Nuevo plan para salvar el complejo Charmerettes para la diáspora suiza de Marsella
Desde el cierre del "Hogar helvético" de Charmerettes en 2012, el complejo suizo en pleno corazón de Marsella está abandonado. Luego del fracaso de un proyecto inmobiliario en 2020, la fundación a cargo de la propiedad tiene grandes esperanzas en un nuevo plan de rehabilitación.
Persianas rotas, paredes descoloridas, pintura descascarada, suelos dañados: el esplendor de la casona de Charmerettes y sus dependencias construidas a finales del siglo XVIII, pertenece definitivamente al pasado. Entre los edificios casi totalmente abandonados desde el cierre de la residencia de ancianos suizos en 2012, sólo el “Grütli” – una especie de pequeño chalet- sigue recibiendo, de tanto en tanto, a la diáspora suiza de Marsella.
Aun así, un nuevo proyecto de rehabilitación podría poner fin en los próximos meses a años de abandono y disputas internas en el seno de la comunidad helvética de Marsella.
Respetar los valores del lugar
La Fundación Helvetia Massilia (FHM), propietaria del complejo Charmerettes -un parque rural de 3,8 hectáreas con edificios y una granja, enclavado en el corazón de Marsella-, mantiene desde hace varios meses conversaciones con la asociación Label Vie.
«Label Vie se fundó hace unos quince años en Marsella con el objetivo de ayudar a las estructuras de acogida de la primera infancia a integrar prácticas sostenibles en su vida cotidiana», indica Laura Zimer, directora de innovación y asociaciones de la institución.
El proyecto consistiría en crear un “lugar ecológico” basado en este modelo en el complejo. La residencia albergaría una guardería, un centro de formación para el personal de la primera infancia y un espacio de información y apoyo abierto al público, principalmente padres y profesionales del sector. La granja, su huerta y el gran parque de la finca completarían el vínculo que Label Vie busca establecer con las cuestiones medioambientales.
Para Valéry Engelhard, presidente de la FHM, «este lugar de vida híbrido entre acogida, educación y agricultura tiene sentido con la historia del sitio y de la fundación».
Marsella y Suiza están unidas desde hace mucho tiempo por la tradición. Ya en el siglo XVI, una numerosa comunidad helvética se instaló en la ciudad francesa. La mayoría de ellos eran artesanos.
En el siglo XIX, el puerto de Marsella se desarrolló fuertemente y los suizos, que huían entonces de la pobreza en su patria, llegaron en grupos.
La gran comunidad se mostró solidaria y se fundaron numerosas asociaciones, en parte para perpetuar la identidad helvética, y en parte para mantener la buena reputación de los trabajadores suizos que, con el tiempo, se había convertido en sinónimo de prosperidad para la diáspora.
Hoy viven en Marsella unos 5.000 ciudadanos de la Confederación inscritos en el consulado, pero se calcula que la cifra real es, al menos, el triple.
En números rojos
Sin embargo, varias sombras opacan el proyecto, empezando por las finanzas. Los costos actuales de la renovación se estiman en unos tres millones de euros (2,85 millones de francos suizos). FHM y Label Vie prevén que repartirían esa inversión en partes iguales.
También los gastos de mantenimiento de emergencia, los impuestos y otros seguros pesan mucho sobre las finanzas de la fundación, ya que ascienden a unos 25.000 euros al año (23.700 francos suizos). Asimismo, como fundación suiza de derecho privado debe pagar tasas a la Autoridad Federal de Supervisión de Fundaciones (ASF), que depende del Departamento Federal del Interior (DHA), las cuales ascienden a unos 6.000 y 7.000 euros anuales (5.690 y 6.630 francos suizos).
Los dos alquileres pagados por los ocupantes de la granja y de otro edificio son actualmente los únicos ingresos que percibe la fundación, y ascienden a unos 3.000 euros anuales (2.850 francos suizos). «La fundación tenía un pequeño fondo en el banco, proveniente de productos financieros históricos», señala Valéry Engelhard, pero se han ido consumiendo con los años y «ahora está prácticamente agotado» por falta de ingresos.
El proyecto de la discordia
Además, las relaciones entre la Fundación Helvetia Massilia y la Sociedad Suiza de Beneficencia de Marsella (SSB)Enlace externo, la asociación helvética más antigua de la ciudad, han sido turbulentas durante más de una década. En 2020, el último proyecto de recuperación de Charmerettes cristalizó definitivamente todas las tensiones.
La idea era vender una parte del terreno a una empresa privada con el fin de construir un edificio residencial. Además de los obstáculos encontrados debido a los cambios en el ayuntamiento de Marsella, la SSB se opuso firmemente a esta solución y presentó un recurso contra el permiso de obras. Desde entonces, la comunicación entre los miembros de las dos asociaciones ha sido más que ríspido.
Borrón y cuenta nueva para el bien común
Aunque existen diferencias de opinión sobre la mejor manera de salvar el complejo, la Fundación Helvetia Massilia y la SSB están de acuerdo en que las Charmerettes deben conservar su propósito original: ser un lugar de acogida para la diáspora helvética en Marsella.
A principios de 2024, el Consejo de Administración de la SSB nombró a uno de sus miembros, Fabienne Hoffmeyer, para que el diálogo con la fundación vuelva a ser más constructivo. Porque “la SSB no tiene más poder en este asunto que el de condena”, declara.
Lo cierto es que la fundación Helvetia Massilia es la única propietaria del complejo y no tiene ninguna obligación de consultar con terceros, salvo con el DFI. Pero para su presidenta, Valéry Engelhard, «no se trata del proyecto de la fundación, sino de un propósito común. Por eso espero que todas las partes sean consultadas».
Conservar un lugar para los suizos y suizas de Marsella
Las relaciones entre la FHM y la SSB son ahora más tranquilas. Ambas entidades están debatiendo actualmente la posibilidad de que la primera ceda la gestión del “Grütli” a la segunda. Tras su renovación, este pequeño edificio emblemático de la finca podría volver a acoger actos organizados por la SSB.
«Queremos que el Grütli vuelva a ser un lugar lleno de vida, que albergue un bar o un restaurante cuya comida pueda provenir de la finca”, sostiene Fabienne Hoffmeyer. «Este lugar debe ser un punto de unión», agrega Marie-José Mathieu, presidenta de la SSB, quien espera que, si este proyecto finalmente se logra, va a revitalizar a la comunidad y también a la beneficencia.
En los últimos meses, la asociación ha estado buscando patrocinadores para financiar los trabajos. Fabienne Hoffmeyer estima que las discusiones con la fundación podrían concluir para finales de año. «Entonces podríamos contemplar seis meses de trabajos y luego una gran celebración para las familias suizas en junio del próximo año».
Consenso
Valéry Engelhard confía en el éxito del proyecto: el consejo de la fundación (su órgano decisorio) está a favor; la SSB tampoco parece querer oponerse y, por parte de Label Vie, la voluntad de realizarlo y la financiación están aseguradas.
El cónsul general de Suiza en Marsella, Christophe Vauthey, tomó el caso en sus manos al asumir el cargo en primavera. Los estatutos de la FHM estipulan que debe representar a la Confederación en el consejo de la fundación y actuar como coordinador entre este último y la ASF.
Desde su llegada a Marsella, ha mantenido conversaciones con las distintas partes implicadas en el asunto Charmerettes, incluidas las autoridades municipales. «Está previsto organizar una sesión informativa abierta al público en otoño de 2024, en la que se discutirá la situación actual y se explorarán posibles soluciones para el futuro», indica el Departamento de Asuntos Exteriores (DFAE) en relación con el caso.
Así que todas las señales parecen dar luz verde, excepto por un “pequeño detalle”: la fundación aún tiene que recaudar el dinero correspondiente para cubrir su parte de las inversiones.
Última oportunidad…
Valéry Engelhard lleva más de diez años al frente de la FHM. Exhausta por las disputas en el seno de la comunidad y por la búsqueda de una solución para la propiedad, considera que este proyecto es la última oportunidad: «O encontramos una solución duradera en los próximos 12 a 18 meses o disolvemos la fundación y vendemos la finca. Esta decisión se tomó durante una reunión de la junta directiva”.
Sin embargo, para vender la propiedad, la Fundación Helvetia Massilia tendría que obtener la aprobación de la Autoridad Federal Suiza de Supervisión de Fundaciones.
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Texto adaptado del francés por Norma Domínguez / Carla Wolff
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