‘El pintor turco’ en Ginebra
En ocasión del tricentenario del nacimiento de Jean-Etienne Liotard, El Museo de Arte e Historia de Ginebra presenta por primera vez el conjunto de sus obras.
«La imagen que (Liotard) nos ofrece del Oriente, precisa y obstinadamente objetiva, es completamente opuesta a las visiones fantasiosas que proponen otros pintores. Su éxito fue tan grande que el príncipe de Moldavia lo invitó a su corte», comenta a swissinfo la historiadora de arte Aarmelle Carreras.
Ataviado a la usanza turca y luciendo una gran barba, Liotard, conocido también como ‘el pintor turco’, intriga con su arte a propios y extraños, añade la especialista.
Con sus 87 piezas, la muestra, ‘Jean-Etienne Liotard (1702-1789) en las colecciones de los museos de arte y de historia. Tricentenario de su nacimiento’, propiedad de la ciudad de Ginebra, refleja las diferentes facetas del pintor y ofrece un magnífico recorrido artístico a través de Europa y del Oriente Medio.
En retratos, capítulo aparte
Pintor, miniaturista y pastelista de renombre, Jean-Etienne Liotard es el más célebre retratista de la llamada ‘Escuela de Ginebra’ y ha sido considerado como «un caso aparte en el arte del retrato del siglo XVIII».
Viajero infatigable, Liotard recibió su primeras lecciones en el taller del miniaturista ginebrino Daniel Gardelle (1679-1753). Se desplazó luego a París para seguir su formación con Jean-Baptiste Massé (1687-1767) y en la capital francesa saboreó ya las mieses del éxito.
En 1738, luego de una estancia en Italia, hizo sus maletas y se dirigió a Constantinopla, donde realizó una vasta obra. Sus cuadros reflejan a los personajes de la época y del lugar: señoronas de la alta sociedad local, embajadores y miembros de la buena sociedad inglesa con residencia en la que ahora es Estambul (el retrato de ‘Richard Pococke’, de esa época, se encuentra en la exposición ginebrina).
Reconocimiento universal
Aunque el pintor regresa con frecuencia a Ginebra, ciudad en la que se instala en definitiva en 1757, sus andanzas son interminables. Viajó por Lyon, Venecia, Frankfurt, Darmstadt, París (donde pintó ‘Madame Adélaide de France’, entre 1750 y 1753, otro de los cuadros expuestos en Ginebra), Londres, Amsterdam y Viena.
«En cada ciudad, el excelente pastelista y miniaturista logra una vasta clientela: es el pintor privado tanto de la aristocracia y las cortes, como de la alta burguesía (véase, por ejemplo, el ‘Ami-Jean de la Rive’, 1758). Al mismo tiempo, Liotard no deja de pintar a sus seres queridos (‘Marie-Jeanne, conocida como Mariette’, ‘Bassompierre’) y no cesa de pintarse a sí mismo», explica Carreras.
El pincel del artista ginebrino obtuvo muy pronto el reconocimiento de diferentes países.
«Liotard, orientalista, cosmopolita, perfectamente representativo del espíritu de apertura que sopló la víspera de la Revolución Francesa, es igualmente el pintor ginebrino por excelencia, el más inventivo en su expresión, el más atractivo por su cuidado en representar a la humanidad. Y es, además, el primer artista europeo que supo presentir la modernidad», resume, Betrand Tappolet, responsable de comunicación del Museo.
La exposición, que permanecerá abierta hasta el próximo 27 de octubre cuenta con un catálogo publicado en París conjuntamente por la Oficina de Asuntos Culturales de Ginebra y la Editorial Somogy.
Enrique Dietiker, Ginebra
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