
A un año de las elecciones, la condena de Bolsonaro le despeja el camino a Lula
Eduardo Davis
Brasilia, 4 oct (EFE).- A un año de las próximas elecciones en Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva parece tener el camino despejado hacia un nuevo mandato, con la derecha sin rumbo claro tras la condena del exmandatario Jair Bolsonaro por golpismo.
Lula cumplirá 80 años el próximo 27 de octubre y la única duda que plantea sobre una nueva candidatura es precisamente su edad, aunque se dice dispuesto a intentarlo si su salud, hasta hoy de hierro, se lo permite.
Afirma que se siente con «la energía de los 30 años» y que aspirará a la reelección si fuera «necesario» para impedir que la ultraderecha bolsonarista regrese al poder, tras haber gobernado entre 2019 y 2022.
Brasil volverá a las urnas el 4 de octubre de 2026 y las encuestas coinciden en que el líder progresista tendría hoy una intención de voto cercana al 40 % y se impondría a cualquiera de los posibles candidatos del centro o la derecha.
En el Partido de los Trabajadores (PT), no hay dudas y el único candidato que se baraja es Lula, quien gobernó entre 2003 y 2010, y obtuvo su tercer mandato en 2023, cuando derrotó a Bolsonaro.
El líder de la ultraderecha, el único con verdadero arrastre en el arco conservador, acaba de ser condenado a 27 años de cárcel por una conspiración urdida precisamente tras desconocer la victoria de Lula e intentar impedir su investidura.
Aunque la extrema derecha intenta promover una improbable amnistía que libre a Bolsonaro de la cárcel, sobre el capitán de la reserva del Ejército también pesa una inhabilitación por abusos de poder en los que incurrió en la campaña de 2022.
Con Bolsonaro fuera de la baraja electoral, el conservadurismo moderado busca un candidato alineado al centro, que domina el Parlamento, pero que en los últimos años ha sido incapaz de romper la polarización que se ha impuesto en el país.
Los apetitos dormidos de los conservadores
La situación jurídica de Bolsonaro ha despertado entre los conservadores un apetito que estuvo escondido durante los años en que el líder ultra dominó la política brasileña y abdujo a los más moderados.
De hecho, un racimo de gobernadores liberales trabaja para intentar liderar a los conservadores, aunque hasta ahora ninguno parece dar la talla frente a Lula.
La lista la encabeza el gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, quien fue ministro de Bolsonaro y hace piruetas para intentar equilibrarse entre la ultraderecha y los conservadores.
El centro dominante y los sectores financieros lo tienen como candidato ideal, pero él mismo siembra dudas y esta misma semana dijo que aspira a la reelección en São Paulo y no a la Presidencia.
Mientras Freitas no se define, otros tres gobernadores intentan afirmarse como posibles candidatos.
Son Ronaldo Caiado, de Goiás; Romeu Zema, de Minas Gerais; y Carlos Roberto Massa, conocido como Ratinho Jr., de Paraná e hijo de un popular presentador de televisión.
Con matices, buscan la bendición de Bolsonaro, pero el líder de la extrema derecha y su familia, toda activa en política, hasta ahora solo aceptan un candidato que tenga el apellido del clan.
De Michelle Bolsonaro a una posible presión de Trump
En la extrema derecha, la única apuesta es la amnistía. Pero si fuera negada existe la posibilidad de que Michelle Bolsonaro, esposa del expresidente, y con buena imagen entre los evangélicos que forman su base electoral, se lance al ruedo.
Las encuestas la muestran como una candidata fuerte, con un apoyo que hoy supera el 30 %. Discreta, aún ni siquiera se insinúa, pero en una reciente entrevista dijo que aceptaría una candidatura, si fuera «una misión de Dios».
Pero dos de los hijos de Bolsonaro, el senador Flávio y el diputado Eduardo, este último «exiliado» en EE.UU., afirman que si su padre no puede ser candidato «no habrá elecciones en Brasil».
Eduardo, el más radical, se ufana de haber influido en las sanciones comerciales y políticas que el presidente de EE.UU., Donald Trump, le impuso a Brasil por el juicio a su padre, que el líder estadounidense calificó de «caza de brujas».
Y ambos han sugerido que Trump no reconocerá el proceso electoral, si Jair Bolsonaro no está en las papeletas.
Pero el propio Trump tuvo un breve encuentro con Lula durante la reciente Asamblea General de la ONU y en la tribuna del organismo dijo que, tras conocerle, surgió «una química» con el líder progresista, con quien ha acordado conversar.
Lula, quien ya ha tenido un excelente trato con otros líderes republicanos, apuesta ahora a meterse a Trump en el bolsillo, recomponer la relación con EE.UU. y, de paso, neutralizar la influencia de los Bolsonaro en los círculos de la ultraderecha de Washington, según admiten fuentes del Gobierno. EFE
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