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Baumer: tradición y consejos de padre a hijo

La familia de Jakob Baumer reunida en 1908. ielusc.br

“Todo lo que te pidan hazlo mejor de cómo ya lo hicieron otros”. Estas palabras de la abuela Adele guiaron a Gerd Baumer.

La siguiente es una historia del especial sobre la colonia suiza de Joinville, en Brasil, realizado por los estudiantes de periodismo de la Asociación Educacional Luterana Buen Jesús, IELUSC, a petición de swissinfo.ch en portugués.

Hoy, a los 76 años, Gerd conserva buenas historias de su tatarabuelo, Isaak, uno de los primeros inmigrantes suizos que a bordo del barco Florentin llegó a Joinville, antigua colonia Doña Francisca.

Gerd, que habla con calma y pausadamente, es un hombre que gusta de bromear y contar historias. Su profunda admiración por la mecánica se refleja en su pasión por los delicados mecanismos de los relojes. Esta afición, heredada de su padre, lo llevó a conservar una colección de los ejemplares clásicos más famosos del mundo, entre ellos los Patek Philippe, fabricados a finales del siglo XIX. “Es secreto cuántos tengo”.

Los bancos de Suiza son famosos por guardar bien el dinero ajeno. Gerd Baumer también sabe proteger aquello que le pertenece. “Soy un mal gastador de dinero”, dice. Su padre, Edgar Baumer, siempre le aconsejó ahorrar invirtiendo el dinero en acciones y dejándolo tomar valor por más de 20 años. “Es necesario invertir en actividades extractivas, como el petróleo y los minerales, y en las industrias de transformación como segunda opción”, destaca Gerd.

De los más de 30 viajes que hizo a Europa, lo que más le gustó fueron los castillos de Stein am Rhein, en el cantón suizo de Schaffhausen, y como su nombre lo dice, a orillas del río Rin en la Riviera occidental del lago de Constanza, frontera con Alemania. “El pueblo mantiene su aspecto medieval casi intacto junto a los blasones y espadas conservados durante cientos de años”, recuerda.

Otra de sus pasiones es la música clásica. Como no tenía vocación por los instrumentos musicales durante su infancia, con sus padres desarrolló una educación musical. “Todos los domingos escuchábamos a Mozart, Beethoven y Schubert”, refiere, garantizando que el buen gusto también es una herencia de familia.

La llegada a suelo brasileño

Hasta alrededor de 1850, más de 400 habitantes de la región de Herblingen, en el cantón de Schaffhausen, partieron rumbo a la colonia Doña Francisca. Entre ellos estaban tres familias con el apellido Baumer, que hace referencia a sus antepasados que vivían en la región montañosa de Saanen, en 1340.

La descendencia enfrentó los graves problemas sociales y económicos que atravesaba Europa. Una caída drástica en la producción de papas y cereales causada por el exceso de lluvias provocó hambre, desempleo y miseria en toda la región. Durante muchos años, la economía, exclusivamente agrícola, quedó paralizada, lo que despertó en muchos pobladores la fiebre de la emigración hacia una América llena de promesas.

Una de las primeras embarcaciones que partió rumbo a la colonia Doña Francisca, en julio de 1852, transportaba al patriarca de la estirpe, Isaak Baumer, a su esposa e hijos. El viaje del barco Florentin, con motores a base de leña, es considerado por muchos historiadores como uno de los más desastrosos del tiempo de la colonización de Joinville. Tras iniciarse la travesía, una epidemia de sarampión causó la muerte de 32 pasajeros a bordo.

Cuando llegaron a la colonia Doña Francisca, los pasajeros del barco suizo, asustados con la peligrosa travesía por el Atlántico, donde muchos perdieron la vida, fueron recibidos por un lugar rústico y salvaje destinado para fundar Joinville.

La realidad de la colonia era diferente a la de la América idealizada. Manglares, cieno y bosques nativos eran parte del escenario. Además, había el deseo de “emblanquecimiento” por parte de la comunidad negra, entonces mayoría entre la población.

Se hacían pasar por alemanes

Ante la falta de medios económicos, muchos suizos se hacían pasar por alemanes para tener acceso a la educación, a la Iglesia Luterana y a incentivos del gobierno – lo que ocasionó una pérdida de identidad cultural.

Tres años después de la primera llegada desembarcaron del barco Komet más de dos linajes de la familia Baumer – entre ellos, los primos de la segunda generación, Johannes Baumer e Eva Fischer, con cuatro hijos. Las familias que arribaron en los dos barcos quedaron unidas con el matrimonio de sus sendos hijos Barbara y Jacob.

El abuelo de Gerd, Otto Baumer, hijo de Barbara y Jacob, se casó ya en Brasil con Adele. “Conocí muy poco a mi abuelo”, revela Gerd, rememorando los tiempos de la infancia. Adele Scheidemantel, que seguía las tradiciones suizas al pie de la letra, quería que su marido fuese un emprendedor a toda costa. Otto, sin embargo, quería inventar y experimentar cosas nuevas. Terminaron separándose. Para sustentar a la família, Adele tenía una casa de modas – su gran pasión – donde confeccionaba sombreros y diseñaba vestidos para las damas de la alta sociedad. Adele hizo muchos viajes a París y era muy solicitada para atender a las famílias más pudientes de la colonia Doña Francisca.

Otra vocación

Desde hace mucho tiempo, los suizos son conocidos por su sabiduría en el cultivo de la tierra y su gran destreza para los trabajos manuales. Durante el duro invierno europeo quedaban impedidos de salir de casa y entonces ocupaban su tiempo creando distintos productos e instrumentos. “Aprovechaban los animales en la temporada, ayudando a generar el calor necesario para producir leche, queso y chocolate”, refiere Gerd.

No todos tenían la habilidad suficiente para desarrollar productos finos. Ellos se inclinaban por el área de la mecánica, la construcción y la innovación. “Los suizos son muy inteligentes y organizados”, opina Gerd.

Durante el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Brasil no pudo importar piezas ni maquinarias de Europa, que tenía acero de calidad superior. Edgar Baumer, padre de Gerd, vio en esta ocasión la posibilidad de ganar dinero.

“Construía máquinas y reinventaba piezas a partir del desmontaje de otras ya inutilizadas”, revela Gerd, recordando que la innovación fue una forma de sustento de la familia.

La trayectoria de Gerd Baumer

Hijo único, la vida de Gerd siempre quedó dividida entre las voluntades del padre y de la madre – el quería que siguiese la profesión de ingeniero mecánico y ella, la carrera de abogado. Indeciso y demasiado joven para elegir, sintió la necesidad de contar con su propio dinero a los 14 años – cuando fue a trabajar limpiando la oficina de Comercio e Industria Alemana Stein. Gracias a su potencial y dedicación a los estudios- vinculados a los de técnico en contabilidad- en el tradicional Colegio Alemán Buen Jesús, no tardó en hacer trabajos bancarios.

Años más tarde dejó la empresa y tuvo otras experiencias profesionales. En 1958 su vida cambió cuando ganó un concurso público y se trasladó a Jaraguá do Sul, ciudad vecina a Joinville. Entonces, en la década de los 70, la fábrica de electromotores, actualmente llamada ‘Weg’, estaba en plena expansión y no tardó en llamar a Gerd para un nuevo desafío. Su carrera se disparó, con cursos y especializaciones en todo el mundo. Hoy está allí Gerd, como vicepresidente del Consejo de Administración.

Además de las actividades de la empresa, Gerd pasa el tiempo dedicado a las entidades sociales como el cuerpo de bomberos y las guarderías. En 2007 concibió el hospital San José, en Jaraguá do Sul, centro de referencia en la lucha contra el cáncer – un homenaje sencillo a su esposa Marly Freissler, fallecida en 2006 y víctima de esa enfermedad. “Es mi gran pasión”, destaca.

El escudo

Existen registros de sus antepasados en por lo menos otros siete lugares de Europa. Hay un sinnúmero de descendientes Baumer desperdigados por todo Brasil. El historiador Walter Baumer contrastó documentos de Suiza, Brasil y otras partes del mundo. El estima que solo en el Estado de Santa Catarina hay más de 200 descendentes de la familia.

El linaje posee dos escudos- el primero, Herblingen, en referencia a la ciudad de origen de los antepasados. El segundo, Baumer, hace alusión a “la región de los árboles”, donde vivían los ancestros.

El número de suizos del extranjero aumentó en los últimos años. A finales de 2010, 695.101 ciudadanos helvéticos estaban registrados en las representaciones diplomáticas de Suiza en el exterior, 1,5% a más que en el año anterior.

La primera colonia suiza en Brasil se estableció en Nova Friburgo entre 1818 y 1819. La mayor ola de inmigración ocurrió entre los años 1846 y 1920.

En 2010, las exportaciones de Suiza a Brasil alcanzaron 2.31 mil millones de francos. Las importaciones totalizaron 849 millones. Brasil es el principal socio económico de Suiza en América Latina.
 
A finales de 2009, el volumen de inversiones suizas en Brasil era de 12,8 mil millones de francos.
 
El número de personas empleadas por empresas suizas en el país era de 105.900 (2009).
 
Número de ciudadanos suizos en Brasil: 14.794. Brasileños en Suiza: 17.455 (2010)
 
Fuente: Secretaría de Estado para la Economia (Seco)

Fundada en 1916, la

Organización de los Suizos en el Extranjero (OSE) representa en Suiza a los intereses de los compatriotas expatriados. Esta organización es reconocida por las autoridades como la portavoz de la llamada Quinta Suiza. 

El Consejo de los Suizos del Extranjero (CSE) es considerado como el parlamento de la Quinta Suiza. Se reúne dos veces al año – en la primavera y durante el congreso anual de los suizos del extranjero.

Traducción: Rosa Amelia Fierro

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