La escasa ayuda que entra a Gaza no llega al norte: «Aquí nadie tiene qué comer»
Ahmad Awad y María Traspaderne
Ciudad de Gaza/Jerusalén, 5 jun (EFE).- En el norte de Gaza, donde viven más de 1 millón de personas, la escasa ayuda que entra a la Franja desde hace dos semanas no llega. Son muy pocos los camiones que han repartido allí víveres, lo que deja a su población en una situación aún más límite. «En mi tienda no hay nada», «aquí nadie tiene qué comer», dicen sus habitantes, que se enfrentan a precios astronómicos en lo poco que se vende en los mercados.
El pasado 21 de mayo, tras más de dos meses de bloqueo total, Israel permitió la entrada limitada de ayuda a organizaciones humanitarias y comenzó después a repartir en el sur a través de una fundación de contratistas de seguridad estadounidenses, en un nuevo sistema que ha registrado incidentes con un centenar de muertos por -según los testigos- fuego israelí.
Pero lo repartido hasta ahora, insisten las ONG, es solo «una gota en el océano» y no llega ni de lejos a cubrir las necesidades de los más de 2 millones de gazatíes, la mitad de los cuales están en localidades del norte como Yabalia y Ciudad de Gaza.
Allí los camiones no llegan, por lo que las organizaciones denuncian como una mezcla de los impedimentos de Israel a la hora de facilitar rutas seguras y los saqueos que protagoniza una población hambrienta y no dejan que lleguen a destino.
25 euros por un kilo de cebollas
Por eso, en el mercado Shiek Radwan de Ciudad de Gaza los puestos están prácticamente vacíos de comida. En algunos se ven unas pocas latas de conserva, tres o cuatro paquetes de legumbres y algo de fruta y verdura, pero a precios inalcanzables para la mayoría.
Allí está Mamdou Abdelrahman, que confiesa que no puede comprar nada porque un kilo de pan cuesta 60 séqueles (15 euros) y uno de lentejas, 35 (9 euros). «La ayuda nunca llega aquí, y aunque llegue a través de los comerciantes, cuesta cara, nadie la puede comprar», explica a EFE. Si quieren cocinar, tienen que pagar 40 séqueles más (10 euros) por la leña, lo que convierte la comida caliente en un lujo.
Ha acudido al mercado con sus dos hijos, enfermos crónicos de falta de calcio y osteomalacia, una dolencia por carencia de vitamina D que condenó a uno a la silla de ruedas.
«Lo más importante para esto es la nutrición, tienen que tener una dieta especial por la falta de calcio, pero ahora la nutrición en Gaza no existe. Si come dos veces lentejas o habas, al chico le dan convulsiones por falta de nutrientes», resume este padre.
En el mismo mercado, Mohamed Etluly, de 73 años, explica que ha perdido 37 kilos y ahora se ve obligado a caminar con muletas. «Solo hay lentejas o pasta. Ni siquiera hay cebollas, el kilo de cebollas cuesta 100 séquel (25 euros), esto nunca ha pasado», se queja para añadir que han tenido que echar mano incluso de la comida del ganado.
Solo 2 camiones de UNICEF llegan al norte
«Lo que ha entrado y llegado a la gente de Gaza es menos que una gota en el océano comparado con las necesidades sobre el terreno», afirma a EFE la portavoz de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), Olga Cherevko.
Explica que de los 1.200 camiones de OCHA preautorizados por Israel para entrar en Gaza, solo 940 se autorizaron, 620 llegaron al lado palestino y 370 lograron ser repartidos dentro, cuando las organizaciones estiman que se necesitarían 600 camiones al día.
Cherevko recuerda que dentro de Gaza cualquier movimiento hacia o desde la frontera de Kerem Shalom, por donde entran los camiones, requiere atravesar zonas militarizadas donde continúan los bombardeos y además tienen que evitar zonas con probabilidad de saqueos, pero se queja de que Israel rechaza coordinar estos movimientos.
De los camiones, muy pocos llegan al norte. El representante UNICEF en Palestina, Jonathan Crikx, indica a EFE que hasta el momento han conseguido repartir 20 camiones con suplementos nutritivos para niños, de los cuales solo 2 fueron al norte.
Mientras, en el sur, la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), respaldada por EE.UU. e Israel, ha comenzado un nuevo sistema de reparto concentrado allí que obliga a miles de personas a desplazarse y les expone al fuego israelí, que considera «zona de combate» las zonas adyacentes a los puntos de distribución, donde se han registrado tiroteos con decenas de muertos y heridos.
«Si vamos al sur a por ayuda, nos exponemos a la muerte. Esto no se puede aceptar, ni Dios aceptaría el hecho de que corramos riesgo de muerte para conseguir comida», dice Ahmed El Ghazaly, otro gazatí que merodea por el mercado buscando algo que echarse a la boca.
Etluly tampoco baraja esa opción: «Prefiero quedarme aquí antes que irme al sur. Allí solo hay una política de matanza. Todos los días mueren 30 y 40 personas».
Mientras, en la tienda de campaña de Ghazaly no hay «nada que comer» y lucha a diario por conseguir algo para sus hijos. Abdelrahman también vive al día: «Hoy el desayuno lo comeremos a la hora de comer y luego dormiremos sin cenar, solo podemos permitirnos una comida al día para sobrevivir con nuestros hijos». EFE
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