
El «infierno» de las latinoamericanas víctimas de la trata y explotación sexual en Albania

María, madre de dos hijos, viajó al otro lado del mundo desde su Venezuela natal en busca de una vida mejor. Pero la engañaron para prostituirse y terminó encerrada varios meses en un centro de detención de Albania.
La venezolana, de 38 años, es una de las muchas mujeres que cada año acaban siendo víctimas de redes criminales internacionales, que les ofrecen una manera de entrar Europa y ganar mucho dinero dedicándose a la prostitución.
Esta semana, la policía internacional desmanteló una red «altamente organizada» que explotaba a más de 50 mujeres como María, que testificó para AFP con un nombre modificado para protegerse.
Según Europol, la policía arrestó a 17 supuestos traficantes el miércoles, que habían traído a mujeres latinoamericanas a Albania y Croacia.
Las mujeres acabaron atrapadas como trabajadoras sexuales ilegales en Albania o explotadas en otros países europeos.
«Me prometieron el paraíso pero acabé en el infierno», dijo María a la AFP, en un apartamento de Tirana que alquila una asociación de ayuda a víctimas de trata de seres humanos.
– «Digital e internacional» –
El experto en crimen organizado Fabrice Rizzoli recordó que el colapso económico y social de Albania en los años 1990, tras décadas de aislamiento durante la dictadura comunista, fue el caldo de cultivo para una de las mafias más famosas del mundo.
Los clanes albaneses, especializados en tráfico de seres humanos y de heroína, se aliaron con la mafia calabresa «para extender prostitutas por las calles de Milán y de su región», explicó Rizzoli.
Desde que se metió en el tráfico de cocaína en los años 2000, la mafia albanesa se implantó en América Latina, indicó el especialista.
Pero con el aumento del turismo, Albania se ha convertido en un país de destino para varias bandas criminales, que traen mujeres al país balcánico, donde la prostitución es ilegal.
Fortalecidos por el alcance global de la cibercriminalidad, las redes están utilizando Albania como punto de tránsito para explotar a mujeres de otras partes del mundo.
Según Europol, las redadas del miércoles sacaron a la luz el modelo que suelen usar muchas de esas «agencias» para controlar cada detalle: «desde el reclutamiento hasta la recaudación del dinero», incluyendo centralitas de llamadas que negocian los precios directamente con los clientes.
«Las mujeres no tienen nada que decir ni ningún derecho a la hora de decidir los precios o para decir que no a determinadas prácticas», declaró Nenad Naca, encargado de trata de personas en Europol.
Los investigadores también arrestaron a un hombre en Colombia, sospechoso de dirigir la red y de quedarse con casi la mitad de las ganancias generadas por esa actividad ilegal, a miles de kilómetros del lugar en el que la mayoría de las mujeres estaban siendo explotadas.
«Como todas las redes de crimen organizado, esto se ha vuelto digital e internacional. Esas centralitas pueden estar en cualquier sitio», advirtió Naca.
– Violencia «menos visible» –
Muchas de las mujeres atrapadas en la prostitución ilegal de Albania tienen demasiado miedo de acudir a las autoridades, debido a las amenazas de los criminales, que las manipulan.
Cualquiera que ejerza la prostitución en Albania, si no es considerado una víctima de trata, se expone a hasta 3 años de prisión.
Algunas de las víctimas, como María, ni siquiera saben cuando llegan a Albania que ser trabajadora sexual en ese país es ilegal.
Pero tras su llegada, los miembros de la red abusan de ellas, les quitan buena parte de lo que ganan y las fuerzan a permanecer en el país.
«Ahora, la violencia es menos visible que antes porque los criminales han entendido que los seres humanos con los que trafican — que para ellos no son seres humanos, simplemente una mercancía — pierden valor si están visiblemente heridas», apuntó Naca.
A veces, las redes amenazan a los familiares de las mujeres o muestran videos de otras chicas recibiendo palizas, a modo de advertencia de lo que puede ocurrirles «si desobedecen», explicó.
María viajó a Albania a finales de noviembre, convencida por unos amigos de que así podría ayudar a su familia a pagar las facturas.
Fue arrestada cinco días después con otras seis mujeres latinoamericanas.
«No sabíamos que era ilegal», dijo, visiblemente consternada después de haber estado siete meses detenida, a espera de juicio.
«Si no, no hubiéramos venido».
– Víctimas de estafas y amenazas –
Entre fotos eróticas, aplicaciones de ligue y mensajes de clientes encontrados en los celulares de María y de las otras mujeres, la policía también vio el número de una mujer que supuestamente actuaba como proxeneta.
Según una de las mujeres, Ana — otro seudónimo, por seguridad — se trata del número de la mujer que las trajo desde Colombia.
Ana, de 32 años, afirmó que esa mujer buscaba clientes, fijaba las citas y organizaba la gestión de los apartamentos. A cambio, se quedaba con la mitad de las ganancias, supuestamente para sufragar los gastos del viaje a Albania.
En los primeros seis meses de 2025, la policía albanesa abrió 108 investigaciones por presunta prostitución, que condujeron a operaciones en salones de masaje, bares y hoteles.
Los agentes identificaron a al menos 37 personas extranjeras sospechosas de delitos relacionados con la trata de seres humanos y diez potenciales víctimas de explotación sexual.
A esas mujeres, en general procedentes de entornos muy pobres, las organizaciones criminales las convencen de viajar a Albania con la promesa de dinero rápido, indicó la comisaria Geranda Gjeta, de la unidad antitrata de seres humanos de Tirana.
«Acaban siendo víctimas de estafas y amenazas de estos criminales, que envían videos a sus familias o amenazas de muerte», explicó Gjeta.
Bajo esa presión, la mayoría de las mujeres asumen toda la responsabilidad cuando son detenidas, por el miedo a las represalias de sus proxenetas, señaló Brikena Puka, que dirige el centro de ayuda para víctimas Vatra.
«Desde hace varios meses, el número de víctimas extranjeras de trata para explotación sexual que necesitan nuestra ayuda ha ido en aumento», afirmó Puka.
Según Nenad, la policía también ha constatado un incremento de víctimas y sospechosos en América Latina.
– «Lo hacemos por necesidad» –
Ana y María fueron liberadas de prisión y residen en una vivienda segura facilitada por Vatra, a la espera de que la policía les devuelva sus pasaportes para poder irse de Albania.
Ana, que en su República Dominicana natal lo tenía muy difícil para sacar adelante a sus hijos y su familia, llegó a Albania desde España.
Cuando vivía en Barcelona, una red contactó con ella y una mujer le ofreció trabajo como escort, que más tarde fue detenida y acusada de proxenetismo.
«La prostitución, lo hacemos por necesidad», aseguró Ana.
«Lo vemos como algo rápido y fácil. Pero no es verdad. No solo nos maltratan, sino que también nos obligan a dar el 50% de lo que ganamos con nuestro cuerpo a los proxenetas», dijo, tratando de contener las lágrimas.
A principios de septiembre, once ciudadanos extranjeros, entre ellos seis mujeres, estaban detenidos a espera de juicio en Albania, acusados de tráfico de personas y proxenetismo, según las autoridades penitenciarias.
– «Proxenetismo internacional» –
«Albania fue en otro tiempo un país de origen de chicas y mujeres albanesas con las que se traficaba», explicó Gjeta.
«Hoy hacemos frente a otra situación: un fenómeno criminal internacional cuyas víctimas son mujeres de África, Asia y América Latina», agregó.
Según la policía albanesa, hay grupos criminales bien organizados que dirigen la red desde el extranjero, con el apoyo de contactos locales que gestionan la logística en el terreno.
Las fuerzas de seguridad hacen frente a un reto «transnacional», pues las víctimas muchas veces llegan con visados — y a veces con documentos falsificados — antes de ser reubicadas en otros países europeos, apuntó Gjeta.
Albania también está investigando varias páginas web alojadas en el extranjero que se utilizan para proteger a los clientes de las fuerzas de seguridad.
Malka Marcovich, activista por los derechos de las mujeres, afirmó que la tecnología está facilitando la aparición de un «proxenetismo internacional».
«Al pasar de país en país, de continente en continente, se está volviendo cada vez más difícil procesar a los traficantes», indicó Marcovich.
«La venta a gran escala de cuerpos de mujeres es mucho más lucrativa que el tráfico de drogas», señaló.
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