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Los derechos humanos a media asta en Trípoli

El coronel Gaddafi mantiene el poder en Libia desde el famoso mes de septiembre de 1969. AFP

Libia celebra esta semana los 40 años del Golpe de Estado del coronel Gaddafi. Un oscuro aniversario para los derechos humanos. En su largo reinado, el "Guía de la Revolución" ha hecho callar – con la muerte o la prisión - o huir a los opositores, alimentando así los flujos de refugiados.

“Libia, en efecto, no tiene constitución. Es decir, no hay separación de poderes, por lo tanto no hay garantía de respeto de los derechos humanos”, destaca Hasni Abidi, director del Centro de Estudios e Investigaciones sobre el Mundo Árabe y Mediterráneo (CERMAM).

“Sin embargo, el régimen de Trípoli adoptó una buena parte de los convenios internacionales relativos a los derechos humanos”, añade.

En la práctica, la aprobación de estos convenios no se tradujo en la aparición de espacios de libertad para la sociedad civil y los partidos políticos.

“Existen tres instituciones relacionadas con los derechos humanos – incluida la Fundación Gaddafi dirigida por Seif AL-islam (uno de los hijos del dirigente libio, partidario de la apertura del régimen) y la Fundación Wa’ atassemo dirigida por Aïcha, la hija del coronel Gaddafi (bien conocida en Suiza por haber anunciado la voluntad de venganza del clan Gaddafi, tras la detención en Ginebra de su hermano Hannibal en julio de 2008, NDLR) pero no son obviamente independientes”, destaca Hasni Abidi.

Una oposición en exilio

“Concretamente, prosigue el investigador, Libia es el país árabe que tiene más opositores en el exilio. Sólo otro país de la región conoció una situación comparable: Irak, antes de la caída de Saddam Hussein.”

La mayoría de esos opositores libios se encuentran en Estados Unidos (Washington coqueteó un tiempo con esta oposición) y en el Reino Unidos. “Lo que permite al régimen de Gaddafi afirmar que esta oposición es virtual, puesto que se manifiesta a través de Internet y no hay un solo opositor en Libia”, añade Hasni Abidi.

Suiza, sólo cuenta algunas decenas de refugiados libios, incluido el médico Idriss Aboufaied, un opositor residente en Ginebra. Condenado a 25 años de prisión en 2007 por haber querido organizar una manifestación pacífica, Idriss Aboufaied pudo lograr su liberación y obtener el asilo en Suiza por razones médicas y merced a una serie de presiones internacionales.

Conocía Suiza, donde había vivido cerca de 20 años como refugiado. Prisionero de guerra en el Chad, a donde fue enviado como médico civil tras la ocupación de la Franja de Aozou, en el norte del país, por el ejército libio en 1973 y su anexión en 1975, Idriss Aboufaied pudo viajar a Suiza gracias a la mediación del CICR, y obtener el asilo político.

Violenta represión

Idriss Aboufaied se suma a la oposición desde que era estudiante de Medicina a Benghazi (segunda ciudad del país) en 1976, después de una manifestación estudiantil violentamente reprimida. “Desde 1973, Gaddafi pone en prisión o liquida a todos los líderes de la oposición”, precisa el refugiado y recuerda una de las páginas más oscuras de la represión. En 1996, varios centenares de presos fueron muertos en la prisión de Abou Salim, en Trípoli.

“Las madres de esos presos políticos muertos o desaparecidos se siguen manifestando regularmente en Benghazi para obtener noticias de sus hijos”, subraya Idriss Aboufaied.

Con todo, cuando el régimen libio anuncia en 2006 una amnistía para toda las personas que hubieran huido del país y que no tuvieran sangre en las manos, Idriss Aboufaied cree en esa señal de apertura. Decide volver al país y reanudar su acción política pacífica, una tentativa que lo conducirá de nuevo a prisión.

Señal de apertura

Por su parte, Hasni Abidi confirma las veleidades de apertura del régimen en los últimos años: “Desde que Libia se reintegró al concierto de las Naciones en 2003, el régimen muestra señales de apertura, incluso en el frente interno. Seif AL-islam inició un diálogo con los opositores islamistas o laicos.”

“Pero los tenores de la oposición responden que en ausencia de garantía y ante la impunidad que reina en Libia, es muy difícil tener confianza en este régimen. De hecho, estas tentativas de apertura suscitan muy fuertes resistencias dentro del régimen”, puntualiza.

Idriss Aboufaied es supervisado en Suiza por los esbirros del régimen Gaddafi. “Pero hasta ahora, el régimen nunca ha liquidado a opositores en Suiza, mientras que no dudó en hacerlo en diversos países europeos. Hay que decir que durante muchos años, Suiza fue uno de los pocos países occidentales en acoger con los brazos abiertos a los oficiales libios.”

Frédéric Burnand, Ginebra, swissinfo.ch
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

“En 2007, dos solicitantes de asilo, repatriados de manera forzada por Suiza, fueron detenidos a su vuelta a Libia y liberados solamente después de varios meses de detención.

Al menos una persona fue condenada a varios años de prisión, según información proporcionada por Amnistía Internacional. La ONG no obtuvo ninguna información sobre la suerte de las personas repatriadas por la fuerza en 2008 y 2009.

La organización de defensa de los derechos humanos exige de la Oficina Federal de Migraciones que deje de expulsar a Libia a los solicitantes de asilo denegado, debido al alto riesgo de detención. “Mientras la suerte de las personas expulsadas a Libia en los tres últimos años no se aclare, estas devoluciones deben cesar.”

Sección Suiza de Amnistía Internacional

Unas cincuentena personas manifestaron este viernes en la Plaza de las Naciones de Ginebra su solidaridad con los dos suizos retenidos en Libia desde hace 412 días.

Algunas banderas suizas que flotaban al viento, algunos parlamentarios ginebrinos y ciudadanos enfurecidos mezcladas a numerosos periodistas: la parada fue ante todo simbólica.

Cita de un manifestante: ” ¿Cómo es posible que Libia presida la ONU (la Asamblea General por un año NDLR) cuando no respeta los derechos humanos?

En su opinión, en el caso de los ciudadanos suizos retenidos en Trípoli, Berna habría tenido que pedir la participación de la ONU.

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