Por un frente único contra substancias tóxicas
Suiza reclama una mayor cooperación en la lucha contra los productos tóxicos peligrosos en una conferencia Internacional especializada que comienza este lunes en Ginebra.
Berna propone, sobre todo, que los Convenios de Rótterdam, Estocolmo y Basilea sean puestos bajo la autoridad de una sola persona.
La aplicación de estos tres acuerdos – que establecen los reglamentos de producción, comercio y uso de los productos químicos de alto nivel de toxicidad –se realiza actualmente a través de tres entidades distintas.
En vigor desde hace dos años, el Convenio de Estocolmo busca limitar y eventualmente prohibir el uso de doce contaminantes orgánicos persistentes, entre los que se encuentra las dioxinas, el Dicloro–Difenil–Tricloroetano (DDT) y los bifenilos policlorados (PCB).
Esos compuestos químicos –que los expertos conocen bajo el nombre de ‘la docena sucia’- se degradan muy lentamente en el medio ambiente y son substancias consideradas extremadamente peligrosas para la salud.
El Convenio de Rótterdam -en vigor desde 2004- tiene por meta limitar el comercio y la exportación de los productos tóxicos más dañinos para el hombre y la naturaleza.
El de Basilea tiene como objetivo controlar los movimientos transfronterizos de desechos peligrosos y su eliminación.
Mejores resultados
Para hacer más eficiente la colaboración entre las personas encargadas de la aplicación de estos tres convenios, la delegación suiza busca el consenso para la unificación de sus secretarias. Esta propuesta ya fue emitida el año pasado en Roma.
No obstante, esta idea no ha sido bienvenida en algunos países en vías de desarrollo, recuerda Franz Perrez, jefe de la sección Cuestiones Globales de la Oficina Federal de Medio Ambiente.
Estos países temen que se reduzca el presupuesto y el personal encargado de los tres convenios, y que, por ende, pueda haber una disminución en la eficiencia y las prestaciones que hoy día ofrecen.
«Queremos dejar claro que nuestro objetivo es proporcionar mejores resultados con los mismos recursos», explica Franz Perrez.
Por su parte, la secretaria del Convenio de Estocolmo deberá someter una propuesta que prevé una responsabilidad común para la aplicación de los tres tratados y la labor conjunta en algunos servicios.
DDT y malaria
En la conferencia que este lunes inicia en Ginebra se buscan elaborar nuevas reglas sobre la aplicación y el control de las disposiciones actualmente en vigor.
Entre las substancias tóxicas que aún se utilizan se encuentra el DDT, utilizado en varios países para el combate contra la malaria.
«Queremos asegurar el respeto de las reglamentaciones adoptadas y que no haya restricciones. Tememos que estos lineamientos se flexibilicen. Por ejemplo, el uso del DDT se utiliza en áreas donde no es absolutamente necesario, pese a que existen buenas alternativas para sustituirlo», subraya Perrez.
La semana pasada, Suiza se convirtió en el segundo país industrializado en adoptar un plan nacional para la aplicación del Convenio de Estocolmo.
De acuerdo a Franz Perrez, este plan muestra que las autoridades suizas respetan las medidas establecidas en el acuerdo con la prohibición y el comercio de contaminantes orgánicos persistentes.
Actualmente, el gobierno suizo se encuentra en un proceso de evaluación para establecer nuevas medidas destinadas al combate más eficaz de la incineración ilegal de desechos, causante de la emisión de dioxinas.
Otro tema importante en discusión entre los expertos es la inscripción de otras sustancias tóxicas en la lista de los plaguicidas que integran ‘la docena sucia’, aunque este asunto no figura en la agenda de la conferencia de esta semana.
swissinfo, Adam Beaumont
(Traducido del inglés por P. Islas)
‘La docena suiza’ se divide en tres grupos: pesticidas, sustancias químicas industriales y subproductos derivados de procesos de combustión.
Los plaguicidas que integran la docena sucia:
DDT
Lindano
Los drines
Clordano heptacloro
Paration
Paraguat
Tributon 60 – Tordon Basal o Tordon 225e
Pentaclorofenol (PCB)
Dibromocloropropano (DBCP)
Dibromuro de etileno (EDB)
Canfecloro
Cloridimeformo (CDF)
Fuente: PAN (Pesticides Action Network)
El Convenio de Rótterdam aborda el comercio internacional de algunos productos químicos peligrosos. De acuerdo a este tratado, la exportación de productos altamente tóxicos sólo se autoriza si el país importador ha aceptado recibirlos con el previo conocimiento de los efectos de estas substancias.
El Convenio de Estocolmo busca reducir los contaminantes orgánicos persistentes, un grupo de compuestos químicos que se degradan muy lentamente (entre ellos el DDT, los PCB y las dioxinas).
El Convenio de Basilea trata el control de los movimientos transfronterizos y los desechos peligrosos, así como su eliminación.
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