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¿Industria cigarrera suiza en riesgo?

El 80% del tabaco para la industria cigarrera se dirige a la exportación. swissinfo.ch

Miles de puestos de trabajo están relacionados con la industria del tabaco helvética. Las negociaciones en el ámbito agroalimenticio y sanitario entre Suiza y la Unión Europea (UE) podrían poner en peligro al sector.

Fumar mata. Fumar da trabajo. Dos caras de una misma medalla que no siempre son fáciles de gestionar por los gobiernos.

En Suiza, por ejemplo, los impuestos de la venta de las cajetillas de cigarrillos financian la campaña de prevención del tabaquismo y un fondo destinado a respaldar los cultivos de tabaco en suelo helvético.

Para algunos, se trata de una contradicción, para otros, es una cuestión de pragmatismo, un modo de hacer convivir política sanitaria y política económica. Pero el dilema entre ambos aspectos puede producirse en el cuarto ciclo de negociones con la Unión Europea, en el ámbito agroalimenticio y sanitario, indica la oficina Federal de Salud Pública, sin mayores precisiones al respecto.

En lo que se refiere al tabaco, la normativa comunitaria y la de Suiza difieren de modo sustancial en un punto: la UE prohíbe las exportaciones de cigarrillos con un contenido de alquitrán, nicotina y monóxido de carbono superior a los límites establecidos para el mercado interno (10mg / 1mg / 10mg). Suiza, no.

Si Berna debiera adecuarse a la reglamentación europea, un tercio de la producción actual de cigarrillos debería modificar su contenido.

Empleos en riesgo

“Está claro que si Suiza debe adaptarse a la disposición comunitaria, evaluaremos si vale la pena aún producir aquí en Suiza o si es necesario cerrar nuestra fábrica en Dagmersellen para transferirla a otro sitio”, indica Sadi brügger de Japan Tobacco (JT.

Una constatación similar emite Saskia Braunholz de la British American Tobacco (BAT): “la mitad del volumen destinado a la exportación sería transferida a sitios de producción extraeuropeos”, y esto implicaría “una redefinición del papel de nuestra fábrica en Boncourt”.

En Boncourt la empresa BAT emplea a más de 500 personas, lo que la convierte en el segundo generador de empleo en el cantón suizo del Jura.

Por su parte, JT, se ubica en Lucerna y también es uno de los principales creadores locales de empleo. Sin dejar de mencionar a la otra multinacional del tabaco, la Philip Morris, en cuya fábrica de Serrières laboran 800 personas, colocándola como la principal contribuyente del cantón y de la ciudad de Neuchâtel.

En opinión de Sadi Brügger, considerando todas las empresas implicadas en la industria del tabaco en Suiza, el sector emplea a “cerca de 10.000 personas”.

La Secretaria de Estado de Economía (seco) y la oficina Federal de Salud Pública (OFSP) de Suiza declinan hacer declaraciones oficiales sobre el tema, en el marco de las negociaciones que las autoridades helvéticas realizan con la UE.

No obstante, un colaborador de la seco indica que resulta muy difícil estimar el número de puestos de trabajo en juego. Los empleos implicados pudieran ser mucho menos, aunque es evidente que en las regiones afectadas, la cuestión se torna delicada.

Aspecto marginal de las negociaciones

En el ámbito sanitario, las negociaciones entre Suiza y la UE se concentran en particular a la lucha contra las enfermedades transmisibles y la seguridad alimenticia. La normativa sobre el tabaco reviste una importancia marginal, pero la UE parece poco propensa a la decisión de derogar su línea de conducta decidida en 2001:

Si ciertos cigarrillos son considerados nocivos para los ciudadanos de su territorio, por lo que su venta está prohibida, entonces tampoco pueden ser fabricados estos productos para exportarlos a países donde su venta es legal.

Suiza, que revisó su ley sobre tabaco en 2004, no quiso decidir a nombre de otros países. De este modo, en su territorio se fabrican cigarrillos que – como explica Sadi Brügger- “van a países donde fumar tabaco fuerte es una tradición, sobre todo en Medio Oriente, Israel, Siria e Irak. Y en Europa exportamos cigarrillos conforme a las normas de la UE. En estas relaciones bilaterales, ese proceder debe resultar suficiente”.

Si resulta realmente suficiente, esto se verá en la mesa de las tratativas. En juego se encuentra la participación de Suiza en el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades y en la Autoridad Europea para la Seguridad Alimenticia. Además, Berna quiere sumarse al programa de Salud Pública de la UE y a tres sistemas de alarma.

Un acuerdo en este sentido “implica una adecuación de la legislación suiza a la europea, en particular, en el sector del tabaco, las enfermedades infecciosas, la sangre, los hemoderivados, las células y los tejidos, no sólo en el campo de la seguridad alimenticia y de la seguridad de los productos en general”, se podía leer a finales de septiembre en la página del gobierno suizo encargada de las relaciones bilaterales con la UE. O dicho en otras palabras: sin adecuación, no hay acuerdo.

Promesas

No obstante, existe un espacio de maniobra por el hecho de que incluso los expertos no concuerdan en la fiabilidad de la fórmula 10-110 para describir los límites, la calidad y el contenido del alquitrán, la nicotina y el monóxido de carbono en los cigarrillos, para considerarlos excesivamente nocivos.

Sadi Brügger explica que esta fórmula “probablemente fue concebida porque es fácil de recordar”. En su opinión, no hay bases científicas para afirmar que el cigarrillo destinado a la exportación -con contenido de alquitrán de 12 a 14 mg-, sea más dañino que aquel vendido en Europa.

La única elección realmente saludable es la de no fumar. La campaña de lucha contra el tabaquismo y la inhalación pasiva del humo del tabaco ya ha dado frutos: el número de fumadores ha descendido en muchos sitios. Permanece el problema del riesgo de pérdida de empleos. Y permanece también una promesa de las autoridades suizas que cuesta mantener.

“Cuando en 2004 se discutió la ordenanza federal sobre el tabaco, no acordamos invertir en Suiza y crear nuevos puestos de trabajo. En cambio si se prometió que podríamos continuar produciendo cigarrillos fuertes para la exportación. Espero que esta promesa sea mantenida. Con los tiempos que corren, no me parece que tenga caso enviar a la gente ante las oficinas de desempleo”.

Los despidos no resultan ser una hipótesis remota, lo que demuestra el ejemplo ocurrido en Gran Bretaña y Países Bajos donde hace unos años, la BAT cerró sus fábricas. ¿Para reducir su producción? No, fue transferida a Suiza.

Doris Lucini, swissinfo.ch
(Traducción: Patricia Islas Züttel)

El primer campo de tabaco fue cultivado en la zona de Basilea en torno al 1680. La producción aumentó de modo importante durante la Segunda guerra Mundial, cuando el área cultivada ascendió de 780 a 1.450 hectáreas.

Actualmente al tabaco se destinan 670 hectáreas. El 87% del total se encuentra en la parte occidental helvética.

325 empresas agrícolas, con 650 personas implicadas en total, participan en el cultivo del tabaco.

En el 2008, los impuestos al tabaco inyectaron a las arcas del Estado 2.170 millones de francos, según Swiss Cigarrette.

Estos ingresos se utilizan sobre todo para financiar los seguros sociales. Representan el 30% del seguro para el retiro laboral.

El 60% del precio de venta de un paquete de cigarrillos es dirigido a los impuestos. El otro 40% a la producción y comercialización.

En suiza tienen sede tres multinacionales del tabaco: Philip Morris, British American Tobacco (BAT) y Japan Tobacco (JIT). Las tres empresas forman parte de la asociación Swiss Cigarette.

Philip Morris cubre el 45% del mercado suizo, BAT, poco menos del 42% y JT, 13,6% (datos de 2007).

En 2008, sus ventas en total en el mercado suizo ascendieron a 12,100 millones de cigarrillos (2004: 13,800 millones de cigarrillos; 2007: 11.800 millones).

Los cigarrillos exportados alcanzaron el número de 49.200 millones (2004: 24.400). No se trata de datos oficiales, pero aproximadamente la mitad de este mercado se dirigió a la UE.

Suiza comparte con la UE los estándares europeos para la venta interior de cigarrilos (con un máximo de 10 mg de alquitrán, 1 mg de nicotina, y 10 mg de monóxido de carbono), pero, a diferencia de la UE, Suiza no impone limites para los cigarrillos con destino a la exportación.

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