
El aumento de los controles fronterizos empaña el 40 aniversario del espacio Schengen
Marta Borrás
Bruselas, 14 jun (EFE).- Los ciudadanos europeos consideran, según las encuestas, que uno de logros más tangibles de la Unión Europea (UE) es la libre circulación de personas, un hito que tiene su origen en el acuerdo Schengen, que este 14 de junio cumple 40 años.
Pero esa posibilidad de desplazarse sin ser sometidos a controles al pasar de un país a otro se ha ido desdibujando en la última década por el «cierre» de las fronteras en cada vez más Estados miembros, que invocan razones como el temor a atentados terroristas o la seguridad pública.
Davide Colombi, del Centro Europeo de Ciencia Política (CEPS), explicó a EFE que el enfoque adoptado por las instituciones europeas hasta ahora ante los crecientes controles en las fronteras interiores por parte de los países «corre el riesgo de normalizar un estado de excepción y erosionar progresivamente el principio de libre circulación».
«A pesar de las frecuentes afirmaciones de los responsables políticos nacionales y de la UE, Schengen no está en crisis debido a presiones externas. El verdadero desafío reside en la erosión de la confianza jurídica y política», opina este experto.
Orígenes de Schengen
Todo empezó en Schengen, una pequeña localidad de Luxemburgo de apenas 5.000 habitantes situada en la frontera con Francia y Alemania.
Los primeros ministros de Alemania, Bélgica, Francia, Luxemburgo y Países Bajos firmaron el acuerdo Schengen a bordo del buque Princesa María Astrid, anclado en el río Mosela, un afluente del Rin.
Ese documento estableció la eliminación gradual de los controles en las fronteras interiores de esos países y la introducción de la libre circulación para todos sus nacionales.
Además, estipuló la armonización de las políticas de fronteras exteriores, la creación de un sistema de información para la gestión de datos de personas y la cooperación en materia de seguridad.
Posteriormente, en 1990, el Convenio de Schengen, complementó el acuerdo inicial con medidas y salvaguardias para poner en práctica la política de no control de las fronteras interiores.
Schengen en la actualidad
El espacio Schengen ha ido extendiéndose con los años al sumarse nuevos miembros y en junio de 2025 incluye a 29 países.
En particular, forman parte todos los Estados miembros de la Unión Europea, salvo Irlanda que cuenta con una exención, y Chipre, que se espera que se una en el futuro.
Además, cuatro países no pertenecientes a la UE también están en el espacio Schengen: Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein.
En paralelo a la ampliación del espacio de libre circulación, han sido aumentando las excepciones a sus normas, es decir, la reintroducción temporal de controles en las fronteras interiores en respuesta a crisis.
Algunos países de la UE han hecho uso de esa posibilidad alegando motivos como la seguridad, los flujos migratorios, el terrorismo o, durante la pandemia de covid en 2020, la necesidad de frenar la propagación del virus.
En junio de 2025 once países de Schengen (incluidos dos de los fundadores) aplican cierres temporales: Alemania, Austria, Bulgaria, Dinamarca, Eslovenia, España, Francia, Italia, Suecia, Noruega y Países Bajos.
En el caso de España, la reintroducción de controles pedida para el periodo del 26 de junio al 5 de julio se debe a la celebración en Sevilla de la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo.
El problema es que, aparte de los cierres justificados por motivos puntuales, algunos de los países que forman parte de Schengen han ido prolongando las excepciones, convirtiéndolas en casi permanentes.
«Durante la última década, varios Estados miembros han prolongado sistemáticamente los controles fronterizos interiores más allá de los plazos legales, a menudo invocando la migración irregular sin pruebas convincentes de que se considere una amenaza», indicó Davide Colombi.
«Estas justificaciones han sido consideradas insuficientes e inadecuadas en repetidas ocasiones por el Tribunal de Justicia de la UE, el Parlamento Europeo y el Tribunal de Cuentas, quienes han cuestionado su necesidad, proporcionalidad y base probatoria», recordó a EFE el mismo experto.
Consideró además que las modificaciones llevadas a cabo recientemente en la legislación tampoco tienen visos de cambiar las cosas.
«La reciente reforma del Código de Fronteras Schengen corre el riesgo de afianzar esta deriva al ampliar los fundamentos de los controles fronterizos interiores y promover medidas alternativas, como los controles policiales intracomunitarios y las devoluciones aceleradas, a menudo sin suficiente supervisión ni rendición de cuentas», señaló Colombi.
Y apuntó como «aspecto más preocupante» a «la brecha existente en la aplicación de la normativa: a pesar de sus obligaciones legales, la Comisión Europea se ha abstenido de iniciar procedimientos de infracción contra los Estados miembros que violan las normas de Schengen». EFE
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