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Credit Suisse: el descalabro ilustra el riesgo que asumen los bancos

António Horta-Osório
El presidente de Credit Suisse Antonio Horta-Osorio advierte sobre el “periodo difícil” que se avecina para su banco. Keystone / Andy Rain

Las desafortunadas inversiones de Credit Suisse en Greensill y Archegos han puesto de manifiesto el lado más destructivo de los bancos. Los reguladores y políticos se preguntan qué hizo mal el segundo banco suizo y qué se puede hacer para proteger a los inversores de futuros fallos en el análisis de riesgos.

Los expertos señalan deficiencias en la gestión de riesgos y dicen que la cultura corporativa tiene que cambiar.

El colapso de la división de gestión de patrimonios familiares (family office) Archegos Capital Management le costó cerca de 5 000 millones de dólares (4 500 millones de francos) al Credit Suisse  hasta el pasado mes de abril.

Esto se produce en un momento en el que el segundo banco de Suiza lucha para devolver a los inversores unos 10 000 millones de dólares tras la fatídica participación en la fallida empresa de servicios financieros Greensill Capital.

La participación le generó cuantiosas pérdidas y le obligó a tomar 1 800 millones de francos suizos de sus reservas de capital para apuntalar dicho descalabro.

Y por si fuera poco, Credit Suisse se ha visto envuelto en una disputa legal con el gigante japonés Softbank, que había invertido fondos en Greensill.

El daño a la reputación del Credit Suisse ha sido enorme. El banco se ha visto obligado a realizar una reorganización administrativa y estratégica y a replantearse la forma de llevar a cabo este tipo de negocios. En un mercado altamente competitivo, Credit Suisse se enfrenta ahora a una batalla para convencer a los inversores de que sigue siendo un lugar creíble y seguro para invertir sus activos en el futuro.

“Nos espera un período difícil y decisiones complejas”, reconoce su nuevo presidente, Antonio Horta-Osório.

Modelos con deficiencias

Aunque los riesgos en los que incurrió Credit Suisse eran difíciles de identificar, sí podía haberse realizado un mejor trabajo, según Andreas Ita, socio gerente de la consultora de gestión de riesgos Orbit36, con sede en Zúrich.

Ita señala una serie de posibles deficiencias en la gestión de riesgos, como los métodos usados para las pruebas de resistencia, los esquemas de compensación para directivos basados en incentivos equivocados y una posible desconexión entre los directivos y los empleados que ejecutan las operaciones. Frecuentemente, los empleados que ponen en marcha los modelos de prevención de riesgos solo revisan los números y dan por sentado que todo lo demás irá bien, explica a SWI swissinfo.ch.

Pero la realidad es más compleja. Dichos modelos están evidenciando fallos a la hora de invertir en fondos de cobertura, en la operación cotidiana de las oficinas de gestión de patrimonios familiares y en otras compañías financieras pertenecientes a subsectores menos regulados, como la llamada banca paralela (shadow banking). Todos estos riesgos se agudizan en una coyuntura de tasas de interés históricamente bajas, que eliminan las ganancias que ofrecían las inversiones tradicionales y obligan a los bancos a buscar nuevas fuentes de ingresos.

“Cuando se trata de un contrato estándar negociado con una entidad también estándar es más fácil supervisar y controlar los riesgos. Pero cuando se trata de inversiones más exóticas y menos reguladas, entonces resulta más difícil”, señala Angelo Ranaldo, profesor de finanzas y riesgo sistémico en la Universidad de San Galo.

Andreas Ita sospecha que Suiza puede ir a la zaga de otros países en la metodología regulatoria que emplean sus pruebas de estrés, destinadas a identificar los puntos más débiles de las operaciones de un banco. “Quizás no sea una coincidencia que ningún otro banco relevante europeo se haya visto afectado y que los bancos estadounidenses se desempeñen mejor, ya que son jurisdicciones que en los últimos años han introducido marcos integrales de gran alcance en las pruebas de estrés para los grandes bancos”, dice.

Señales de alarma

El exbanquero de UBS agrega que la gestión de riesgos se está volviendo demasiado burocrática, creando una “cultura del miedo” en los bancos. “El peligro es que la gente está tan centrada en los pequeños detalles que casi nadie tiene una visión de conjunto y es capaz de pensar más allá de lo estructurado”.

“Los bancos tienen que mantener un diálogo abierto sobre el riesgo, en lugar de una cultura de miedo en la que los gestores de riesgos bombardeen a los operadores con extensas hojas de Excel. Existe una tendencia peligrosa a administrar el riesgo en lugar gestionarlo”, refiere.

El regulador financiero suizo (FINMA) está investigando el problema de Credit Suisse, al que acusa de haber ignorado más de 100 señales de alarma. FINMA ha ordenado al banco que adopte una serie de “medidas de reducción de riesgos”, que incluyen recortes en las bonificaciones de su personal.

Una comisión parlamentaria multipartidista celebró una reunión especial para analizar los problemas, pero no logró llegar a un acuerdo sobre las medidas que se deben tomar. “Ya hemos regulado mucho en el pasado, generando enormes costos a los bancos”, declaró Thomas Matter, del partido Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora), al periódico Finanz und WirtschaftEnlace externo. Pero el hecho de que Credit Suisse haya cometido errores “no significa que podamos imponer reglas más estrictas para todos”, añadió.

Consecuencias no deseadas

El Partido Socialista no está de acuerdo con la UDC y se ha comprometido a seguir el asunto en el Parlamento, con el objetivo de analizar la cultura de bonificaciones en los bancos suizos y si existe la necesidad de reforzar la supervisión y las regulaciones del sistema financiero.

Sin embargo, Ranaldo advierte que sería arriesgado actuar bajo la presión de los acontecimientos. “A veces, las regulaciones tienen consecuencias no deseadas. Si un regulador exige que los bancos reserven más capital para cubrir los riesgos [en los que incurre], puede inducir al banco a asumir incluso más riesgos para cubrir el costo de cumplir la normativa”.

Por ello, puede ser más eficaz que los reguladores de diferentes países mejoren la comunicación con las instituciones financieras para identificar mejor dónde residen los riesgos en las transacciones transfronterizas más complejas, añade.

Según Ranaldo, sería más eficaz aumentar la supervisión regulatoria de determinadas entidades. Actualmente, “si eres un banco con licencia debes notificar las posiciones de negociación cada día, mantener reservas de capital, informar de las compensaciones y demostrar que tienes los riesgos bajo control. Si no eres un banco, sino un fondo de cobertura, estás exento de muchas de estas obligaciones regulatorias”.

Queda por ver si los reguladores y los políticos verán el último descalabro de Credit Suisse como una serie aislada de errores en un banco o como señales de debilidad dentro del marco regulador del sistema financiero.

Horta-Osório no se hace ilusiones sobre la magnitud de la tarea que le espera. “Tenemos que fomentar una cultura que refuerce la importancia de la gestión de riesgos, asegure que tenemos los incentivos adecuados, incluso en materia de remuneración, y se centre en la responsabilidad personal y la rendición de cuentas”, declaró al asumir su cargo el 30 de abril.

Traducción del inglés: Andrea Ornelas

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