
Ricardo Darín, una ‘bombita’ de talento que se fue sin premio
Rodrigo García
Buenos Aires, 12 mar (EFE).- Ricardo Darín no tiene techo. A sus 66 años, y pese no haber logrado el Óscar por «Argentina, 1985» como Mejor Película Internacional, cuenta con una popularidad en ascenso y está consolidado como la mayor referencia del cine argentino: una ‘bombita’, como su recordado personaje en «Relatos Salvajes», que explota de talento en el mejor momento de su carrera.
Nacido en Buenos Aires en 1957, este hijo, hermano, tío y padre de actores, tocó la preciada estatuilla en 2009, cuando otra de sus películas como protagonista, «El secreto de sus ojos», de Juan José Campanella, recibió el segundo galardón para el cine argentino en esa categoría, tras «La historia oficial» (Luis Puenzo, 1985)
«Lo único que uno, creo yo, puede hacer, es intentar ser lo más fiel posible a sí mismo. No defraudarse», dijo el actor en una entrevista con EFE en su ciudad natal en 2016, cuando se mostró convencido de que el máximo premio al que podría aspirar es a ser recordado «como una buena persona».
Cercano y amigable en las distancias cortas, Darín acumula medio siglo de papeles en teatro, cine y televisión. Ha rodado tantas películas que siempre queda alguna por ver, con una legión de seguidores en todo el planeta, con especial ahínco en Argentina y España, donde el Gobierno le reconoció con la nacionalidad en 2006.
UNA VIDA DE CINE
Este también productor y director lleva el oficio en las venas. Su padre, del mismo nombre, y su madre, Renée Roxana, dedicaron su vida a la interpretación, y con ellos debutó de niño en el teatro.
Su debut cinematográfico, en «He nacido en la Ribera» (Catrano Catrani, 1972), puede verse en Youtube. Adolescente lampiño, compartió ahí reparto con figuras como Susana Giménez, diva argentina por antonomasia con la que años después tendría una relación sentimental.
También muy temprano se sumergió en la televisión, medio en el que se fue forjando, actuando en series, hasta que el estallido de su éxito en cine con su papel de estafador en «Nueve reinas» (2000), de Fabián Bielinsky, le hizo centrarse en la pantalla grande.
Ya en 1999 había intervenido por primera vez en un filme de Campanella, «El mismo amor, la misma lluvia», director con quien repitió en 2001 con la inolvidable «El hijo de la novia» – primer filme protagonizado por Darín nominado al Óscar-; en 2004 con «Luna de Avellaneda» y en 2009 con la oscarizada «El secreto de sus ojos».
«Juan José confió en mí mucho más de lo que yo confiaba en ese momento y no sé si hoy incluso. Siempre me tuvo mucha fe», declaró el actor a EFE días antes de recibir el Premio Platino de Honor del Cine Iberoamericano, en 2016.
ACTOR POLIFACÉTICO
Tras una década de 2000 inicio de su proyección internacional, en el decenio siguiente otra catarata de papeles siguió haciendo de Darín, que está casado y tiene dos hijos, una apuesta segura.
Desde el abogado corrupto de «Carancho» o el malhumorado ferretero de «Un cuento chino» a su aguerrido liderazgo de un grupo de estafados durante la crisis del ‘corralito’ en «La odisea de los Giles», primer filme junto a su hijo, Chino Darín.
Pasando por el cura de un barrio marginal en «Elefante blanco» o el muy real presidente de Argentina en «La cordillera». Sin olvidar el detective privado de «La señal», en la que incursionó también como director, o el explosivo ‘Bombita’ de «Relatos salvajes», de Damián Szifron, tercera de las cuatro películas argentinas nominadas al Oscar en las que ha participado.
En 2015, su emotiva interpretación de un enfermo terminal en «Truman» (Cesc Gay) le valió su único premio Goya como actor.
Ahora, interpretar en «Argentina, 1985» al fiscal del juicio que condenó a los últimos dictadores de su país le ha puesto de nuevo en el foco internacional.
En una Argentina acostumbrada a la polarización política, Darín no tiene etiquetas y gusta, por lo general, a todos por igual, con una carrera que él considera ha forjado gracias a su intuición y a la suerte de encontrarse con gente talentosa que confió en él.
Si bien en 2018 estuvo en el ojo del huracán después de que dos actrices le acusaran de tratarlas mal cuando trabajaron en el teatro, la polémica pronto quedó atrás. Achacó lo ocurrido a malentendidos y lamentó pudiera interpretarse como violencia de género.
Ya entonces, consultado por si le obsesionaba llegar a tener un Óscar propio, como actor, fue tajante: «Eso va a ser difícil que ocurra. Ya estoy bastante contento y conforme con lo que me ha tocado en el camino. No pretendo mucho más». EFE
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