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Putin intenta enmendar en Siria su fracaso en Oriente Medio

Moscú, 15 oct (EFE).- El presidente ruso, Vladímir Putin, intenta con su reunión de hoy con el nuevo líder sirio, Ahmed al Sharaa, salvar los muebles en Oriente Medio, donde ha perdido en los últimos tiempos gran parte de su influencia como quedó de manifiesto al ser Rusia la gran ausente en la reciente cumbre sobre la paz en Gaza.

Para ello, Putin recibió este miércoles por todo lo alto en el Kremlin a Al Sharaa, que visitó por primera vez el país donde se asiló en diciembre pasado el derrocado Bachar al Asad.

De hecho, la prensa internacional insinuó que Al Sharaa tenía intención de pedir al Kremlin la entrega de Asad a cambio de la plena normalización de las relaciones entre Moscú y Damasco.

De rebelde a ser recibido en el Kremlin

Si hace diez años Putin logró recuperar parte de la gloria perdida por Moscú en la región al enviar tropas a Siria para sostener a Asad, ahora intenta arreglar con Damasco el desaguisado provocado por la caída del antiguo régimen de ese país.

«Estamos muy contentos de verle. Bienvenido a Rusia», dijo a Al Sharaa, antes de calificar de «gran éxito» la reciente celebración de elecciones parlamentarias en el país.

En un ataque de pragmatismo, un sonriente Putin hizo de tripas corazón al asegurar que Rusia nunca se guió en su relación con Damasco ni por «intereses particulares» ni por «la coyuntura política».

«Durante las últimas décadas siempre nos hemos regido por los intereses del pueblo sirio», señaló.

Al Sharaa respondió con la misma moneda, agradeció a Putin por la cálida recepción y aseguró que respetará «todos los anteriores acuerdos y la gran historia que nos une».

«Siria intentará restablecer sus relaciones con Rusia. Lo más importante es la estabilidad en el país y en la región árabe», afirmó.

En juego el futuro de las bases rusas

Aunque el líder sirio aludió a los acuerdos bilaterales en materia de alimentos y energía, toda la atención está desde hace meses en el futuro de las bases militares rusas en el país árabe, desde una de las cuales Asad fue trasladado a su exilio de Moscú.

A día de hoy se desconoce tanto el estado de las infraestructuras de la base naval de Tartus y de la aérea de Hmeimim como el tamaño de los contingentes militares en ambas.

«Es evidente que el tema de las bases se tocará de un modo u otro durante la reunión con el presidente. Sí, es algo que se puede esperar», dijo Dmitri Peskov, portavoz presidencial, en su rueda de prensa telefónica diaria.

Debido a lo delicado del tema, los mandatarios no ofrecerán una rueda de prensa al término de la reunión, que transcurre a puerta cerrada.

La portavoz de Exteriores rusa, María Zajárova, admitió «un posible reseteo de la misión de las instalaciones militares rusas».

El Ejército ruso utilizó esas bases para defender durante una década al régimen autoritario de Asad, bombardeando las posiciones de las fuerzas opositoras y rebeldes en Siria.

Trump se la juega al Kremlin

El Kremlin sufrió un duro revés al tener que cancelar la cumbre Rusia-Países Árabes, que estaba prevista para hoy mismo y a la que deberían haber acudido los líderes palestino, sirio e iraquí, entre otros.

El motivo fueron tanto la aprobación del plan de paz para Gaza propuesto por EE.UU. como la histórica reunión convocada para su firma por el presidente Donald Trump, en el balneario egipcio de Sharm el Sheij, el pasado viernes.

Rusia, uno de los pocos interlocutores de Hamás y defensor a ultranza de un futuro Estado palestino, ni siquiera fue invitada a la reunión, a la que acudieron más de una veintena de líderes mundiales.

Putin afirmó que Rusia está dispuesta a apoyar «en términos generales» el plan de Trump y admitió que si éste logra todo lo que se propone sería algo «histórico» para Oriente Medio.

Mientras, el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, aseguró que, aunque no rechaza la posibilidad de mediar para un arreglo definitivo en Gaza, tampoco «impondrá sus servicios».

Y, en una demostración de que el resquemor ruso es real, el expresidente Dmitri Medvédev aseguró en X que «hasta que no se establezca un Estado palestino de pleno derecho en línea con las bien conocidas resoluciones de la ONU, nada cambiará. La guerra continuará. Todos lo entienden».

Trump ya se la había jugado a Putin al ser el anfitrión, en agosto y en la Casa Blanca, de la firma de un preacuerdo de paz en el Cáucaso entre Armenia y Azerbaiyán, cuyos líderes sí fueron invitados a la cumbre de Egipto.

Además, también le cogió con el pie cambiado cuando aprobó los bombardeos en junio contra las instalaciones militares y nucleares de uno de los más estrechos aliados de Rusia en la guerra de Ucrania, Irán, ante lo que el jefe del Kremlin se quedó de brazos cruzados. EFE

mos/rcf

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