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Cuba y el internet: la desinformación campa a sus anchas en la isla digitalizada

La Habana, 4 sep (EFE).- El mensaje saltó rápidamente en las últimas semanas entre Facebook y WhatsApp y se extendió como un virus en Cuba. Se trataba del enésimo bulo que daba por muerto al expresidente Raúl Castro (2008-2018), de 94 años.

Esa misma noticia falsa ya circuló en septiembre del año pasado. Y tanto entonces como ahora el bulo no fue desmentido expresamente y sólo perdió tracción en los mentideros digitales cuando el Gobierno o los medios oficiales publicaron imágenes del exmandatario en un acto público.

La llegada de los datos móviles a Cuba en 2018 cambió por completo a un país hasta entonces aislado y en la actualidad tres cuartas partes de su población tiene internet móvil. Pero esta apertura también trajo consigo el fenómeno de la desinformación.

“La llegada de internet en Cuba rompió el monopolio estatal del relato, pero también abrió de par en par la puerta a los bulos”, cuenta a EFE Sara García Santamaría, investigadora posdoctoral en la Universidad de Bristol y coautora del libro ‘La revolución digital cubana: Innovación, tecnología y política estatal’.

Para García, la experiencia cubana se distingue de otras, principalmente, porque se trata de una sociedad que entró “de golpe en el ecosistema digital” sin una “educación mediática” previa – por ley, los medios nacionales son del Estado o de organizaciones afines al Partido Comunista– y sin “referentes sólidos”.

Situación de crisis

El bulo en torno a Raúl Castro es solo uno de muchos ejemplos recientes. Horas después de la última caída total del sistema eléctrico cubano –que dejó sin luz al país entero durante más de un día el pasado 10 de septiembre– circuló una cadena de WhatsApp que alertaba de una nueva desconexión, esta programada, de 72 horas.

Esa misma noticia falsa, como la de Castro, ya se había esparcido antes. En el caso del nuevo corte eléctrico, desde noviembre de 2024 en distintas versiones. Eso no evitó que las alarmas se disparasen, al punto de que el Gobierno isleño salió a desmentir el pretendido apagón programado.

Otro factor que da pie a la propagación de bulos en el país caribeño es el clima de profunda crisis, con apagones diarios que llegan a superar las 20 horas y escasez de productos básicos como alimentos, combustible y medicinas, contracción económica continuada y fuerte inflación.

Para Sergio Hernández, responsable de EFE Verifica, el servicio de esta agencia para el análisis de la desinformación, los bulos en situaciones extremas, como la de la isla, encuentran terreno fértil.

“Las situaciones de emergencia propician la desinformación porque los seres humanos pensamos peor en situaciones de estrés, miedo e incertidumbre”, sostiene.

Polarización y sesgo

Ante los bulos en redes sociales y en aplicaciones de mensajería como WhatsApp, las autoridades cubanas suelen pedir que la población acuda a los medios oficiales y las cuentas verificadas de sus instituciones.

Éstos últimos, sin embargo, ya han estado en la diana de distintas oenegés y activistas por considerar que muchas veces se han limitado a ofrecer datos incompletos o abiertamente falsos para no contradecir la narrativa oficial.

García destaca que en un país como Cuba, con décadas de atrincheramiento entre el oficialismo y la disidencia, y con sus respectivos megáfonos mediáticos en ambos extremos ideológicos, desmontar noticias falsas es una tarea titánica.

“La polarización extrema es quizá el mayor obstáculo para desmontar bulos. En Cuba, la credibilidad de una noticia no depende de los hechos, sino de quién la emite: si viene del “enemigo” se descarta de inmediato, aunque esté bien documentada”, lamenta.

A esto se suma la parte psicológica. Según Hernández, el cerebro humano “da preferencia a la velocidad sobre la precisión en el procesamiento de la información”.

“Para ello, [el cerebro] utiliza atajos que nos llevan a equivocarnos. Estos atajos son conocidos como sesgos cognitivos. Uno de los más conocidos e influyentes en la difusión de la desinformación es el sesgo de confirmación, que es la tendencia a creer aquello que confirma nuestras ideas previas”, sostiene.

Por último, los expertos subrayan cómo los vacíos que deja el Gobierno cubano, que muchas veces opta por no comunicar en contextos que le pueden parecer negativos, desfavorables o incómodos, llenan los rumores, que se terminan por exacerbar por internet.

Para Hernández, el silencio oficial puede dar pie a que “otros” puedan “tener la tentación de especular, difundir rumores o directamente falsedades sobre sucesos sobre los que no hay una explicación oficial”. EFE

jce/jpm/rod

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