica. Informó a la prensa en Ginebra que el organismo sanitario mundial no tenía intención de abandonar la investigación y que su Grupo de Asesoramiento Científico para los Orígenes de Nuevos Patógenos (SAGO) había recomendado el año pasado algunas de las cosas que aún quedaban por hacer.

Un grupo de expertos científicos de varios países, entre ellos Suiza, pertenecientes a SAGO, advirtió sobre los datos del perro mapache en una declaración del 18 de marzoEnlace externo que “aunque esto no proporciona pruebas concluyentes en cuanto al huésped intermediario o los orígenes del virus, los datos proporcionan una prueba más de la presencia de animales susceptibles en el mercado que pueden haber sido una fuente de infecciones para humanos”.

El intercambio de datos y la equidad en las vacunas, “en el centro” del tratado sobre la pandemia

Como parte de los esfuerzos de la OMS por aprender de la Covid-19, en diciembre de 2021 sus Estados miembros acordaronEnlace externo por consenso iniciar conversaciones sobre un posible tratado pandémico para proteger al mundo de futuras emergencias sanitarias. Para redactar el tratado se creó un Órgano Intergubernamental de Negociación (INB por sus siglas en inglés), que celebró su quinta reunión en abril de este año. El INB trabaja a partir del llamado “borrador ceroEnlace externo“, y la fecha prevista para concluir las negociaciones es mayo de 2024.

“Una de las cuestiones más controvertidas, delicadas y trascendentales es si los gobiernos pueden llegar a un acuerdo y decir que, a cambio del compromiso de compartir datos, habrá un compromiso de compartir vacunas, medicamentos y diagnósticos”, destacaba Moon a SWI. “Por el momento, no hay unanimidad, los gobiernos no se han puesto de acuerdo al respecto”.

En cuanto al intercambio de datos, afirma que los gobiernos también tienen que acordar las plataformas y normas. GISAID, que contiene la mayor cantidad de datos científicos sobre Covid-19, es una plataforma privada. En su opinión, eso crea una “enorme vulnerabilidad”. Los gobiernos también deben hacer que plataformas públicas como INSDCEnlace externo resulten más atractivas para los científicos, protegiendo mejor sus derechos de propiedad.

Moon afirma que actualmente hay muchos puntos conflictivos, como la definición de pandemia, las normas de propiedad intelectual, la financiación y los acuerdos de cumplimiento. Pero, en su opinión, la cuestión central es el intercambio de datos a cambio del acceso a vacunas y medicamentos. Aunque el debate sobre esta cuestión refleja la misma división entre el Norte y el Sur que se produjo durante la pandemia, espera que los países emergentes de renta media como China, India, Brasil y Sudáfrica, que tienen interés en ambas cosas, puedan servir de “puente” para llegar a un compromiso.

La sociedad civil queda marginada

Mientras tanto, los grupos de la sociedad civil afirman que no participan suficientemente en las conversaciones. “Es una gran preocupación y se ha vuelto más difícil a medida que se ha avanzado hacia la fase del grupo de redacción”, afirma Courtenay Howe, de STOPAIDEnlace externo y de la Alianza de la Sociedad Civil para los Derechos Humanos en el Tratado sobre PandemiasEnlace externo (CSA).

La sociedad civil ha presionado desde el principio para lograr una mayor inclusión, afirmaba Howe a SWI, y se han producido algunos avances con audiencias abiertas y sesiones disponibles en línea. Sin embargo, sólo se permitió participar a los grupos que mantenían relaciones oficiales con la OMS (“un proceso largo”) o que habían sido designados por los Estados miembros. Y desde el 23 de febrero, “estamos muy preocupados porque ahora que ha pasado al grupo de redacción, sólo están los Estados miembros”.

“Viendo la respuesta a la Covid-19 y a las emergencias sanitarias en el pasado, no siempre vemos esa respuesta más basada en los derechos humanos, y vemos un acceso desigual a las contramedidas médicas”, añade Howe.

La responsabilidad es la clave

En su opinión, la sociedad civil y las organizaciones de base deben participar más, tanto en la fase de redacción como en la de seguimiento posterior. Howe subraya que, aunque el resultado sea un texto jurídicamente vinculante, necesitará la voluntad política de los Estados miembros para aplicarlo.

“Lo que llamamos las partes de cumplimiento y aplicación de un tratado adquieren una gran importancia, porque todos estos compromisos pueden ser sólo palabras en una página a menos que se disponga de algún tipo de mecanismo eficaz de rendición de cuentas”, coincide Moon.

Entonces, ¿qué ocurre si hay compromisos vinculantes sobre el intercambio de datos y la aportación de dinero a los servicios sanitarios, pero los gobiernos no los cumplen? “Si el gobierno británico dice que sí, que ha firmado este tratado, pero que no tiene dinero para invertir en el Servicio Nacional de Salud, ¿alguien puede obligar al Reino Unido a hacer algo diferente? No. Pero está demostrado que el seguimiento, las conferencias periódicas en las que los gobiernos hacen una revisión por pares y el señalar pueden ayudar. Hay muchas pequeñas herramientas que se pueden utilizar para, con el tiempo, empujar a los países a hacer lo que dijeron que harían”.

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Texto adaptado del inglés por Carla Wolff

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