México y Suiza: las alumnas tienen la palabra
El más reciente censo del Colegio Suizo de Cuernavaca arroja una cifra de 215 alumnos, de los cuales 55 tienen el pasaporte con la cruz blanca.
La población escolar (con crecimiento a la mexicana) representa un abanico de mentalidades, sueños y tribulaciones.
Las peculiaridades de Karen
A sus escasos 15 años, Karen Kind comparte un sentimiento generalizado entre la gente con un mayor tránsito por la vida: «¡No me gustan los políticos mexicanos!»
Alumna del 3er año de secundaria en el CSC, la joven tiene otras particularidades: le gustan el alemán, el inglés y las matemáticas, aunque sus pasatiempos incluyen también la ordinaria práctica de los deportes y el siempre gratificante cultivo de amistades.
Evelyn, la mamá de Karen, es suiza y, además, maestra en lenguas ajenas: árabe, mandarín, hebreo. No es de dudar entonces, que el gusto por ampliar sus posibilidades de expresión le llegue por línea genética. En todo caso, para esta Navidad la chica prepara su ‘Sprachdiplom’ (certificado de alemán).
Destacada alumna del CSC, Karen nació en Yautepec (Morelos) y adora el ambiente familiar de su escuela. Sin embargo, al llegar las vacaciones, empaca con presteza y vuela hasta los brazos de la abuela en Basilea.
Aline quiere ser doctora
Originaria de la Suiza de habla alemana -nacida en la Confederación Helvética lo mismo que sus padres-, Aline Fedier prefiere el trato familiar del mexicano al aislamiento de sus compatriotas. «En Suiza la gente es muy cerrada, no son muy alegres ni se saludan». En México, testimonia, «están más juntos».
Aprecia particularmente las sonrisas de las personas que cruza por las calles y su lista de preferencias omite el aprendizaje de la lengua familiar.
De su país anfitrión disfruta de la vegetación, el clima y la comida y no se amedrenta frente a ningún platillo mexicano por picante que sea.
Desde su sexto año de primaria, Aline contempla la posibilidad de seguir sus estudios superiores por la senda de la medicina, en aulas de alguna universidad italiana.
Mientras tanto disfruta su colegio, lo prefiere a los otros porque «es más libre», y goza también de sus vacaciones habituales en Suiza. Ambos países le parecen «padres» pero rechaza rotundamente («¡para nada!»)el estricto orden helvético.
Los goles de Carla
Carla Reyes es una jovencita de 9 años con un currículo que destaca sus habilidades futbolísticas (de preferencia en la posición delantera), sus tres largos y exitosos años de educación primaria, su gusto por las matemáticas y el dibujo, su desapego a las clases de español y la virulencia de sus batallas contra la geografía.
Carla tiene un hermanito de seis años que, como todo hermano que se respete, sabe convertirse en pesadilla. Ambos son hijos del feliz matrimonio entre una suiza, oriunda de Lucerna , y un mexicano. De ahí tal vez que «a veces» a Karla le guste el alemán, y de ahí también que con frecuencia viaje a la Confederación Helvética.
A pesar de su juventud, Carla ha podido establecer diferencias fundamentales entre los dos países que le son propios: «Aquí tiran mucha basura. Allá no. Allá no hay perros callejeros. Aquí hace más calor». Sin embargo, el contraste que le parece más significativo y por el que lamenta que el calendario de su vida no esté invertido (con 10 meses en Suiza y dos en México) es que:
«En Suiza puedo ir sola a todas partes, mientras que en México tengo que pedirle a mi mamá que me acompañe porque hay gente mala que te roba».
Marcela Águila Rubín, Cuernavaca
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