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Organizaciones de ayuda internacional se forman en Suiza

Víctima siendo rescatada
Thomas Kern/swissinfo.ch

En Suiza hay un pueblo que solamente tiene escombros. En él, equipos de rescate de todo el mundo se ejercitan para estar preparados en caso de terremoto o guerra.

Una carretera estrecha y caminos sinuosos atraviesan el pueblo de Epeisses a orillas del Ródano, cerca de la frontera con Francia. Pero no se trata de un pueblo común. En la antigua cantera hay una docena de ruinas de hormigón, coches quemados y algunos contenedores. Todo lo que se puede ver del hotel Ibis son trozos de piedra y un cartel torcido. Si los escombros de las casas fueran más altos, uno se sentiría transportado a Alepo.

Vemos un perro trepando por bloques de hormigón y basura, olfateando en las grietas. De repente se detiene bruscamente y ladra. Ha detectado el olor de un ser humano.

El hombre que es rescatado ileso de los escombros después de horas de espera en este sombrío día de noviembre es un militar suizo de las fuerzas de rescate que está haciendo su WK (curso de actualización) y cuya tarea no es otra que hacerse pasar por una víctima del terremoto.

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Este militar ha pasado la noche en un saco de dormir bajo toneladas de escombros, sin conexión a Internet, sin hacer otra cosa que mirar la galería de fotos de su smartphone por aburrimiento. “He ordenado mil fotos”, nos cuenta con una sonrisa mientras se come un plato de patatas con carne en salsa.

Las organizaciones de ayuda no deben ser una carga adicional

Pero no es el único comiendo. A pocos metros se encuentran otros equipos con trajes protectores de color naranja sirviéndose con una cuchara comida seca mezclada con agua caliente. Son equipos de rescate de distintos países que están pasando examen para ser certificados por la ONU para misiones internacionales. El hecho de que estos rescatadores solo reciban unas bolsas de comida seca forma parte de la evaluación.

Vehículo del ejército haciendo de mesa con platos de comida encima
A los figurantes y ayudantes del ejercicio se les sirve un abundante plato bernés, los equipos de rescate tienen que conformarse con comida preparada. Thomas Kern/swissinfo.ch

Cuando se envían equipos internacionales de rescate al extranjero tras terremotos, inundaciones o incendios forestales o explosiones, se supone que deben ayudar a las autoridades del lugar y no ser una carga. Por ello, los equipos deben ser autosuficientes durante diez días. 

El ejercicio tiene un supuesto escenario concreto: un terremoto de magnitud 7,1 que golpea la zona de Ginebra. Miles de personas han quedado atrapadas. Los equipos de rescate de Francia, Alemania y Suiza deben salvar a las víctimas de los escombros.

La prueba dura 48 horas y está organizado por la Ayuda Humanitaria de Suiza y las Fuerzas Armadas suizas. Los Pompiers de l’urgence international, los @fire Germany y la Rettungskette Schweiz (Cadena de rescate suiza) serán evaluados por la ONU; los equipos de Holanda, Armenia y Luxemburgo participan solo con fines de entrenamiento. Todo debe hacerse como se haría en una emergencia real, salvo las “víctimas” enterradas a las que se les permite utilizar un túnel de emergencia en caso de que no se sientan bien.

Ensayar la realidad

Las tiendas de campaña están instaladas a unos cien metros del « pueblo » de entrenamiento. Tenemos que hablar bajito. “El equipo Alfa está durmiendo ahora mismo”, explica Martina Durrer, jefa de equipo del Rettungskette Schweiz. “El equipo Alfa y el equipo Bravo están trabajando en turnos de ocho a doce horas”. En las tiendas de campaña duermen y comen. Cualquiera que entre en la zona debe lavarse y desinfectarse las manos primero, no solo por el Coronavirus, sino también por los residuos de amianto que puedan estar presentes en los restos del terremoto o del bombardeo.

Se cuida hasta el último detalle con realismo: no hay leche fresca para el café, por ejemplo, sino leche en polvo o condensada; no se puede llevar una nevera al lugar. Incluso el contenido de los retretes se retira al final de la misión.

Lo que no se puede simular es el polvo, el olor de los cadáveres y los gritos de los familiares que te suplican en un idioma extranjero que caves en busca de sus familiares enterrados. “Lo que no se puede practicar es el estrés de la emergencia, el encuentro con el sufrimiento y la muerte”, señala Manuel Bessler, jefe de la Ayuda Humanitaria suiza. Pero la parte técnica se puede practicar bien, añade.

Un pueblo de escombros totalmente realista

Los escombros de Epeisses son tan parecidos a las ruinas reales de un terremoto o una bomba que los equipos de rescate de todo el mundo acuden a Suiza para entrenarse. “La aldea está formada por escombros especialmente realistas”, afirma el teniente coronel Frédéric Wagnon, del ejército suizo. Suiza recreó (a través de explosivos) los escombros y las casas destruidas que se encontraron en misiones reales de rescate en el extranjero entre 2000 y 2008. Únicamente en el pueblo de entrenamiento de Epeisses los equipos se hallan ante un escenario de ruinas tan inestable como podría ser en la realidad.

Equipo francés de bomberos
Tres miembros del equipo de rescate francés discuten durante una pausa en su trabajo. Thomas Kern/swissinfo.ch

Según Wagnon, los equipos extranjeros que se entrenan aquí quedan impresionados por el realismo del pueblo reducido a escombros. “Ese escenario es único en Suiza y probablemente también en Europa, o incluso en el mundo”, afrima Wagnon.

Otros países, como Alemania o Marruecos, quieren construir sus propias aldeas de entrenamiento basándose en el modelo suizo. Después de cada ejercicio, el pueblo vuelve a su estado original para el siguiente ejercicio.

Habrá varios de ellos. “Queremos reforzar la cooperación a nivel nacional e internacional”, asegura Wagnon. No solo el ejército y las organizaciones civiles, como la policía y los bomberos, utilizan el pueblo para entrenar, sino también organizaciones internacionales como el CICR o la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Formación internacional

Mientras se llevan a las víctimas entre tantos escombros, hay hombres con chalecos azules que observan las actuaciones con la mayor atención. Son expertos de la ONU que determinarán la aprobación del ejercicio que, no obstante, deberá renovarse cada cinco años.

“La ONU quiere difundir unas normas internacionales para que los equipos sobre el terreno puedan cooperar mejor”, afirma Simon Tschurr, de la Ayuda Humanitaria de Suiza. La acreditación de los equipos internacionales también es útil para las autoridades locales, porque así saben a quién reciben, y añade, “es como un lenguaje común internacional, como el que utilizan los médicos o los ingenieros entre sí”.

Sin embargo, Tschurr afirma que el interés por los equipos internacionales ha disminuido. “Los países prefieren sus propios equipos”, explica. Del mismo modo para Suiza tiene más sentido entrenar a equipos extranjeros que desplazar a los suyos lejos. “Cuando hay una catástrofe hay que actuar con urgencia”, dice Tschurr. Los equipos de rescate locales llegan al lugar de los hechos mucho antes que los equipos internacionales.

Traducción del alemán: Carla Wolff

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