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«Lo importante es cómo gasta el Estado, no cuánto»

Para Giuliano Bonoli, los países escandinavos son ejemplos en materia de política social. Keystone

Los gastos sociales no son un fardo para el Estado sino que, por el contrario, pueden representar un motor importante de crecimiento, afirma el profesor Giuliano Bonoli.

Premio Latsis 2007, el politólogo del Tesino hace un exhorto: Suiza no debe vacilar en prevenir los procesos de exclusión. Entrevista.

El profesor y politólogo nos acoge en su apartamento de Friburgo. Parece todavía un poco sorprendido por el interés de los medios de comunicación desde que obtuvo el Premio Latsis 2007.

Un galardón que este joven profesor del IDEHAP (Instituto de Estudios Superiores en Administración Pública) de Lausana contempla como «un bello reconocimiento, no sólo a título personal, sino también como recompensa del estudio de las políticas sociales, una rama poco considerada en el campo científico».

swissinfo: ¿Qué lo llevó a interesarse en las políticas sociales?

Giuliano Bonoli: Fue un poco por casualidad, como muchas elecciones de carrera. Al término de mis estudios en la Universidad de Ginebra, me fui a Inglaterra para hacer una maestría en Ciencias Políticas. Tuve la oportunidad de trabajar en un proyecto de investigación que tenía como tema las políticas sociales.

Advertí rápidamente el interés de ese sector, no sólo para mí sino también para la sociedad.

Llegué a Inglaterra en 1993 en la era post-Thatcher. Margaret Thatcher (primera ministra de 1979 a 1990) había actuado con mano dura tanto en lo social como en lo económico.

Las consecuencias de esa política neoliberal eran muy claras, las veíamos en las calles, con la pobreza o en los contactos con la gente.

A mí, que venía de una ciudad rica como Ginebra, eso me impactó mucho. Por otra parte, de manera contraria a lo que sucedía en Inglaterra, en Suiza hablábamos todavía poco de política social. Más tarde las cosas cambiaron aquí».

swissinfo: ¿Cómo lo explica?

G.B.: Los problemas sociales, como el desempleo masivo y prolongado, golpearon a Suiza 15 o 20 años más tarde que a la mayoría de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), afectados desde los años 70.

Hoy estamos confrontados con los problemas financieros de los seguros sociales. El seguro por invalidez (AI) acusa un déficit anual de mil millones de francos. El seguro de jubilación (AVS) no tiene aún grandes dificultades, pero dada la estructura demográfica es fácilmente previsible que se harán sentir de aquí al 2010 o 2015.

Soluciones simples y que permiten restablecer un cierto equilibrio contable – por ejemplo disminuir las rentas y aumentar las cotizaciones- no son verdaderas soluciones porque se limitan a desplazar el problema.

El retraso del que hablé puede entonces ser una ventaja para Suiza, ya que le permite aprender de las experiencias de los otros.

swissinfo: Usted habla de paro masivo. En Suiza, el índice de desempleo es mucho más bajo que el de la mayoría de los países de la OCDE…

G.B.: Ante todo deberíamos inquietarnos por el paro de larga duración. Se trata de evitar esos fenómenos de exclusión social vinculados con el mercado del trabajo y que se produjeron en otros países.

La degradación puede ser lenta, es cierto, pero una vez llegados al final de la pendiente, es extremadamente difícil remontar. Hoy es un desafío volver socialmente armoniosos los suburbios franceses. Si las medidas hubieran sido adoptadas hace 15 o 20 años, al principio de esos procesos de exclusión, las cosas serían mucho más fáciles.

Lo repito: el retraso de Suiza juega en su favor. Debemos sacar provecho de eso y no esperar a que las cosas se agraven.

swissinfo: Sus investigaciones enfatizan la necesidad de una tercera vía entre una política conservadora de salvaguardia de los derechos adquiridos y un modelo neoliberal que busca reducir el papel del Estado, frenando los gastos sociales. ¿Qué dirección hay que tomar?

G.B.: Esta idea de una tercera vía se basa en la noción de ‘inversión social’, o sea de una política social rentable para la colectividad, no sólo en términos de cohesión social, sino monetarios.

Podríamos, por ejemplo, ofrecer plazas subvencionadas o hasta gratuitas en las guarderías infantiles con el fin de permitir trabajar a las mamás. Esas mamás contribuirían a su vez creando riqueza, pagando impuestos y contribuciones sociales.

Financiar políticas sociales ambiciosas es posible. Escandinavia nos lo prueba. Los países del norte han logrado edificar un Estado social muy avanzado. No pusieron el énfasis en medidas protectoras como la jubilación, que sin embargo mantiene un buen nivel, sino sobre todo en la inversión social.

En Suecia, una plaza en una guardería infantil cuesta máximo 300 francos al mes y eso para las personas más ricas. En Suiza llegamos a 1.500 o 2.000 francos por mes.

swissinfo: Hoy hablamos a menudo de ‘contener los gastos’. ¿Esta idea de inversión social tiene verdaderamente futuro?

G.B.: El problema no es simple, en efecto. Hablamos siempre en términos de más y de menos: algunos quieren gastar más, otros reducir los gastos. La noción de cuánto es un problema falso.

Los países escandinavos son aquellos con los impuestos más elevados pero también los más avanzados del mundo, porque una gran parte de los gastos sociales son gastos productivos.

Lo importante es cómo y no cuánto gasta el Estado, qué hace con el dinero: si hace algo útil para la economía y para la sociedad, hay también una ventaja en el ámbito de la competencia. Según yo, esta idea todavía no pasa en Suiza.

Entrevista, swissinfo, Daniele Mariani
(Traducción y adaptación: Marcela Águila Rubín)

Nacido en 1968 en el Tesino, es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Ginebra.

A principios de los años 90 se instaló en Inglaterra donde siguió cursos en las Universidades de Leeds y de Kent y obtuvo un doctorado.

De vuelta a Suiza trabajó en la Universidad de Friburgo. Enseña Políticas Sociales en el IDEHAP de Lausana y en el Instituto Europeo de la Universidad de Basilea.

Sus investigaciones, que ponen énfasis sobre todo en el papel del Estado social en diversos países europeos, lo han dado a conocer en Europa y en el mundo.

La Fundación Latsis es un organismo privado creado en Ginebra en 1975 por la familia griega del mismo nombre, que hizo fortuna a principios del siglo XX en el sector inmobiliario, el petróleo, las finanzas y el comercio de frutos secos.

Otorga cada año cuatro premios académicos de 25.000 francos cada uno. Confiere también el Premio Latsis nacional a investigadores de menos de 40 años, así como un premio europeo, ambos por un valor de 100.000 francos.

Desde 1984, el Fondo Nacional Suizo para la Investigación Científica se encarga de atribuir el premio nacional por mandato de la fundación. La ceremonia de entrega de premios 2008 tiene lugar este 10 de enero en Berna.

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