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Dos años de guerra sin una respuesta unificada de los países árabes sobre Gaza

Isaac J. Martín

El Cairo, 8 oct (EFE).- Durante estos dos años de guerra en Gaza, las naciones árabes e islámicas no han logrado unificar posturas más duras contra Israel, atrapados por sus continuas fricciones internas, su necesidad de mantener buenas relaciones con Estados Unidos, y sus propias tensiones al limitar y reprimir las expresiones ciudadanas de apoyo a Palestina.

Dos semanas después de que el brutal ataque del grupo islamista palestino Hamás contra territorio israelí causara 1.200 muertos y 251 secuestrados, y desencadenara una guerra contra la Franja de Gaza que ha derivado en un genocidio -tal y como lo califica un informe de la ONU- con más de 67.000 muertos, la mayoría civiles, El Cairo organizó una conferencia de países árabes y europeos que fue un fracaso, sin ni siquiera un comunicado final.

Fuentes europeas que participaron confiaron entonces a EFE que lo que les preocupaba era las grietas de confianza que se podían producir entre los pueblos árabes y los europeos en reuniones futuras. Pero lo que no contemplaban es que dentro de los propios árabes, las refriegas internas los mantendrían alejados durante estos dos años.

Ni el ataque a Doha los unió

«Ni siquiera un acto tan provocador y agresivo como el reciente ataque israelí a Doha logró unir a todos los estados de la región en apoyo de una postura unificada que trascienda el simbolismo y la retórica para alcanzar un acuerdo sobre acciones comunes o próximos pasos», aseguró a EFE el experto Kristian Ulrichsen, del estadounidense Baker Institute for the Middle East, de Rice University.

El pasado 9 de septiembre, Israel atacó a la delegación negociadora de Hamás en Doha -mediador junto a Egipto y Estados Unidos en las negociaciones para una tregua en Gaza- y mató a cinco miembros del movimiento -pero no del liderazgo- y un oficial de seguridad catarí.

Si bien no ha unido a todos, el ataque, según Ulrichsen, al menos sí ha cambiado cosas.

«Sí parece haber sido un punto de inflexión, ya que rompió los meses de estancamiento y dejó claro al presidente (estadounidense, Donald) Trump que el statu quo ya no era una opción», aseveró el experto.

Ahora, la ciudad balneario egipcia de Sharm al Sheij es escenario de una ronda de conversaciones indirectas entre Hamás e Israel para abordar el plan de Trump, en la que una delegación de Turquía se ha unido como mediador.

Tras la agresión contra Doha, algo sin precedentes, Catar se apresuró a convocar una reunión en la que ya no estaban solamente los países árabes, sino los islámicos con naciones fuertes como Turquía o Pakistán.

El objetivo era buscar una postura «unificada» contra Israel con un lenguaje más duro que algunos países árabes -e incluso la Liga Árabe- usan, pero tampoco la encontraron.

Es más, países como Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos -los tres con relaciones diplomáticas con Israel a partir de los Acuerdos de Abraham auspiciados por la Administración Trump- enviaron delegaciones de bajo nivel, algo que ya habían hecho en situaciones anteriores.

Otro país importante en la cuestión palestina es Argelia, que en la conferencia que El Cairo organizó junto a la Liga Árabe para el plan de reconstrucción de Gaza el pasado marzo se quejó de que “el proceso de preparación de la cumbre árabe estuvo monopolizado por un grupo limitado y pequeño de países, que se encargaron de elaborar los resultados de la cumbre sin la menor coordinación con el resto”.

¿Y las protestas en las calles?

Mientras que en muchas partes del mundo han salido a las calles para protestar por la masacre de los gazatíes, en los países árabes dichas protestas se han visto muy limitadas a algunos lugares como Marruecos o Argelia, mientras que en otros han sido reprimidas y prohibidas.

En el caso de Egipto, que arrestó a decenas de personas por protestas propalestinas y sólo permite un pequeño espacio en las escaleras de entrada del edificio del sindicato de periodistas para concentrarse, llegó a bloquear una marcha global hacia el paso fronterizo de Rafah.

En los países del golfo, no se contempla siquiera ese movimiento social por la represión de las autoridades.

Igualmente, como indicó Ulrichsen, «hay diferentes maneras de expresar la ira por la situación en Gaza que en parte reflejan la facilidad para protestar con seguridad, pero de ningún modo minimizan la intensidad o la autenticidad de tales sentimientos».

De ahí que lo único que lograra unir a gran parte del pueblo árabe fuera el boicot a los productos y empresas israelíes y vinculadas al Estado judío.

Igualmente, esa frustración de no salir a la calle a protestar ha llevado a que muchos símbolos palestinos, como la sandía y la kufiya, formen parte del día a día de muchos árabes como un mensaje de que aunque los gobiernos de sus países no estén unidos, el pueblo sí lo está. EFE

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