 
África, paraíso de la gerontocracia en el continente más joven del mundo
Nairobi, 29 oct (EFE).- El presidente camerunés, Paul Biya, ganó las elecciones del pasado 12 de octubre a los 92 años. Alassane Ouattara, su homólogo de Costa de Marfil, fue reelegido el pasado sábado a los 83. Las últimas citas electorales en África dejan claro el dominio de la gerontocracia en el continente más joven del mundo.
En su programa, Biya y su partido, la Reagrupación Democrática del Pueblo Camerunés (RDPC), hablaban de «grandes esperanzas», pero la avanzada edad del mandatario, que tiene el récord de ser el presidente más longevo del mundo, arroja interrogantes sobre su siguiente mandato, el octavo.
Se trata solo del segundo presidente que este país de África central ha tenido desde su independencia en 1960 y el único jefe de Estado que ha conocido la mayoría de cameruneses, los(menores de 25 años.
Biya puede seguir concurriendo gracias a una polémica reforma constitucional impulsada por la RDPC en 2008 para eliminar el límite de mandatos presidenciales.
Más al oeste del continente, los resultados provisionales de los comicios garantizan un polémico cuarto mandato a Ouattara, pese a que la Constitución marfileña limita a dos los consecutivos.
Pero sus seguidores justifican su permanencia en el poder argumentando que una reforma en 2016 creó una «nueva República» y reinició el contador de mandatos.
Biya gobierna desde hace casi 43 años. Ouattara, desde hace 15.
Mandatos eternos
África acoge a algunos de los líderes que más tiempo llevan en el poder en el mundo -algo que muchos han conseguido con polémicas reformas constitucionales-, entre los que se encuentran también los dirigentes más ancianos del planeta.
Entre ellos, destaca el ecuatoguineano Teodoro Obiang, de 83 años, el presidente que más tiempo lleva en el poder en todo el mundo (46 años).
Engrosan también la lista los jefes de Estado de Togo, Jean-Lucien Savi de Tové, de 86 años; Malaui, Peter Mutharika, de 85; Zimbabue, Emmerson Mnangagwa, de 83; Uganda, Yoweri Museveni, y República del Congo, Denis Sassou-Nguesso, ambos de 81 años; y Liberia, Joseph Boakai, de 80.
«El problema de África en general y de Uganda en particular no es el pueblo, sino los líderes que quieren alargar su mandato», dijo Museveni cuando asumió el poder en 1986, poniendo fin al régimen militar de Tito Okello. Casi cuatro décadas después, Uganda sigue teniendo el mismo presidente.
La larga permanencia en el poder de estos longevos líderes ha venido a menudo acompañada de un aumento de la corrupción, el clientelismo, la represión y la mala gobernanza.
Generación Z
Con una media de edad de 19 años frente a los 63 de sus líderes, África es el continente con la población más joven del mundo y acoge los diez países con la edad promedio más baja, según el laboratorio de ideas estadounidense Wilson Center.
Los jóvenes africanos de la generación Z han protagonizado en los últimos años protestas masivas -reprimidas con dureza- contra la carestía de la vida o la corrupción, desde Kenia hasta Nigeria pasando por Madagascar, donde el expresidente Andry Rajoelina fue derrocado en un golpe de Estado el pasado día 14, tras semanas de ira popular.
«Queremos que se escuchen nuestras voces. Durante demasiado tiempo se ha ignorado a los jóvenes, aunque representamos el futuro de esta nación», afirmó un joven malgache en declaraciones recogidas por Amnistía Internacional (AI).
A los 51 años, sin embargo, Rajoelina no forma parte del grupo de presidentes ancianos, como tampoco los jefes de Estado de Kenia, William Ruto (58); Senegal, Bassirou Diomaye Faye (45); o Chad, Mahamat Idriss Déby Itno (41).
No hace mucho, África tuvo incluso el jefe de Estado más joven del mundo, Ibrahim Traoré, que logró ese hito tras tomar el poder en Burkina Faso con un golpe de Estado a los 34 años, en 2022.
La avanzada edad de sus líderes tiñe de incertidumbre el futuro de países como Camerún, donde Biya podría ser presidente hasta que cumpla casi un siglo tras lograr en las urnas otro mandato de siete años en los que, según vaticina él mismo, «lo mejor está por llegar». EFE
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