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Recortar riesgos provoca dolor de cabeza a los bancos

Sergio Ermotti (UBS, a la izquierda) y Brady Dougan (Credit Suisse), al frente de los dos "demasiado grandes para caer". Keystone

Hace una década, los dos gigantes bancarios de Suiza se vieron envueltos en una peligrosa carrera para convertirse en el banco de inversión líder de Wall Street.

Tras la crisis y sus lecciones, UBS y Credit Suisse se encuentran inmersos en el presente en la delicada misión de eliminar activos de riesgosos de sus carteras y de reducir el tamaño de las áreas que los comercializan.

Empujado por las nuevas y rigurosas regulaciones que entrarán en vigor este 1 de marzo, UBS anunció planes para reducir sus activos riesgosos a la mitad de su nivel actual para el cierre del 2016. Y a principios de este mes, por su parte, Credit Suisse informó que había dado grandes pasos en un ambicioso plan para reducir riesgos.

“Ambos bancos van por delante del resto del sector y se encuentran bien capitalizados en el presente”, dice swissinfo.ch Rainer Skierka, analista del Banco Sarasin.

UBS and Credit Suisse can also fall back on powerful wealth management franchises and solid retail bank operations to keep them stable when markets are volatile.

Para mantener su solidez, Credit Suisse y UBS pueden también regresar al origen y privilegiar el desarrollo de su poderosa división de administración de fortunas y de su banca minorista, para asegurar su estabilidad en tiempos de volatilidad.

Frágiles resultados

Pero a ello, las agencias de calificación no se dejan impresionar por los anuncios de los bancos y les otorgan las mismas probabilidades de caer en incumplimiento que al resto de sus homólogos internacionales.

Adicionalmente, se mantienen cautas con respecto a las perspectivas de los dos bancos helvéticos.

En febrero, Moody’s advirtió que contemplaba recortar la calificación de 17 bancos, entre los que incluía a UBS y Credit Suisse, que se arriesgaban a retroceder dos escaños en su escala de notación.

El escepticismo de las calificadoras se debe en gran medida a los pobres resultados que reportaron los dos bancos durante el segundo semestre del 2011. Tanto los ingresos anuales como los beneficios se ubicaron por debajo de los niveles del 2010, defraudando las expectativas de los analistas.

Con ingresos generados esencialmente en dólares, pero gastos mayoritariamente denominados en francos suizos, los márgenes de ganancia de las dos instituciones de crédito se estrecharon. El franco fuerte también diluyó el valor de los activos vinculados a la banca minorista.

En una nota publicada en noviembre pasado, Moody’s expresó su nerviosismo con respecto al deterioro que había experimentado la rentabilidad de la administración de fortunas, lo que se sumó a que las operaciones de la banca de inversión aún eran lo suficientemente importantes como para provocar problemas a los gigantes suizos.

“Como resultado de una reducción en la rentabilidad de la gestión patrimonial –derivado del franco suizo fuerte-, el entorno de tasas de interés bajas y la cautela de los clientes, Credit Suisse se ha vuelto más dependiente de su banca de inversión”, afirmó David Fanger de Moody’s.

Por la muestra se conoce el paño

Aún existe incertidumbre con respecto a cuánto lograrán Estados Unidos y la Unión Europea (UE) que ceda el secreto bancario suizo y se ponderarán los consecuentes daños sobre la industria de la administración de fortunas.

 “Los costos de regulación, de litigio y de cumplimiento de nuevas reglas aumentan para los bancos mientras los ingresos se mantienen estables, o tienden a reducirse”, dijo a swissinfo.ch Christian Kündig, analista de la agencia Fitch.

La calificadora aguarda también a conocer los cambios regulatorios que actualmente afinan otros países para compararlos con lo que están vigentes en Suiza.

“Actualmente, los requerimientos de regulación suizos son más rigurosos que los que se aplican a nivel internacional. Sin embargo, muchos países están realizando cambios y sus modelos finales se acercarán al helvético”, expresó Kündig a swissinfo.ch.

Pese a los cambios en curso, Fitch considera que UBS y Credit Suisse pueden ser exitosos en la tarea de reducir riesgos y mantener la estabilidad.

“La aplicación de esta estrategia una estrategia para despojarse de los activos riesgosos será realmente un reto (para UBS y CS) porque muchos de sus pares internacionales están haciendo los mismo”, dijo Kuendig.

Mentalidad de rebaño

El hecho de que los grandes bancos del mundo estén obligados a reducir sus riesgos de forma simultánea podría complicar esta tarea. El Royal Bank of Scotland y Barclays anunciaron recientemente sus planes para deshacerse de activos riesgosos y probablemente no pasará mucho tiempo antes de que otras instituciones se sumen a la masa de ventas ‘urgentes’.

Y bajo estas condiciones, despojarse de riesgos podría resultar tan peligroso como lo fue en el pasado tomarlos. Credit Suisse anunció que perdió 981 millones de francos suizos (1.000 millones de dólares) por venta de activos y por abandonar negocios (considerados riesgosos) durante el último trimestre del 2011.

“Bajar algunos peldaños en materia de riesgos es positivo para los bancos, pero también resulta una prueba equilibrio”, dijo a swisisfno.ch Rainer Skierka. “Existe un dilema: si un banco reduce riesgos de forma demasiado agresiva, abarata el precio de sus posiciones. Y esto desincentiva los esfuerzos por fortalecer el capital de una institución”.

Y explica: “Si los compradores saben que los bancos tienen que vender, entonces ¿quién va a pagar tasas de mercado?”

A raíz de estos cambios, seguridad, en vez de agresividad, es la nueva divisa de las instituciones y el eje en torno al cual giran los discursos de los dos principales bancos suizos que pasaron de ser el “más audaz del barrio” a ser “el más confiable”.

Y esta reivindicación podría ser mucho más que un simple alarde, refirió Skierka.

“Un sólido capital de base en estos días es un valor agregado fundamental para el negocio de administración de fortunas”, dijo a swissinfo.ch y detalló que “en el presente, los dueños de las grandes fortunas solo hacen negocios con bancos que se ubican en la parte superior de la liga de la capitalización”.

No obstante, a la luz de la realidad, conseguir esta reputación de ‘los bancos más seguros de su clase’ es una operación que no esta exenta de riesgos.

La crisis financiera y el subsecuente rescate bancario que se derivó de este colapso –financiado con recursos de los contribuyentes- generó una acelerada revisión de las regulaciones financieras internacionales.

Y se esbozaron una serie de propuestas para evitar que la especulación bancaria contagiara a la economía real.

El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea recomendó a los bancos elevar su capital con respecto a los niveles previos a la crisis (para llevarlo al equivalente a 8,5% de las activos en riesgos antes del 2019), y promover una mayor calidad en los activos para amortiguar futuros problemas.

Suiza revisó su propia regulación, cambios que entrarán en vigor el 1 de marzo del, y exigió a los grandes bancos, UBS y Credit Suisse concretamente, aumentar su nivel de capitalización al equivalente al 19% de los activos en riesgo también para el 2019.

En Estados Unidos, la regla Volcker podría restringir la capacidad de los bancos para tomar riesgos excesivos en los mercaos financieros incluso con su propio dinero, lo que se conoce como “propietary trading” (negociaciones por cuenta propia).

Esta regla Volcker ha despertado acaloradas disputas por parte de los bancos estadounidenses e internacionales, y dichas disposiciones aún no se convierten en ley.

Por su parte, los legisladores británicos deberán votar el paquete de reformas Vickers, que propone aplicar un cerco de protección (“ring fence”) para la banca minorista que les impediría realizar operaciones riesgosas.

La banca minorista es aquella que comprende la toma de depósitos, el servicio de pagos, así como préstamos a personas y pequeñas empresas.

La banca de inversión, por su parte, realiza operaciones de alto riesgo, con derivados, coberturas, fondos.

Si las reformas Vickers reciben el aval parlamentario, los bancos ya no podrían realizar operaciones riesgosas con los depósitos ordinarios.

EEUU, apoyado por Francia y Alemania, propone la creación de un nuevo impuesto sobre transacciones financieras (impuesto Tobin), una medida que rechaza Gran Bretaña.

Algunos países también buscan que se regule el mercado de los derivados y también el llamado “banco en la sombra” -shadow banking business- conformado por aquellas entidades que operan fondos de cobertura, de capital, de mercado de dinero y otros instrumentos de inversión que se operan al margen de la banca tradicional.

Traducción: Andrea Ornelas

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