La ayuda suiza en Bosnia, afectada por la mafia, continúa sus esfuerzos
Tras los acuerdos de Dayton, Suiza desde hace cinco años ocupa gran parte de sus esfuerzos hacia el exterior a la ayuda para la estabilidad y la reconstrucción en Bosnia Herzegovina. A veces con malas sorpresas orquestadas por mandatarios corruptos.
La noticia hizo el efecto de una bomba. En agosto de 1999, el diario New York Times reveló que de los 5.100 millones de dólares de la ayuda internacional dirigida a Bosnia Herzegovina desde el fin de la guerra, unos 1.000 millones no llegaron jamás a sus destinatarios.
El cotidiano puso a Suiza como ejemplo, al ser el primer país en admitir públicamente sus perdidas en la quiebra del banco BH, propiedad de un clan mafioso de Sarajevo.
«Fuimos muy ingenuos» conciente Wilhelm Schmid, embajador suizo en Bosnia. Al inicio, el banco BH parecía ofrecer todas las garantías para convertirse en el principal de seis establecimientos asociados a la Agencia suiza para el Desarrollo y la Cooperación, (COSUDE).
La sucursal de Sarajevo comenzó desde agosto de 1996 a realizar regularmente importantes transferencias de fondos.
En noviembre de 1998 aparecieron las primeras inquietudes. El banco invocó problemas de tesorería para justificar sus retardos en la ejecución de ordenes de pago a la COSUDE. Berna bloqueó prontamente sus giros y los dirigió hacia otros canales. Y en febrero de 1999, el banco BH suspendió los pagos.
Pese a la reacción rápida de la COSUDE, un millón y medio de francos suizos fueron bloqueados en las arcas del banco. Esta suma correspondía a una semana de gastos de la agencia suiza en Bosnia Herzegovina.
Más tarde, otros países y algunas organizaciones no gubernamentales admitieron también haber sido embaucados, por un monto total que alcanzó los 25 millones de dólares.
Seis semanas requirió el embajador helvético en Bosnia para poder atraer la atención de la presidencia bosniaca en este asunto, y aún tres meses más para que las autoridades locales de control de bancos nombraran una administración provisional para el BH.
El 19 de enero de 2000, es decir, un año después de la suspensión de pagos, fue retirada la licencia de explotación al banco y, finalmente, en julio pasado la policía tuvo acceso al edificio de la institución bancaria.
Un periodo prolongado en el que los responsables de la quiebra tuvieron el tiempo necesario para hacer sus ajustes. El 4 de agosto la policía bosniaca arrestó al accionista principal, nada menos que el antiguo ministro del Interior, Alija Delimusafic, y una orden de aprehensión fue emitida en contra de su hermano Mirsad.
Pese a los contratiempos, el embajador Schmid se congratula de la reacción, que constituye una primicia en Bosnia Herzegovina. «Las estructuras de la red bancaria han sido completamente rebasadas en ese país», comenta el embajador.
«Además -continúa Schmid- esta muy claro que el antiguo derecho de la Yugoslavia comunista ignoraba la noción de quiebra de un banco privado. Pero yo creo, pese a todo, que estamos en el buen camino. Los jueces que instruyen el caso lo han empuñado con la energía necesaria y yo no he perdido la esperanza de recuperar al menos una parte del dinero».
El escándalo del banco BH podría servir como impulso para ciertas reformas. Suiza convenció a las autoridades de control bancario en Bosnia de ordenar una auditoria a una fiduciaria internacional. El informe, entregado en septiembre, servirá para alimentar la acusación en el proceso que se prepara.
«Cuando los órganos de control de bancos funcionen normalmente este país podrá por fin atraer nuevos inversores» indica Wilhelm Schmid. El embajador suizo pone sus esperanzas en la llegada, posiblemente a Sarajevo, de dos grupos bancarios austriacos, cuyo ejemplo debería restaurar la confianza.
Extracto del envío de Marc-André Miserez, Sarajevo
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