La relojería de lujo, víctima de su éxito
Una de las industrias de mayor tradición en Suiza y que representa uno de los sectores más favorecidos para la exportación, enfrenta la problemática de contar en el extranjero con personal que tenga una formación adecuada.
Para poner coto a esa penuria las principales casas relojeras suizas mantienen en el occidental cantón de Neuchãtel el Programa para la Educación y el Entrenamiento de los Relojeros (Wostep por sus siglas en inglés.)
En esa institución recae la tarea de perfeccionar a los relojeros encargados del mantenimiento de las piezas de prestigio vendidas fuera de Suiza.
«En cierta forma, la relojería es víctima de su éxito», señaló Antoine Simonin, director del Wostep, e indicó que una reciente encuesta demostró que en el mundo hay una necesidad estimada de 25 mil relojeros.
El Wostep, que vincula a un centenar de marcas y que es financiado por las principales casas y asociaciones del ramo en Suiza, así como de sus filiales fuera de las fronteras helvéticas, se encarga de instruir a los expertos extranjeros sobre los métodos suizos.
«La calidad de los servicios de mantenimiento es un argumento importante para la venta de las grandes marcas», destacó Simonin y explicó que unas quince escuelas en el mundo adaptaron sus programas a los del Wostep.
De hecho, la formación se ha convertido en una ventaja adicional para la competencia de los fabricantes de la Suiza de habla francesa.
Para mantener en sus filas a su personal calificado, firmas como Franck Muller, Patek Philippe o Chopard instrumentaron acciones para diversificar las tareas de los especialistas y garantizar su movilidad en las empresas.
«Algunos de nuestros relojeros van a los almacenes, otros se integran a nuestros centros de formación en el extranjero y otros más se encargan de piezas complicadas», explica Fabienne CISS, del área de Recursos Humanos de Patek Philippe.
Un relojero especialista en microeletrónica se ocupa del servicio de mantenimiento en la casa Chopard de Nueva York y la firma Muller reclutó a una veintena de trabajadores de la industria hotelera para prepararlos en tareas previas al armado de los relojes.
En 1983, Rolex se convirtió en la primera empresa en formar a sus relojeros, más tarde hicieron lo propio Patek Philippe y Vacheron, amén de los cuadros que egresan de la Escuela de Relojería de Ginebra.
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