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“La Torre Botta” a la conquista del cielo

La Torre mide 29,97 metros y fue construida enteramente por aprendices albañiles. Henri Simon

A 1.330 metros, la Torre de Moron, en el Jura bernés, ha sido concebida por Mario Botta y construida por 700 aprendices de la construcción y de la Ingeniería civil.

Cuatro años de esfuerzos tallando piedras para erigir esta ” catedral moderna ” son recompensados, con gran pompa, este 9 de julio.

“Si los jóvenes son bien guiados, pueden darnos lecciones. Para esta obra les dimos los materiales, pero su trabajo es un regalo a toda la sociedad. “

Mario Botta, arquitecto de cuya fama no hay nada más que agregar, diseñó – gratuitamente -, el proyecto de la Torre de Moron. Y de buena gana: “primero porque también fui aprendiz y luego por el placer de mostrar lo que se puede hacer con la piedra en el siglo 21”, confía a swissinfo.

Después de cuatro años de trabajo, este “regalo” es inaugurado el viernes por el presidente de la Confederación Joseph Deiss. En presencia de una buena parte de los 700 aprendices de la construcción y de Ingeniería civil que tallaron las piedras a mano.

Esta torre espiroidal de 29,97 m. sobre 5,7, coronada de un “diamante” de vidrio que cubre la plataforma, se levanta a 1.330 metros sobre una de las cumbres más altas del Jura bernés, en el municipio de Malleray.

En la cumbre de los 208 peldaños de la escalera se observa un panorama a 360 grados que ofrece, cuando hay buen tiempo, una vista que va desde el Mont Blanc al Bosque Negro, pasando por Säntis y Vosges.

Otro aspecto que destaca es el hecho de que la torre central es de piedra labrada a la antigua y los peldaños cortados con sierra. Así, Mario Botta quiso conjugar “un material muy antiguo trabajado con una tecnología de nuestro tiempo”.

Recordar la nobleza de la piedra

En 1996, el parlamento votó un crédito de 65 millones para reactivar el aprendizaje. “En ese entonces faltaban 8.000 puestos de trabajo, había que hacer algo para crear nuevos y mejorar la imagen del oficio de albañil, que había quedado en un estado lastimoso por la crisis de los años 90. “

Así es como Théo Geiser, maestro profesional en Moutier, tuvo la idea de hacerles construir una torre de piedra a los aprendices albañiles y constructores de camino.

“El patrimonio edificado por Suiza merece ser mantenido y hace falta que los albañiles sean preparados, porque la piedra es un poco el alma del albañil”, se entusiasma.

El costo de tres millones de francos fue asumido por la Confederación, los cantones de Berna y del Jura, municipios francófonos, las asociaciones profesionales y sindicales de la rama y de las empresas.

El interés de la operación es también pedagógico, ya que la Torre será no sólo un sitio turístico solicitado, sino también un lugar de formación para las clases de geografía de las escuelas.

Es pues el coronamiento de una operación exitosa de relaciones públicas llevada a cabo por la Fundación de Moron y sus copresidentes, Antoine Bernasconi y Enrique Simón, y realizada por el nombre y el talento de Mario Botta.

Sobrepasar el marco regional

En cuatro años, los 700 aprendices francófonos todos (y los de Sursee) pasaron dos semanas de iniciación, dirigidos por sus 45 maestros de práctica, a “montarla Torre”.

Para Kuno Philipona, responsable de la formación de los albañiles de Friburgo, la coordinación pasó perfectamente. “Nuestros amigos de Moutier supieron sobrepasar el marco regional para asociar a todos los francófonos y a algunos de la Suiza de expresión alemánica. Fuimos integrados 100%, ¡qué bien! “

Sobre el plano pedagógico, Kuno Philipona está muy satisfecho: “todos los aprendices francófonos hicieron el mismo trabajo en el mismo lugar, es una experiencia extraordinaria”. Y de desear un nuevo proyecto también importante a continuación: “¡pero no será fácil hacerlo mejor! “.

La vida colectiva

Durante estos cuatro años, de abril a octubre, los aprendices pasaron dos semanas en la obra. Alojados en el chalé vecino de un club de esquí y alimentados por voluntarios, los equipos de 12 o 15 personas también aprendieron a vivir en comunidad.

Al ser los jóvenes una buena parte de origen extranjero, estos “campos de trabajo permitieron cohabitar entre francófonos, suizos alemanes y extranjeros”, subraya Marcelo Bulliard, acompañante del equipo de aprendices de Friburgo.

Y añade: “al principio, algunos de estos jóvenes entre 16 y 18 años echaban de menos la casa. Pero cuando se ‘es condenado’ a pasar toda la semana en un rincón perdido, sin bar, lejos de todo, eso crea lazos”.

Michael Papaux, un antiguo aprendiz de la Torre, no olvidará esta experiencia “grandiosa”. “Aprendí a poner piedras naturales, aunque todavía no tuve la oportunidad de ponerlo en práctica. “

Y luego, Mario Botta vino a verlos trabajar: “¡ firmó nuestras palas y nuestras libretas de apuntes diarios, eso causó un bello efecto durante los exámenes!”

Es posible que no algunos de los 700 jóvenes no estén presentes en la inauguración de “su” torre, pero sus nombres pasarán a la posteridad, porque quedarán grabados en el monumento como constructores de catedrales.

swissinfo, Isabel Eichenberger
(Traducción: Alberto Dufey)

La Torre de Moron es inaugurada este 9 de julio después de 4 años de trabajos sin percances.
Diseñado por Mario Botta, el proyecto provino de la Casa de los albañiles de Moutier.
700 aprendices pasaron 15 días tallando piedra a la antigua.
El costo de 3 millones de francos fue asumido por el Estado, municipios y por empresas.

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