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80 años después de llegada de División Azul a la URSS su recuerdo sigue vivo

Anush Janbabian

Moscú, 22 jul (EFE).- Ochenta años después de la llegada de la División Azul a la URSS, en la provincia rusa de Nóvgorod su recuerdo sigue aún muy vivo. Expertos y testigos del paso de los divisionarios por las tierras rusas les recuerdan por su buen trato con la población, que distaba mucho del que recibían de los invasores nazis.

“Después de los alemanes, llegaron los españoles, que no nos trataban mal como los alemanes. Los alemanes nos hicieron encerrarnos en el sótano de una iglesia y cuando vinieron los españoles, nos ayudaron a salir de ahí”, cuenta a Efe por teléfono Alexandra Ojápkina, que tenía 13 años cuando vio por primera vez a los divisionarios.

“Sabían que podíamos morir allí. Nos dieron unos 40 minutos para que recogiéramos nuestras cosas y evacuáramos hacia un pueblo vecino”, agrega Ojápkina.

A los españoles les recuerdan en muchos hogares de Nóvgorod, donde la División Azul estuvo entre octubre de 1941 y agosto de 1942, dice a Efe Boris Kovaliov, autor de varios estudios sobre el paso de los divisionarios por las tierras soviéticas.

“Al sur de Nóvgorod, donde hay más personas mayores, a los españoles les recuerdan prácticamente en cada hogar”, explica el historiador.

CONVIVENCIA CON LOS OCUPANTES

Los españoles, rememora Ojápkina, regalaban en ocasiones “unos bombones y unas galletas” a los niños.

“Como entendíamos nosotros, ellos no querían combatir en Rusia”, dice la mujer al evocar en la memoria los recuerdos de su infancia.

En cuanto a la comunicación con los lugareños, los divisionarios “hacían lo que podían”.

“Sabían algunas palabras en ruso, y lo que no sabían, lo explicaban con gestos”, dice Ojápkina, que ahora tiene 92 años.

“Había pocos intérpretes entre ellos”, agrega.

Los que sí ejercían de traductores eran antiguos súbditos del Imperio ruso que abandonaron el país tras la victoria de la Revolución bolchevique y posteriormente lucharon en la Guerra Civil española en el bando franquista, explica Kovaliov.

Y cuando no había traductores, los divisionarios trataban de aprender palabras rusas comunicándose con los lugareños.

Así, una de las palabras que adquirió gran popularidad entre los divisionarios era ‘válenki’, botas de fieltro, el mejor calzado para soportar temperaturas de 30 o 40 grados bajo cero.

“Era una palabra mágica”, apunta el investigador.

LADRONES DE ROPA Y DE ANIMALES

A la vez, los divisionarios no tenían reparo en arrebatar las botas de fieltro a los lugareños, a los que podían dejar literalmente “en paños menores” para hacerse con el calzado y otras prendas de ropa de invierno, incluidos los pantalones con forro de piel.

Los voluntarios españoles también robaban iconos, cuenta el investigador. “Todo divisionario que se preciaba quería llevarse un icono de San Nicolás”, agrega Kovaliov, que el año pasado publicó el libro “División Española. Aliada del Tercer Reich”.

Tampoco se salvaban los gatos, cazados por divisionarios hambrientos. En uno de los testimonios consultados por el historiador ruso, un niño de Nóvgorod recuerda cómo los españoles se llevaron a su gato Murzik.

SALVADA POR UN MÉDICO ESPAÑOL

Ojápkina está agradecida a los españoles. Un médico español le salvó la vida cuando recibió el impacto de una bala durante un tiroteo.

“Me alcanzó una bala en el costado derecho cuando intentaba ocultarme en un sótano”, recuerda.

Fue entonces cuando una de las hermanas de Ojápkina la llevó a un médico de la División Azul.

“Fue mi hermana la que me acompañó al médico, quien sacó la bala y vendó mi herida. Luego me dio la bala extraída para que me la guardara”, recuerda la mujer, que trabajó durante muchos años como profesora de lengua y literatura rusa en su patria chica.

El caso de Ojápkina no es el único, dice Kovaliov. “Es un caso poco común, pero no es el único. Recuerdo varios”, señala el experto.

Al mismo tiempo, el investigador subraya que los médicos españoles trataban a los habitantes de Nóvgorod de forma desinteresada, mientras entre los alemanes era común exigir a los pacientes algún tipo de “compensación”.

MÁS ALLÁ DE NÓVGOROD

La estancia de los españoles en Nóvgorod está descrita en el primer libro de Kovaliov “Voluntarios en una guerra ajena” que vio la luz en 2014.

Mientras, su segundo gran trabajo dedicado a la División Azul rastrea principalmente la participación de los españoles en el bloqueo de Leningrado y otras campañas militares tras su retirada de Nóvgorod.

El historiador recuerda que por la División Azul pasaron varias decenas de miles de voluntarios, que se rotaban cada seis meses, aunque los hay quienes regresaban a la URSS tras completar los seis meses de servicio.

Gran parte de los españoles abandonaron Rusia antes de la ofensiva del Ejército Rojo en enero de 1944 para liberar Leningrado, pero se quedaron los integrantes de la Legión Azul, cuenta Kovaliov, que los cifra en medio millar de personas.

Estos soldados, agrega el investigador ruso, permanecieron a las órdenes a Hitler hasta mayo de 1945. EFE

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