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‘Je suis raclette’, ¡aunque sea verano!

Una persona sirve queso fundido sobre un sartén con papas
En Je suis raclette, tradición culinaria suiza en pleno Buenos Aires swissinfo.ch

En el tradicional Mercado de San Telmo de Buenos Aires, oficinistas, vecinos y paseantes sucumben ante los aromáticos platos de Je suis raclette, el coqueto puesto de comida al paso, estilo ferias alpinas.

¿El responsable? Alejandro Tomatis, un joven argentino quien, tras vivir diez años en la ciudad helvética de Lausana, regresó a su país con un proyecto que renovó la carta gastronómica porteña y puso de moda la típica raclette suiza.

Enamorado de Suiza, y especialmente de la armonía gourmet de los suizos, que son capaces de disfrutar largos ratos con una raclette y un buen vino blanco regional, o de compartir largas horas gozando de una buena fondue, Alejandro Tomatis pensó que sería una gran idea trasladar estas costumbres a la Argentina cuando regresara.

Ingeniero agrónomo de profesión y tras trabajar una década como blender de tabaco en una multinacional, llegó a Buenos Aires con la firme idea de crear Je suis raclette, proyecto que emprendió luego de recorrer varias ferias y que concretó en el histórico Mercado de San TelmoEnlace externo, fundado en 1897 para abastecer de víveres a la nueva ola de inmigrantes que llegaba a la ciudad desde el Viejo Continente. 

Un hombre sentado en una mesa, En la pared de enfrente hay afiches de Suiza
Alejandro Tomatis trasladó la raclette suiza a la Argentina. swissinfo.ch

Con lo mejor de cada casa

Tomatis sabe que creó una ‘perla’, con mucho trabajo y una visión moderna y abierta. Su promoción desde el principio fue el boca a boca y las redes sociales,Enlace externo y luego de tres años es una referencia de la comida helvética en Buenos Aires. 

Como filosofía, se abastece de todos los productos e insumos en el propio mercado. Solo el queso para la raclette se compra afuera.

De brazos abiertos, supo ganar adeptos y hoy cuenta con una clientela fiel que abarca vecinos del barrio, oficinistas de la zona, amigos, turistas y personalidades. 

También la comunidad suiza elige visitarlo cuando añora un buen plato típico, y la Embajada de SuizadaEnlace externo y la Cámara de ComercioEnlace externo alpinas se hacen presentes para festejos y despedidas.

Sus platos son realmente originales y para todos los gustos. Además de la tradicional raclette con papines hervidos y cebollines, se suman productos locales como bondiola o vacío braseados; vegetales grillados; rosti (papa rallada mezclada con manteca clarificada, frita en plancha y terminada al horno); chorizo o bacon.

Puesto de comida en un mercado
Incluso en verano, el queso fundido es una delicia para los comensales de Je suis raclette. swissinfo.ch

“Cuando ví el Mercado supe que éste sería el lugar”

swissinfo.ch visitó el espacio de Tomatis en el mercado histórico. Rodeado de antigüedades, especialidades gourmet de distintos puntos del planeta, libros, revistas de Mafalda y objetos de colección, el local se destaca por su estética de hierro y vidrio, y por el aroma a queso fundido que emanan las hormas de raclette cerca de los hornillos.

Es una maravilla ver a comensales variopintos disfrutando las calóricas especialidades helvéticas, con un buen torrontés o una pinta de cerveza, en una metrópolis abrazada por la canícula de diciembre.

“Visité varios lugares para instalar el local, pero apenas vi el Mercado supe que éste sería el lugar”, contó el emprendedor a swissinfo.ch, y explicó:

“La estructura del techo es lo más parecido a la de un mercado europeo que hay en la Argentina. Cuando lo vi, tuve claro que habría que trabajar mucho porque estaba muy venido abajo el lugar”

Luego de realizar las reformas, respetando la arquitectura original, hubo una rotación y renovación de locales de comida que fue trazando lo que actualmente es este edificio en San Telmo: un polo gastronómico muy atractivo para turistas y locales.

Actualmente, cientos de personas circulan a diario por el Mercado y decenas de ellas quedan prendadas del tradicional plato suizo. 

“Para los suizos el ritual de la raclette es el equivalente al ritual del asado para los argentinos”, dice con una sonrisa.

El joven ingeniero sabe que importó una de las más sabrosas costumbres alpinas.

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