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Hogar suizo para ancianos agoniza en Argentina

Verena Oberli y Roberto Lesser muestran antiguas fotografías del Hogar suizo. (swissinfo) Norma Dominguez

Un capítulo de la historia de los suizos en Argentina está a punto de cerrarse: 'El hogar suizo para ancianos'.

Una de las instituciones helvéticas más simbólica atraviesa una grave crisis financiera que puede dejar sin abrigo a varias personas.

La historia del hogar se inicia al final de la Primera Guerra Mundial. Argentina era entonces un país próspero que albergaba a miles de suizos que huyendo del hambre habían llegado en busca de una vida mejor.

“Esto fue edificado con dinero y con las manos de un grupo de suizos que quisieron hacer esta obra para que todos aquellos inmigrantes que no tuvieran un hogar, contaran con esta casa para vivir en la vejez”, relata Verena Oberli, nieta de berneses y presidenta del Hogar.

Los inicios de un “hogar modelo”

Una primera comisión de ayuda se integró en 1919 bajo el nombre de “Asociación de damas suizas pro asilo de ancianos” y el actual edificio se inauguró en 1926.

“Yo nací trabajando para este hogar”, dice a swissinfo Roberto Lesser, esposo de Verena y miembro de la Comisión Auxiliar de Caballeros. Su bisabuelo, Roberto von Steiger, llegó a Buenos Aires en 1895 proveniente de Solothurn y colaboró en la construcción del edificio.

El hogar está ubicado en la localidad de Chilavert, en Buenos Aires. Construido sobre un predio de una hectárea, el edificio está rodeado de árboles y flores. Posee otro terreno que en su momento fue adquirido para servir de refugio a compatriotas que tuvieran que salir de Suiza como consecuencia de una posible guerra.

La que es considerada una institución modelo, brinda un verdadero hogar a los ancianos. Allí tienen su vivienda, sus muebles, televisor, teléfono y algunos hasta sus mascotas.

Aunque actualmente el promedio de edad en el hogar es de 87 años y el mayor de sus habitantes tiene 97, sin duda una de las abuelas más recordada es Paulina Gaewiler, quien nació en 1889 en el canton de San Gall y murió en esa casa en 1995, a los 106 años. Actualmente viven 26 ancianos, entre ellos 13 suizos.

Al principio, la casa tenía una población de 86 ancianos y contaba con pabellones para mujeres y para hombres. Los residentes tenían sus tareas. Las señoras hacían manualidades, cosían, tejían y se encargaban de la cocina; los caballeros atendían la quinta, la granja, hacían carpintería y se ocupaban del mantenimiento del lugar.

Testimonios de vida

Caminando por el parque uno puede encontrarse con Enriqueta o Hermann. swissinfo conversó con ellos y descubrió que son tan antagónicos como amables.

Enriqueta Tissot tiene 72 años y una mirada dulce. Oriunda del cantón de Neuchâtel, vivió hasta los 16 en la Argentina cuando partió para Le Locle y luego se mudó a Basilea. Después de 50 años de estancia en Suiza regresó al país sudamericano. “Hace seis años decidí volver a la Argentina porque extrañaba”, cuenta sonriente.

Entre las damas fundadoras, se recuerda a Olga de Egger -esposa del entonces Jefe de la Legación suiza en Argentina- y a Matilde Guyer, oriunda del cantón de Zúrich.

El caso de Hermann Wälchli es bien diferente. Tiene 74 años y es uno de los pocos que recibe asistencia completa del gobierno helvético. Con aspecto rudo, y mientras fuma su pipa, relata en su español-alemán que en 1982 llegó para quedarse. “No me olvido de Suiza, pero ya hace 45 años que me fui y no conozco más nada; todo cambió mucho allá”.

Luchar hasta el final

Verena y Roberto están dispuestos a luchar hasta el final para evitar el cierre del hogar que construyeron sus abuelos.

La recesión, la devaluación, la crisis y el aumento de precios han jugando en contra todo este tiempo. “El problema fundamental es económico”, explica Verena.

“Esta es una entidad sin fines de lucro y los ancianos hacen un aporte donativo mensual para poder estar aquí. No todos tienen jubilación suiza y algunos tienen jubilación argentina muy precaria”, agrega.

“Hasta hace un año había 243 socios. La mayoría con el aporte mínimo de 60 pesos anuales (26,44 francos suizos) y luego los socios plata (250 pesos) y los socios oro (generalmente empresas, con 500 pesos). Hoy muchos llaman para decirnos que no pueden pagarlo, y les creemos”, comenta Roberto.

“La subvención que nos da Suiza no alcanza: nos otorgan un monto anual de 28 mil francos suizos. Cuando el dólar valía un peso, esa ayuda significó 16 mil pesos. El año pasado tuvimos la suerte que se transformaron en 76 mil por la devaluación, lo que nos permitió cubrir deudas pendientes.”

Ayuda para evitar el cierre

“¿Cuánto (dinero) se necesita (para evitar el cierre del Hogar)?. Hace un año el déficit fue del orden de los 37 mil pesos, pero actualmente nuestro déficit mensual es de unos 20 mil”, dice Verena y agrega:

“Hace tiempo que pensamos que 20 o 30 empresas que donen mensualmente unos mil pesos (alrededor de 440 francos suizos) permitiría sobrevivir. Esa es nuestra meta”

El año pasado, el programa ’10 para las 10′ de la televisión suiza de habla alemana, transmitió una emisión que abordó el problema del hogar y causó gran impacto. Como consecuencia, un hogar suizo de ancianos organizó un festival cuyos beneficios fueron enviados a la institución argentina.

Norma Domínguez, Buenos Aires.

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