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Todos iguales a la escuela

Los alumnos del noveno curso del centro Leonhart lucen la nueva vestimenta escolar. Keystone

Desde octubre, los alumnos de dos clases de un centro de formación profesional de Basilea llevan uniforme escolar. Se trata de un proyecto piloto que ha dado mucho que hablar.

Ahora resulta que la iniciativa satisface más a los padres y maestros que a los estudiantes. Una mayoría de ellos dice no sentirse a gusto con la nueva vestimenta.

Desde octubre pasado, los alumnos del centro de formación profesional Leonhart ya no lucen unos tejanos Levi’s o unas zapatillas Nike, sino que acuden a las aulas todos vestidos igual.

El proyecto piloto tiene como objetivo evaluar si el uniforme escolar es un medio para luchar contra la ‘tiranía de las marcas’ que lleva a muchos jóvenes a endeudarse para vestir a la última moda.

Entre tanto, parece que los únicos que aplauden la iniciativa son los maestros y los padres. Muchos alumnos confiesan que llevan la vestimenta escolar a disgusto, no sólo porque los pantalones y la chaqueta les sientan como “un saco”, sino porque los compañeros de otras clases que no van con uniforme se burlan de ellos.

Obviamente, no habría lugar a bromas si el uniforme fuera obligatorio para todos los alumnos del centro, como señala Beat Zemp, director de la Federación Suiza de Maestros y Profesores. Pero esto sólo es un detalle y tiene remedio.

Doble gasto para los padres

Mucho peor es que, en lugar de representar un ahorro en la economía familiar y eliminar el consumismo exacerbado al que están acostumbrados algunos adolescentes, el uniforme supone un “doble gasto” para los padres, sentencia Beat Zemp.

Es obvio que al concluir la jornada escolar los estudiantes van a cambiar el uniforme por ropa de ocio… ropa que también costean sus progenitores.

Dicho sea de paso: cada uniforme cuesta 735 francos y eso que varias fundaciones, así como la Asociación Textil Suiza patrocinan la iniciativa del centro Leonhart de Basilea.

“Sería más útil y sensato invertir ese dinero en medios pedagógicos en lugar de en vestimenta”, puntualiza Beat Zemp.

Esta es la posición de la Federación que preside. “No tenemos nada en contra del uniforme escolar si se comprueba que éste contribuye realmente a mejorar el comportamiento social y la conducta de aprendizaje de los alumnos”, explica.

Por el momento, “no existen estudios que lo demuestren de forma inequívoca y el de la Universidad de Giessen (sobre un proyecto análogo en Hamburgo), que dirigió el profesor Dickhäuser, dice claramente que se necesitan más investigaciones para establecerlo”.

No es una costumbre en Suiza

El uso del uniforme no tiene una incidencia pedagógica, porque no influye en el rendimiento del alumno. De hecho, Bettina Strähl, profesora del centro Leonhart de Basilea reconoce que por el momento no ha comprobado que sus alumnos se concentren mejor o aprendan más rápido.

Es verdad que no todos rechazan la nueva vestimenta y que algunos incluso tienen preferencia por un uniforme más clásico, al estilo inglés. Otro cantar sería si se decidiera implantar de forma definitiva el uniforme obligatorio. “En ese caso los alumnos ya no tendrían nada que opinar a la hora de elegir la indumentaria”, subraya Beat Zemp.

El proyecto de Basilea seguirá dando mucho que hablar hasta que se evalúen sus resultados la próxima primavera. Sean cuales sean, es bastante improbable que en Suiza se implante de forma obligatoria el uniforme escolar.

“Es una tradición que no existe en nuestro país”, asegura Beat Zemp. Pero una cosa es sumarse voluntariamente a un proyecto y otra muy diferente implantar el uniforme obligatorio de forma permanente y a escala nacional.

“Seguramente habría mucha oposición por parte de los padres y también de los alumnos”, concluye el presidente de la Federación Suiza de Maestros y Profesores.

“Quizás se llegue a implantar una solución intermedia, como el uso de jerseys o camisas con el emblema de la escuela, pero no un uniforme obligatorio y generalizado que, además, supondría un gasto adicional”.

swissinfo, Belén Couceiro

El uniforme escolar tiene su origen en los centros educativos regentados por órdenes religiosas católicas.

Como indica la palabra, su intención es uniformar, es decir, ocultar las desigualdades y evitar que, por la variedad y calidad de la ropa, puedan distinguirse las clases sociales de donde proceden los alumnos.

Ningún cantón suizo ha implantado el uniforme escolar. En Europa su uso es obligatorio en Gran Bretaña, Irlanda y Chipre.

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