
Punta San Juan, una evidencia del declive de la fauna costera en Perú

Antes repletos de aves, los acantilados de Punta San Juan de Marcona, en el sur árido de Perú, ahora están casi desiertos. Las poblaciones de leones marinos y pingüinos de Humboldt también han disminuido.
Sus colonias fueron diezmadas por la gripe aviaria de finales de 2022. Con el fenómeno climático de El Niño, que aleja las aguas ricas en peces, se debilitaron aún más. La sobrepesca profundiza la crisis.
Los animales «han evolucionado y están adaptados» a El Niño, explica Susana Cárdenas, directora del Programa Punta San Juan (PPSJ) de la Universidad Peruana Cayetano Heredia en Lima.
Sin embargo, «si hay eventos cada vez más seguidos, más intensos», a las poblaciones les «es más difícil recuperarse», advierte.
Esta península es, sin embargo, un modelo de conservación. Por más de un siglo ha estado protegida de la sobreexplotación del guano, el fertilizante derivado de los excrementos de las aves marinas que enriqueció a Perú en el siglo XIX.
Un alto muro construido en la década de 1940 la mantuvo a salvo de los depredadores, además de un guardián, una recolección supervisada y el monitoreo científico.
Un dispositivo que fue reforzado en 2009 con la creación de una reserva natural que abarca 22 islas y 11 puntos para la extracción de guano.
«Ese experimento funcionó», destaca la científica. El sitio de 54 hectáreas ha sido un «refugio importante tanto para las aves guaneras como para los pingüinos, los lobos (marinos) y otras especies».
– «Punto crítico» –
Sin embargo, este lugar refleja hoy la amenaza que sobrevuela uno de los ecosistemas más productivos del mundo, y que se nutre de las aguas frías de la corriente de Humboldt.
De ahí que el plancton aquí se encuentre en abundancia y favorezca la producción de anchoveta, la principal presa de aves y mamíferos marinos.
Hasta inicios de 2022, la península contaba con 200.000 aves guaneras, 11.000 leones marinos y 2.500 pingüinos de Humboldt, estos últimos considerados una especie vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Ahora sólo quedan 200, 1.200 y 500 ejemplares, respectivamente, alerta Cárdenas: «¡Hemos llegado a un punto crítico!».
El color del paisaje también lo delata.
«Antes aquí era negro de aves», evoca Willy Hernández, biólogo del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), señalando la meseta rocosa y aún blanquecina por el guano acumulado, que unos pocos pingüinos cruzan vacilantes.
Al pie de los acantilados, los lobos ladran roncos, mientras que cormoranes y pelícanos cruzan el cielo azul. Sólo unos pocos alcatraces anidan aún en las rocas.
– «Bomba de tiempo» –
«Lo que se ve aquí en Punta San Juan se ve en todo el Perú. Es un reflejo», alerta Brayhan Cáceres, responsable del seguimiento de las colonias del PPSJ.
Para este experto, la pesca industrial de anchoveta compite de manera directa con los animales.
En 2024, la captura aumentó un 25% con respecto a 2023, hasta alcanzar las 4,6 millones de toneladas, según el Ministerio de Producción.
La anchoveta se procesa como harina y aceite en la acuicultura mundial.
En Chile ha ocurrido lo mismo, advierte Alejandro Simeone, investigador en ecología marina de la Universidad Andrés Bello de Santiago: los pingüinos disminuyeron del 60 al 80% frente a los 5.000 censados en 2022.
En tierra, «están bastante bien protegidos, pero no en el mar», añade, y recuerda que las redes de pesca también los matan.
Mientras la pesca industrial prospera, el futuro de la fauna y el de los pequeños agricultores dependientes del guano, se desvanece.
«Si no hay aves, no hay guano. Y si no hay guano, ¿cómo sostenemos la agricultura nacional en el país?», plantea Cáceres: «Es una bomba de tiempo», remarca.
La temporada de recolección que inició en abril está llegando a su fin en Punta San Juan. Sólo los camiones cargados de sacos evidencian la actividad en medio de un olor penetrante. Cuando salga el último serán unas 11.000 toneladas de guano frente a las casi 17.000 de 2019.
Antes de la gripe aviar, Perú contaba con unas 4,5 millones de aves guaneras. Hoy, quedan unas 700.000. En el siglo XIX eran 25 millones.
sf/vel/mar