Sasha Skochilenko, artista rusa: «La gente finge apoyar la guerra para no ir a la cárcel»
Olatz Castrillo
Viena, 27 nov (EFE).- La artista rusa Sasha Skochilenko, que estuvo dos años en la cárcel por protestar contra la invasión rusa de Ucrania, denuncia que muchos de sus conciudadanos fingen apoyar la guerra por miedo a que los metan en prisión.
«La gente finge que apoya la guerra para que no los encarcelen porque las sentencias que han impuesto son de 20 años, es una locura» declara a EFE Skochilenko, que fue puesta en libertad el pasado agosto como parte de un intercambio de prisioneros entre Estados Unidos, Alemania y Rusia, el más grande desde la Guerra Fría.
Mensajes contra la guerra
Esta ilustradora y música de 34 años, nacida en San Petersburgo, fue detenida en noviembre de 2022 por poner etiquetas con mensajes en contra de la guerra en productos en un supermercado, y después de un año de juicio fue sentenciada a siete años de prisión.
Skochilenko recalca que las etiquetas no fueron idea suya, sino que las vio en un canal de Telegram de Resistencia Feminista Contra la Guerra, la primera asociación que se movilizó contra el conflicto, en la que algunas mujeres hicieron fotos de etiquetas de supermercado.
«No quiero que se reconozca el proyecto como solo mio», explica en declaraciones a EFE en el museo Belvedere 21, donde participó en un seminario sobre artistas rusos represaliados.
Por ello, espera que se reconozca la labor de una mujeres a las que califica de «heroínas anónimas».
Skochilenko recuerda que el pegado de etiquetas es una de las muchas acciones que organizó contra la guerra, pues anteriormente había organizado eventos musicales a pequeña escala llamados Jams for Peace y había puesto postales con mensajes reivindicativos en supermercados.
La activista asegura que al igual que ella mucha gente también se movilizó y pone como ejemplo asociaciones que ayudan a los jóvenes rusos a evitar ir al frente.
Miedo entre la población
Respecto al nivel de miedo entre la población, afirma que mucha gente que se opone a la guerra, no se atreve a acudir a manifestaciones o a participar en actos de protesta, por miedo a ser identificados y a acabar en prisión.
«Aquí en Europa casi no veo cámaras, pero en Rusia están por todos lados, así que la gente se siente controlada. Por eso me pillaron, porque vieron en las cámaras el camino que hice desde la tienda a mi casa. Además, hay sistemas de reconocimiento facial, entonces tienes esta sensación de que estás siendo vigilado todo el rato como el Gran Hermano», detalla Skochilenko.
Sobre la vida en prisión, denuncia que los guardias le mentían sobre las cosas pequeñas del día a día, por eso cuando dijeron que iba a participar en un intercambio de presos no se lo creyó y pensó que era una trampa.
El contacto con sus seres queridos era limitado, tenía dos días al mes de visita y sólo después de un año logró que su novia, Sonia, pudiera verla, ya que las autoridades no reconocen derechos a las parejas homosexuales.
«Me decían que no podía llamar a mi novia porque todos los teléfonos están rotos, pero luego veía que a otras presas les dejaban usarlo», cuenta la artista.
Apoyo desde España
Aunque intentaba encontrar alegría en la vida diaria, su salud mental se vio afectada y su trastorno bipolar empeoró y en la cárcel no había el tratamiento que necesitaba.
Skochilenko agradece las cartas de apoyo que recibió en prisión gracias a Amnistía Internacional, pues le ayudaron no solo a mantener la moral alta, sino también a que los guardias se dieran cuenta de que no era una presa cualquiera.
«Recuerdo que recibía cartas de España, pequeñas postales, a veces intentaban escribir en ruso y era adorable, a veces los niños también me mandaban cartas. Era muy conmovedor e incluso las mujeres en mi prisión decían: ‘¡Oh, qué bonito!'», relata Skochilenko. EFE
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